Virginia Innocenti: “Me gusta mucho permanecer en un estado de contemplación”
Debutó en un clásico del cine argentino como la Historia oficial (1985) y desde entonces iluminó la pantalla grande con sus trabajos en Sur, Gatica, el mono; Cohen versus Rossi, Iluminados por el fuego o Lengua Materna, por mencionar algunos de sus pasos por el cine, donde al igual que en la televisión, se distinguió por la encarnadura de sus personajes fuertes. Muchos la recordarán en Socorro quinto año; Los Machos, Poliladron o Mujeres Asesinas. Incluso ganó el Martín Fierro como mejor actriz protagónica gracias a su interpretación en Campeones.
Frágil e intensa a la vez, después de consolidarse como actriz, la vida llevó a Virginia Innocenti (Buenos Aires, 1966) a meterse en una nueva faceta de su trayectoria como artista, hasta entonces reservada a su círculo más cercano. Como cantante debutó con Heme aquí (2000), y luego siguió adelante con diferentes espectáculos, grabó dos álbumes, Habrá (2004) y En agua negra (2006) y se destacó en Dijeron de mí, la pieza inspirada en la vida y obra de la gran Tita Merello. Por lo pronto, en ese mismo rol de cantante, el próximo 7 de octubre regresará al escenario para presentar “En la Luna. Canciones de amor”, como bautizó a este “concierto amoroso” regresa renovado a El Camarín de las Musas, muy bien acompañada por el guitarrista Sergio Zabala, con un repertorio de pop, zambas, tangos, boleros y clásicos de Leonardo Favio, Nino Bravo, Carlos Gardel, Joaquín Sabina, Chavela Vargas y Joni Mitchell, entre otros.
“Para mí el espacio musical es un espacio muy personal donde no hay ninguna especulación posible. A lo largo de mi vida me han ofrecido grabar discos de salsa, ir a Miami, pero no. Yo con la música tengo una relación casi religiosa. La música siempre me ha rescatado. Canto lo que necesito cantar y me representa en ese momento”, asegura Innocenti sentada a la mesa en su casa de Villa Ortúzar.
Es interesante porque la elección del repertorio habla de este presente que estás atravesando: ¿Por qué esas canciones en este momento?
Por una necesidad de generar un momento y un espacio reparador, que sea conmovedor y reconfortante en algún punto. Es un estado personal, anímico o emocional que siento por las cosas que pasan en el país y en el mundo. Creo que los seres humanos estamos caminando por una cornisa, y es necesaria una toma de conciencia profunda. No se puede seguir viviendo como un papanatas en medio de tanta tristeza y malestar que aqueja el mundo. Y En la Luna es también mi manera de hacer un pequeño aporte amoroso. Quiero invitar a la gente a que recuerde que esos espacios existen, que uno se puede proveer esos espacios, la música está en todos y cada uno. Solo hay que permitirse el espacio personal de conectarse con el propio sonido y el de los demás, escucharnos. Lamentablemente, hace mucho tiempo que vamos corriendo de un lado a otro y no nos escuchamos, no escuchamos nuestro corazón y el de las personas que tenemos cerca.
¿Cómo te marco esa relación con la música y la actuación?
Estoy en esto porque básicamente soy una gran cuestionadora, en el sentido de que la vida es un gran misterio, un milagro, por más que uno naturalice algo tan increíble. Me conmueve profundamente. Entendí que hay muchas cosas que no tienen respuesta, y quizás lo que no se puede nombrar es de lo que estamos hechos. Particularmente el arte trata de traducir eso tan indecible, y hacer el transito más amable. Uno está en este mundo para aprender. En ese sentido, el arte contribuyó a conocerme mejor, a comprender cuáles son mis límites, en que aguas puedo nadar.
El público te conoció primero como actriz y luego como cantante: ¿En qué momento decidiste salir a cantar?
Fue cuando estaba haciendo Confesiones de mujeres de 30, en el 96, junto a Alejandra Flechner y Andrea Politti. Nosotras fuimos las que estrenamos la obra acá en Buenos Aires. Yo venía de hacer La oscuridad de la razón, de Ricardo Monti, una tragedia latinoamericana en prosa poética. Después de eso interpreté a La Maga en Rayuela, otra adaptación de Monti. Así que venía de hacer mucho drama, personajes muy terribles y nació la necesidad de hacer una comedia. Confesiones fue un éxito comercial, pero después de varias temporadas empecé a necesitar escuchar nuevamente mi corazoncito. Tenía algunas canciones compuestas y me puse muy seriamente a estudiar canto. Creo que con trabajo y dedicación uno puede hasta reeducar su manera de pensar la vida. Así nació Heme aquí (2000), mi primer espectáculo en esa nueva etapa como cantante.
¿Cuánto de trabajo y cuanto de talento hay en la música y la actuación?
Mi abuelita decía: Lo que natura non da, Salamanca non presta. Siento que debe existir un don, pero que también es necesario tener mucho tesón para desarrollarlo, porque con el talento solo no alcanza. También es importante rodearse de grandes maestros y grandes directores.
Gatica fue indudablemente un hito en tu trayectoria como actriz. ¿Cómo recordás esos días de rodaje con Leonardo Favio?
Con una enorme felicidad y agradecimiento.Yo me siento una privilegiada, muy hija de él en el sentido de que siempre me tuvo mucho aprecio y fue un consejero, una persona muy habilitadora conmigo. Leonardo Favio era un gran poeta.
¿Qué te gusta hacer en tus ratos libres, tus tiempos de ocio?
Cuando puedo, me gusta mucho permanecer en un estado de contemplación. En realidad siempre estoy en un estado creativo, pensando en algo, o trabajando en algo. No se lo que es el aburrimiento. Se me pasa el día, me levanto, llego a la cama extenuada y no sé qué hice. Trato de practicar yoga, de leer, escuchar música, y sobre todo me gusta encontrarme con mis seres queridos, con mis amigos. Me gusta verlos, conversar, tener un contacto real. La televisión es algo que no existe en mi vida.
¡Cómo te manejás con las redes sociales?
Y… tuve que aprender a usarlas, tengo mi página oficial, subí cuatro fotos a Instagram y no sé cómo se sigue usando. Siento que me roban tiempo, pero de algún modo son necesarias, porque es la manera de comunicar cuestiones profesionales.
¿Y cómo ves al país hoy? ¿Sos optimista o pesimista?
No, no soy optimista. Todo lo que ha sucedido y viene sucediendo a mí me tiene muy preocupada y compungida, muy triste. Tengo una tristeza enorme porque siento que con este gobierno hemos retrocedido muchísimo, se ha naturalizado la violencia, la represión, me parece que no es necesario que lo diga yo. En general los artistas pasamos a ser una artículo de lujo, porque la mayoría de la gente la está pasando muy mal y se está precarizando todo. No tiene que ver con cuestiones ideológicas, sino con las cosas que están pasando.
¿De qué cosas estás segura?
De que quiero ser cada día más respetuosa de la vida, y trabajo para eso.
¿Alguna frase de cabecera?
No le hagas a otros lo que no te gusta que te hagan a vos.
Simple y natural
Virginia cuenta que su bebida favorita tan simple y natural como el agua. “Yo tomo agua: agua natural, del filtro. Salvo en verano, que la tomo un poco fría. Es deliciosa el agua. En general las gaseosas no me gustan. Tampoco fumo, no bebo, ni miro televisión, trato de alimentarme bien y descansar. Trato de llevar una vida bastante saludable”, asegura
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