En el mejor momento de su vida laboral, cuando había ganado un Premio Gardel, a Ro Vitale se le agudizaron los síntomas de su enfermedad y así enfrentó el no poder hacer una vida normal
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“Fue casi de un momento a otro. Toda la escenografía de mi cotidiano se trastocó y mis espacios se volvieron casi inhabitables. Los objetos, las personas y las superficies empezaron a sentirse malvadas o contaminadas. Me encontré a mí misma acorralada por mis propios pensamientos y mi pánico. Sabía perfectamente que nada de eso tenía sentido, pero resultaba casi imposible ignorar tanto miedo, tanta ansiedad, tanta extrañeza. Me daba mucha tristeza verme a mí misma tan constreñida, acurrucada y limitada. Veía a las personas alrededor caminar despreocupadas, reír, comer, interactuar entre ellas y con las superficies y las cosas orgánicamente y sin reparar en anticipaciones. Me parecía que ese universo quedaba en otras coordenadas, estiraba el brazo, pero nunca llegaba a tocar esa libertad”.
Para presentarla a Ro Vitale, uno podría decir que es psicóloga (especializada en Terapia Cognitiva Integrativa), comunicadora, cantante y escritora. También se la puede reconocer por haber brindado una Charla TED o porque su cuenta de TikTok tiene casi 200.000 seguidores con videos de más de siete millones de reproducciones.
Sin embargo, seguramente su gesta más heroica está relacionada con haber sobrevivido al TOC (trastorno obsesivo compulsivo) que durante muchos años la tuvo presa sin saber a ciencia cierta cuándo podría retomar esa libertad para vivir una vida “normal”.
Tenía mucha hipocondría, temores de contaminación y preocupaciones obsesivas
Antes de la irrupción más aguda del TOC, alrededor de la época en la que recibió el diagnóstico, Ro estaba transitando la etapa posterior al lanzamiento de su segundo disco, conectada con las expectativas y las tareas lógicas de un lanzamiento independiente, navegando sus intensidades habituales, pero, como ella dice, también conviviendo con una serie de síntomas que, sin ser tan intensos, ya estaban produciendo interferencia. “Tenía etapas de mucha hipocondría, temores de contaminación y preocupaciones obsesivas por distintas cuestiones. Pero estas manifestaciones estaban más bien acopladas a la idea que teníamos sobre mi personalidad. No estaban pensadas como parte de una condición con nombre propio”.
La irrupción más intensa de los síntomas coincidió con uno de los momentos más importantes de su carrera. Corría el año 2009 cuando ganó un Premio Gardel como Mejor álbum nuevo de artista pop.
“Yo creo que algo de eso rebasó mi sistema. El rol de la música en el guion de mi identidad, las exigencias y mandatos asociados, la necesidad histórica de responder (y fallar) al designio de convertirme una y otra vez en una popstar y las ambivalencias a ese respecto, deben haberme explotado en la cara cuando recibí ese premio. Probablemente me preguntara algo similar a: ¿Y ahora qué? ¿Qué viene después? ¿Cómo sostengo el valor simbólico del premio? ¿Y qué significa? También es cierto que la industria de la música, al menos en aquel momento, me resultaba muy hostil y misógina. Lidiar autogestivamente con mi carrera en ese contexto también era una fuente inagotable de estrés. De todos modos, si bien el Gardel pudo haber sumado chispa a lo que sea que encendió la eclosión de los síntomas más intensos, se trata de un caldo que vino cocinándose con infinidad de escenas y procesos estresantes, traumáticos, complejos. Y que, además, cuento con una vulnerabilidad genética para el desarrollo de síntomas TOC”, aclara.
Vivía encerrada dentro de sí misma
En los momentos más complejos Ro no salía a la calle porque temía que cayera una lluvia de algún material radiactivo. Vivía encerrada y sin contacto con la mayoría de la gente. “Podía pasar horas con sed extrema mirando una botella de agua que me resultaba ´contaminada´ a la que no podía tocar. Había donado gran parte de mi ropa, no podía usar casi nada, lavaba la ropa a mano con desinfectante compasivamente y salía en pleno invierno toda mojada porque nada llegaba a secarse. Mis manos estaban llenas de lastimaduras e irritación por los lavados constantes. Todo mi cuerpo siempre olía a desinfectante. Me llevaba un banquito a las fiestas familiares para no contactar con los objetos ajenos y poder sentarme”.
Por supuesto, que todo esto que le sucedía influyó de manera negativa a nivel laboral, personal y social. En lo que refiere a los síntomas, en una época, cuenta, ya no podía tocar en vivo porque la aterraba tener que contactar con la gente. Además, el confinamiento por la pandemia la alejó de la ´escena´ y, obviamente, eso la dejó fuera de posibles despliegues y proyectos.
