Aprovechó una oportunidad ideal para irse, en Estados Unidos mantuvo una buena calidad de vida, pero hoy elige su país y sostiene que “Argentina es un gran lugar para lanzarte por tu cuenta y emprender”
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Desde hacía años que Rafael Torello soñaba con salir de la Argentina, vivir afuera, conocer una nueva cultura en profundidad, adentrarse en sus hábitos cotidianos. Pero, ¿qué lugar elegir?, solía preguntarse. El mundo, vasto y diverso, le abría un interrogante que parecía no tener respuesta, hasta que surgió la posibilidad de mudarse a Nueva York.
Empleado en el universo bancario, un buen día dos mentores le recomendaron trasladarse a la oficina del HSBC de la Gran Manzana, el centro neurálgico del sector al que pertenecía. El sueño de tantos seres en el mundo estaba a punto de convertirse en realidad, el joven argentino estaba a pasos de vivir en una de las ciudades más icónicas del planeta, con trabajo asegurado y la posibilidad de experimentar otro estilo de vida: “La ciudad me cerraba por todos lados y laboralmente era una muy buena oportunidad, así que ni lo dudé”, cuenta, mientras repasa su historia.
Nueva York, la ciudad que no pierde un segundo ni se lo hace perder a los demás
El choque cultural fue inmediato, aunque lo primero que captó su atención fue la impresionante diversidad de etnias, incomparable a lo que conocía de la Argentina. Pero a la par emergió la evidente velocidad, un ritmo incasable de una sociedad siempre ocupada, que parecía incapaz de detenerse demasiado en el presente. Rafael sentía que allí, en Nueva York, nadie estaba dispuesto a perder ni un segundo, menos aún hacérselo perder a los demás.
Apenas unos días habían pasado, cuando cierta vez fue a pedir un café, observó la pizarra repleta de opciones, quedó perplejo y dudó cuando le preguntaron qué quería ordenar. La indecisión no fue bien recibida, lo miraron mal y le pidieron que se hiciera a un lado.
“Con los tiempos, en general, son muy organizados. También en su vida personal, donde planifican las actividades de la semana con mucha anticipación y son más puntuales que los argentinos, así que me tuve que adaptar bastante”, observa Rafael.
El trabajo y la calidad de vida en Nueva York: “La cultura finalmente pesa”
Como en todo comienzo laboral, los primeros días transcurrieron intensos y desafiantes, sumado al choque cultural, en especial en relación a las costumbres. Habituado a tomarse una pausa para el ritual del almuerzo y a mantener conversaciones “triviales”, Rafael tuvo que acostumbrarse a comer frente a la computadora, así como al trato directo, casi chocante, de sus compañeros en aquel mundo laboral neoyorquino.
“Recuerdo que me contestaban los llamados con un `¿qué pasa?´ en lugar de un típico `¡hola! ¿cómo estás?´ o `¿qué tal el fin de semana?´”, cuenta el argentino. “La primera vez que me hice mate en la oficina no entendía por qué me miraban raro hasta que, después de unas semanas, uno me admitió que pensó que el mate era un bong de marihuana”.
Con el correr de los meses, la novedad del nuevo comienzo se fue diluyendo, hasta dar paso a una rutina incansable y un tanto repetitiva. Cada mañana, Rafael arrancaba muy temprano, tomaba el subte, compraba un café en el camino y llegaba a la oficina para entregarse a varias horas seguidas de trabajo, con pocos cortes para buscar más café o comida.
“Algunas tardes jugaba al fútbol, o salía con amigos a comer o tomar algo en alguno de los mil lugares distintos que había”, rememora. “Nada muy especial, excepto que las horas de trabajo eran largas y particularmente en invierno, con los días cortos y sin mucha actividad, se me hacía todo un poco repetitivo. El invierno siempre fue lo que más me costó, nunca me acostumbré al frío de allá. Recuerdo que jugaban al fútbol con nieve porque, mientras no se congelara, no había riesgo. Una sola vez cometí el error de acceder a jugar al aire libre así”.
“La calidad de vida es muy buena, pero es un estilo distinto al de Argentina. Tenés comida de todas partes del mundo, espectáculos y eventos todo el tiempo, estás a unas horas de la playa y de la nieve; hay de todo, aunque no es barato. Tampoco estás preocupado porque te roben en general, ni te tenés que preocupar por la devaluación, así que da un poco de tranquilidad mental”.
“Por otro lado, si bien son muy cordiales, no es el mismo trato o calidez humana que en Argentina. En general me pasaba que no entrás en confianza tan rápido, aunque puede ser también un tema cultural”, continúa. “Obviamente que sin los amigos de toda la vida no es fácil, pero al ser una ciudad muy cosmopolita y abierta con el tiempo me fui adaptando. Probé no caer en la misma del grupo de argentinos, pero la cultura finalmente pesa, y la verdad que la comunidad de argentinos y latinos en general es excelente allá, así que pude hacer un buen grupo de amigos”.
