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Hace diez años cuando hablaban de hogares inteligentes lo primero que imaginábamos era un robot fregando los platos; luego entendimos que la revolución consistía en darle órdenes a un dispositivo para que, con ayuda de un asistente virtual, gestionara las tareas domésticas. Superadas algunas fantasías, sabemos que le llaman Smart home (Smart por inteligente, home por hogar, en inglés) a la vivienda que cuenta con tecnología aplicada a la automatización de ciertas funciones de uso diario con el fin de simplificar la vida de sus habitantes, procurándoles más confort.
Después de un 2020 confinados y comprobando cuántas cosas estaban mal y podían mejorar en nuestros espacios privados, en 2021 la domótica promete impulsar el gran cambio en la forma de habitar. Ahora sí será imprescindible entender el alcance de la palabra, porque en el futuro cercano tener una casa “superdotada” permitirá mucho más que abrir y cerrar la puerta sin llaves o controlar a distancia el termostato del aire acondicionado: la domótica podría ser una herramienta clave para controlar el importe de las facturas de servicios, léase agua, gas, luz.
En un mundo en el que los recursos naturales están agotándose (por eso mismo son cada vez más caros), quienes no puedan o no quieran independizarse de la red podrán invertir en estrategias para minimizar su impacto en el bolsillo. En ese sentido Estados Unidos es el país que más gasta, incluso la oferta alcanza a la decoración produciendo hasta difusores de aromas y espejos con micrófonos, altavoz y luces LED que cambian cuando vamos a maquillarnos o cepillar los dientes, recuerda un artículo publicado en ABC. Quienes están en tema aseguran que en Asia y Europa el mercado de hogares conectados aumentará considerablemente en 2021, impulsado primero por la industria del ocio y del entretenimiento, luego por la búsqueda de seguridad y el ahorro de energía. El último informe anual elaborado por Statista sugiere que para el 2025 el sector pasará a generar ingresos por la friolera de 175 mil millones de dólares, con más de cien mil millones de dispositivos conectados en todo el planeta . Pero más importantes serán los beneficios de prender la calefacción minutos antes de entrar al domicilio para encontrar el clima justo y no consumir de más, o regular la intensidad de las luces según las horas del día y las actividades de la familia, entre otros aportes que impactarán en la sostenibilidad del planeta. “Reducir considerablemente el uso de gas, electricidad y agua, amortizando la inversión realizada en poco tiempo parece demasiado bueno para ser cierto, pero con algunos sistemas que ya se consiguen a precios razonables en el país, se pueden medir y controlar el consumo en edificios, empresas, barrios cerrados y hogares particulares, logrando reducirlo hasta en un 30%” sostiene Sebastián Aued socio fundador de Life2Better, empresa dedicada a las instalación de dispositivos inalámbricos en la Argentina. “Esta domótica dejó de ser un lujo para pocos. Antes, transformar un hogar en inteligente costaba 60.000 dólares y hoy la inversión está apenas por arriba de los 3000 dólares, y se puede pagar en cuotas. Es decir, ya es algo accesible y buena parte de la cuota se pagaría con lo que se ahorra en consumo. Por esto mismo nuestra intención es convencer a los constructores para que instalen los sistemas al comienzo de las obras, ya que sin dudas esas viviendas serán las más valoradas de acá a unos años, cuando comprendamos que sirven para ahorrar energía y vivir mejor y más seguros” agrega.
Cualquier casa, nueva o usada, en el campo o en la ciudad, se puede “domotizar” siempre y cuando tenga una instalación eléctrica convencional, e Internet de alta capacidad. Solo se requiere colocar ciertos dispositivos detrás de las teclas de luz para que cada uno cumpla una función individual. A través de un teléfono, Tablet o computadora personal con inteligencia artificial el usuario puede gestionarla para que alcance la máxima eficiencia, por ejemplo, estableciendo programas para que los horarios de mayor consumo sean los más baratos. Se puede configurar la iluminación acorde a la luminosidad natural del ambiente, la detección de movimiento o la hora y el día de la semana, y si un integrante de la familia se levanta a la madrugada las luces podrían encenderse a un 20% para no despertar al resto, y, sobre todo, las últimas tecnologías permiten conocer en detalle el consumo de cada artefacto o lámpara, y así evitar sorpresas indeseables en la boleta. Quienes tienen jardines podrían evitar el desperdicio que generan los riegos ineficientes y aprovechar las lluvias integrando el riego automático con el servicio meteorológico online, de manera tal de saber si vale la pena regar o, caso contrario, saber cuántos litros gastar. En el caso del gas pueden detectar consumos excesivos, escapes o anormalidades, y también configurar la climatización interior acorde al clima, entre tantas otras opciones.
El lado B de la “Internet de las cosas” es que llenar la casa de dispositivos también plantea desafíos relacionados con el robo de datos y la pérdida de privacidad, aunque seguramente será muy placentero volver y encontrar el café servido, las cortinas bajas y la película a punto de empezar....
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