“Pero el TOC es mucho más que los síntomas y creo que algunos aspectos obsesivos, perfeccionistas, minuciosos de mi estructura formaron y forman parte de mi creatividad, de mi consistencia y perseverancia con mis proyectos artísticos, de mi honestidad emocional y mi compromiso con lo que transmito. Mis particulares modos de hacer música y de conectar con el público también tienen que ver con el TOC, más allá de si gusta o no gusta lo que hago”.
Las cosas que dejó de hacer por el TOC
Por aquellos días Ro había dejado de besar, de abrazar, de tener sexo, de salir, de cantar en vivo, de caminar sola y de manejar. Por momentos, hasta dejó de comer, de beber, de dormir, de vestirse, de tocar y de compartir.
Cuando se despertaron, de manera abrupta, tantos pensamientos intrusivos y compulsiones que modificaron toda su rutina cotidiana -alrededor de 12 años atrás- Ro se dio cuenta que necesitaba ayudaba profesional porque de esa forma no podía seguir viviendo.
Estaba haciendo análisis con una psicoanalista, pero notó que no la estaba ayudando. Luego de una ardua búsqueda, llegó a la Fundación Aiglé, donde recibió su diagnóstico, Trastorno Obsesivo Compulsivo Severo, y comenzó un tratamiento específico.
“El tratamiento con mayor evidencia científica es la terapia cognitivo-conductual con énfasis en una técnica conductual que se llama EPR (Exposición con prevención de la respuesta). Consiste, básicamente, en ir acercándose gradual y sistemáticamente a lo temido, con la guía de un terapeuta, y no realizar compulsiones. Además, en muchos casos se agrega terapia psicofarmacológica”.
En 2015 publicó TOCada, su primer libro, declarado de Interés Social y Sanitario por la Ciudad de Buenos Aires. [1] “Lo empecé a escribir sin saberlo sentada en el borde de la bañera cuando los síntomas me tenían acorralada. Al principio, lo hacía para aliviarme, escribía compulsiones, auto-reaseguros. Luego, cuando comencé el tratamiento, escribía desde la perplejidad y la tristeza, pero también con el alivio de saber que no estaba sola, que no era la única, y con la esperanza de la recuperación”.
Como psicóloga, Ro acompaña a otras personas con TOC lo cual les permite a los pacientes poder desahogarse con un par que atraviesa sensaciones similares. “Nadie mejor que alguien con TOC para acompañar terapéuticamente a otra persona con TOC. Es increíblemente valioso compartir con los pacientes el diagnóstico. Hay un manejo de sutilezas en el diseño y ajuste del tratamiento que solamente podemos ofrecer quienes tenemos experiencia vivida”.
¿Cómo estás actualmente de salud?
Estoy bien, gracias a Dios. Llena de proyectos, de empuje, de actividades vinculadas con la psicología, el arte y la comunicación. Feliz con el impacto de mi trabajo como divulgadora de salud mental, feliz con el crecimiento de Épica y con un segundo libro que espero ajustar y editar pronto.
¿Cómo viene evolucionando tu recuperación?[
La recuperación es oscilante porque el TOC es parte de mí, no es algo que vaya a desaparecer. Tampoco querría que lo hiciera.
¿Qué avances y logros fuiste obteniendo tras la pandemia?
Volví a reunirme con amigos, a comer afuera, volví a habitar mi casa, a usar ropa que me gusta. Pude volver a caminar sola, ir al super sola, aunque muchas veces me siga costando. Volví a saludar con un beso a mi gente querida y volví a viajar sola, entre otras tantas cosas.
¿Qué aprendiste de todo lo que te pasó?
Aprendí que el TOC es parte de mí, que soy lo que soy también gracias a mi condición. Aprendí a convertir el dolor en contribución, la comunicación en trama, aprendí que además de los síntomas, mi existencia obsesivo compulsiva es responsable de mi sensibilidad, mi honestidad, mi potencia y un montón de otras características de las que me siento orgullosa. Aprendí a valorar y a celebrar a muchas otras personas con TOC y condiciones del espectro. Aprendí a reclamar mi pedazo de mundo, aunque no lo pueda (ni lo quiera) habitar desde la norma neurotípica.
Unas palabras para las personas que tienen TOC
Que el TOC es mucho más que un paquete de síntomas. Que no se avergüencen de su condición. Que los síntomas se pueden reducir muchísimo con el tratamiento adecuado. Que hay mucho para aprender sobre nuestra condición, empezando por revincularnos con ella y siguiendo por dejar de pensarla como algo monstruoso de lo que hay que separarse.
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