"Pasé por varias etapas. Creo que es lo que nos sucede a muchos, ¿no? Al principio fue: ‘Bueno, vamos a ver series’ y cuando nos dimos cuenta de que la cuarentena iba a durar más la cosa se puso un poco áspera. Soy consciente de que estoy en una situación de privilegio: vivo en un departamento con balcón, tengo ahorros y una hija que me conecta con el presente", reflexiona Violeta Urtizberea (35). La crisis sanitaria por el Covid-19 encontró a la actriz y flamante mamá de Lila Ingaramo (ocho meses) en una situación "bastante ideal", como describe ella. "Recién empezaba otra vez con el trabajo, reinsertándome. No es que tenía un año por delante repleto de actividades y proyectos", analiza.
Cuando el presidente Alberto Fernández decretó el aislamiento social, preventivo y obligatorio, a mediados de marzo, a Violeta se le canceló un rodaje, pero ella no lo vivió como una decepción. "Siendo sincera, me estresaba la idea de dejar a Lila al cuidado de alguien, así que me lo tomé como una prórroga para seguir conectándome con ella. Está bueno, además, estar disponible en un ciento por ciento para Lila sin tener la sensación de que me estoy perdiendo de algo o que me tengo que ir a tal hora", explica Violeta, a quien la maternidad, el capítulo que inauguró en septiembre del año pasado junto a su pareja, el músico Juan Ingaramo (33), parece sentarle de maravillas.
"Con Juan aprovechamos la cuarentena para pasar a Lila de la cuna colecho a su propio cuarto. Es algo que no hubiéramos hecho en pleno laburo porque significa levantarte quinientas veces por noche para lograrlo y no da si al día siguiente tenés que levantarte temprano".
–Debe ser difícil no contar con otra ayuda más que la de tu pareja.
–Todo tiene sus pros y sus contras. Estar con una beba desde hace sesenta y pico de días, todo el día, sin ayuda y pasándomela con Juan de brazo es brazo es un montón. Si a eso le sumás los quehaceres domésticos se pone un poco intenso. En ese sentido, me encantaría tener unos minutos para mí, pero bueno, lo que toca ahora es esto. Como todos, tengo días buenos y días malos. ¿Quién no colapsó durante esta cuarentena?
–Más allá de la pandemia, ¿cómo vivís la maternidad?
–Es medio intransferible lo que me pasa. Vas entendiendo todas las frases que escuchaste a lo largo de tu vida. Eso de que es muy intenso, megasacrificado, que te cambia la vida 180 grados, y que, a la vez, vale la pena. Es así. Como no tenés mucho lugar, real y simbólico, hay cosas que te dejan de importar. Ya no pensás en qué va a pasar. La maternidad es presente absoluto y está bueno porque te corre de la neurosis. A mí me viene muy bien, sobre todo en una situación como esta…
–¿Qué faceta descubriste en tu persona desde que sos madre?
–Se te excacerba eso que ya sos. Soy bastante controladora, de las que googlean y leen todo sobre un mismo tema. Siempre fui así y con la maternidad ese rasgo se me potenció. A su vez, descubrí que tengo más paciencia de lo que creía. Nunca fui muy amante de los bebés. Era buena onda, "qué divino", pero nada más y me preguntaba cómo iba a ser con el llanto y la demanda constante. En ese sentido, no me reconozco. Es un amor tan fuerte y ves tan desprotegido a tu hijo que te surge toda la paciencia del mundo.
–Contanos de Lila, ¿cómo es?
–[Piensa]. Es risueña y muy simpática. Tiene buena onda. Ahora empezó a comer y es una glotona total. Me fascina porque siento que viene acompañado de una personalidad que disfruta, goza.
–¿Cambió la relación de pareja con Juan?
–Todo cambia tanto cuando tenés un hijo que me cuesta entender cómo éramos antes. No me acuerdo, te juro. Lo que sí puedo decirte es que la vida con Lila es espectacular y nos conecta con un amor que trasciende todo. Nos miramos y nos preguntamos: "¿Nosotros creamos este ser?". No lo entendés, es casi metafísico. Haberlo hecho juntos, a través del amor, es muy romántico y bello. Te une a esa persona para toda la vida. Es bastante alucinante, diría.
–¿Qué es lo primero que vas a hacer cuando se levante la cuarentena?
–Fantaseo con ir a un bar y almorzar sola. Suena mal porque estoy segura de que todo el mundo te diría: "Ir a ver a tal", pero yo necesito un poco de soledad. [Se ríe]. Sueño con sentarme en un mesa, pedir algo del menú y que me atiendan. Estoy podrida de cocinar, lavar los platos y poner la mesa. [Risas].
Todo cambia tanto que me cuesta entender cómo éramos con Juan antes de que estuviera Lila. Haberlo hecho juntos es muy romántico
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