Una pandemia, un propósito de vida, y Ágora, una plataforma para profesionales independientes
Los años pasaron, Rafael se habituó a su nueva vida, disfrutó de los estímulos de Nueva York, pero, tal vez sin asimilarlo del todo, también dejó adormecer su propósito en la vida, sus anhelos más profundos.
La pandemia encendió las llamas apagadas. El freno inevitable le dio la oportunidad de detenerse como hacía mucho no lo hacía para pensar qué quería hacer de su vida: “Me di cuenta de que, si bien había disfrutado mis años en el banco, no era el estilo de vida que deseaba llevar. Siempre quise trabajar en algo que sienta como propio y, en mi tiempo libre, al menos tratar de ayudar a personas menos afortunadas”, manifiesta.
Fue así que, a principios de 2021, Rafael habló con su excompañero de la facultad, Juan Pablo Abossio, quien le contó que había encontrado un gran socio, Alberto Yanes, para emprender. Él, Rafael, sería el eslabón faltante ideal -le dijo-, juntos podrían llevar adelante Ágora, una empresa comprometida en potenciar a profesionales independientes que brindan servicios y ayudarlos en el difícil camino que es gestionar un negocio propio.
“Ágora es una plataforma de e-commerce para profesionales independientes. Les permite crear un sitio personalizado en cinco minutos para vender clases, turnos o entradas para eventos sin intermediarios. Así, equipamos a profesionales para digitalizar su negocio de servicios”, describe Rafael.
“Brindamos soluciones simples para problemas complejos: página web, sistema de reservas, suscripciones, pagos online, registro de ventas y clientes, facturación y asesoramiento en marketing. Algunas de las disciplinas más ofrecidas son nutrición, psicoanálisis, coaching, fitness, yoga, manicuría, maquillaje y artes plásticas”.
“Todo arrancó con Juan Pablo y Alberto, que ya habían armado un gran equipo, y les agradezco por haberme dado la oportunidad de formar parte de este proyecto”, continúa Rafael. “Gracias a este emprendimiento tengo la oportunidad de hacer lo que me gusta. Ni hablar de que está casi toda mi familia y mi círculo de amigos acá, con lo cual siempre supe que iba a volver”.
Volver: “Creo que Argentina es un gran lugar para lanzarte por tu cuenta y emprender”
Desde que regresó a la Argentina, la principal pregunta que Rafael recibe acerca de sus cuatro años en Nueva York es por qué volvió. En lo personal, él sabe que el riesgo asumido fue grande, tanto por la enorme inversión de tiempo, como de dinero. Aun así, está convencido de que vale la pena, en especial por el potencial impacto que puede tener su empresa en tanta gente.
Rafael agradece cada día haber cumplido el sueño de vivir inserto en otra cultura, y experimentar una ciudad como Nueva York, veloz y colmada de aprendizajes. Argentina, sin embargo, jamás dejó de ser parte esencial de su identidad, así como el deseo de aportar para algo mayor, con sentido, con pasión y propósito.
“El último tramo de mi vida no ha dejado de ser un aprendizaje. Desde lo difícil que es emprender, la cantidad de temas que hay que encarar al mismo tiempo, la inestabilidad emocional que genera. Siempre digo que es una montaña rusa de emociones, con buenas y malas que se van alternando”.
“Siempre había trabajado en empresas multinacionales así que estaba mal acostumbrado a contar con un departamento de finanzas, impuestos, legales, marketing, etc. Ahora no puedo levantar el teléfono y pedir ayuda con algo, realmente hay que aprender de todo y encontrar a las personas adecuadas para cada cosa. Creo que mejoré mucho la organización de mi agenda, el multitasking y también a priorizar temas. Digamos que esta experiencia respaldó la noción que tenía de lo difícil que es trabajar de forma independiente y me convence aún más de lo necesaria que es la solución que construimos”.
“También creo que Argentina es un gran lugar para lanzarte por tu cuenta y emprender. Soy un firme creyente de que en toda crisis hay una oportunidad, y lamentablemente creo que no hay dudas de que estamos en una crisis económica, política y social”, reflexiona. “Por qué volví es la pregunta más frecuente. Creo que los argentinos somos demasiado duros con nuestro país y, si bien entiendo las razones, soy más optimista que la mayoría”, concluye.
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Si querés compartir tu experiencia podés escribir a argentinainesperada@gmail.com . Este correo NO brinda información turística, laboral, ni consular; lo recibe la autora de la nota, no los protagonistas. Los testimonios narrados para esta sección son crónicas de vida que reflejan percepciones personales.
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