Fernando Diez es el alma del Mercadito Pitucón y de la cuenta de Instagram de Don Terrenal donde se charla como en la esquina del barrio mientras se hacen las compras.
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“Intento recuperar los códigos que se fueron perdiendo –tanto de la vida del campo como de la ciudad– con una visión más moderna”, explica Fernando Diez, creador de la tienda de deco online Mercadito Pitucón y de la cuenta de Instagram de Don Terrenal donde cada día se suman nuevos seguidores felices y emocionados de encontrar un espacio en el que se reivindica la historia de esos “cachivaches” que nos transportan al hogar familiar y su folclore de sillas materas, banquitos, cacharros enlozados o patos de cerámica que vuelven por la gloria. En su casa taller conocimos el lugar donde nacen sus #pequeñas alegrías.
El mayor de cuatro hermanos varones, creció en un pueblo de la provincia de Buenos Aires cobijado por el cariño de varias mujeres: su madre, que dejó la docencia para dedicarse a la crianza de sus hijos, abuelas, tías y maestras siempre atentas a espantar el aburrimiento con actividades creativas.
Uno de los momentos que más disfrutaba en su niñez era cuando iba a la casa de dos hermanas, ambas maestras, que tenían un taller donde los chicos creaban objetos y juguetes con maderas. Allí se despertó su interés por la carpintería y por encontrarles una nueva vida a las cosas.
¿Cómo surgió Don Terrenal?
Se fue dando de una manera muy natural. Siempre me dediqué a la Comunicación y el Diseño Audiovisual. Casi como un hobby, mientras trabajaba en la producción de programas de televisión, empecé a hacer repisas, alacenas, marcos para cuadros, espejos… los pintaba de blanco, les hacía un patinado al estilo shabby chic que se usaba entonces y las vendía online. Fueron un éxito.
Me encantan las ferias, el regateo. Traigo a casa todo lo que me gusta y después decido qué me quedo y qué sale a la venta o se guarda.
¿Y cómo fue el paso del shabby chic a los pasteles saturados?
Hacía unos muebles amorosos e impecables que eran muy distintos del estilo artesanal de mi casa y al mismo tiempo andaba por las calles de San Telmo, Barracas, La Boca levantando pino tea o me metía en los conventillos donde la gente pone la mesa y la pelopincho en la vereda. En un momento pensé: “Esta madera tiene otra historia, no puedo usarla para hacer un objeto que emula la vida en La Provence: habla de otra cosa. Entonces dejé que mi vida real y ese origen auténtico se empezaran a filtrar. Sin dudas, Don Terrenal no sería lo que es sin la influencia del barrio.
“Ahora que muchos hablan de dejar la ciudad yo reafirmo mi intención de quedarme aquí. Es un placer vivir en el centro estemos o no encerrados”
En sus posteos, las frases que acompañan las fotos son un homenaje a la sabiduría de las “doñas”, un incentivo para despertar la curiosidad de los millennials y un guiño a la picardía barrial.
Paparulo, cachivache, chirimbolo... ¿De dónde salen esas palabras y esa voz tan particular?
Siempre estuve rodeado de gente mayor que yo. Todas estas palabras las heredé al rodearme de maestras, de mis tías de Flores… Un buen porcentaje de mis seguidoras son mujeres de 45 a 65 años y más, que me cuentan que lo escribo les hace acordar a sus abuelas. Cuando uso la palabra "mamarracho", es porque quiero traer de vuelta a casa esos detalles cargados de sentido y de emoción.
Vivir y trabajar en casa
“Tener el taller aquí fue una ventaja porque pude seguir trabajando todos estos meses. Soy afortunado de vivir en un lugar en el que dan ganas de quedarse. Esta casa es un refugio que se construyó con mucho afecto”, cuenta Fernando.
La dama y el vagabundo
“Ni se me pasaba por la cabeza que Pascualina saliera en las fotos. Un día tenía que publicar una mesita y ella insistía en meterse. Entonces hice la foto y puse: ‘Mesa baja que también sirve como pérgola de petisas entrometidas’. Y explotaron los comentarios”, recuerda. Hace poco más de un año y medio adoptó a Cocoliche y lo rescató del abandono. “Agradece cada gesto del corazón. Es de los que se hacen duros, sin perder ternura. Cuida la casa y ama torrar en rincones solitarios”, dice del Negrito del Oeste.
Sueños y pequeñas alegrías
“Un ranchito borracho de sueños y amor”. ¿Por qué elegiste ese verso para el Mercadito Pitucón?
Cada uno sabe cuáles son sus sueños: viajar, tener un hijo… Me gusta la imagen de la casa que no es perfecta y alberga todos esos anhelos. Por supuesto, también tiene que haber lugar para el amor, que es un baúl inmenso y vacío donde entra cualquier cosa que quieras. Y borracho, porque está entregado justamente a los sueños y al amor.
¿A qué atribuís el éxito del Don Terrenal?
Siento que surgió de una manera muy orgánica la conexión entre la decoración y los elementos de la vida de campo, el barrio, el folclore o el tango. Eso lo interpretaron muy bien las señoras que empezaron a decir: “¡Pará! Entonces… esto que yo tengo no está tan lejos de lo que se usa”. Y es cierto, porque las casas reales, a su manera, también están decoradas.
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