Vinos: qué tesoros esconde la cosecha 2018 y por qué fue un gran año para el Malbec

Desde sus fincas más antiguas y luego de una vendimia excepcional Achaval Ferrer elaboró tres vinos inigualables.

1910, 1921 y 1950 no fueron tres años más para la vitivinicultura argentina: son las fechas en las que nacieron los viñedos de la prestigiosa bodega mendocina Achaval Ferrer. Tras haber pasado un par de vendimias atípicas para la vitivinicultura, las legendarias Fincas Bella Vista, Mirador y Altamira demostraron una vez más que solo es cuestión de tiempo y saber interpretar sus mensajes, ya que la cosecha 2018 logró tres vinos que dejarán su huella.

“La cosecha 2018 fue un fenómeno memorable, como renacer luego de los aprendizajes de dos de las cosechas más difíciles por las que habíamos pasado”, cuenta el enólogo de Achaval Ferrer, Gustavo Rearte. Elaborados a partir de viñedos centenarios, y luego de esperar su punto óptimo de estiba en botella, los Malbec Achaval Ferrer Finca Bella Vista (plantada en 1910), Achaval Ferrer Finca Mirador (plantada en 1921) y Achaval Ferrer Finca Altamira (plantada en 1950), sorprenden por ser dueños de personalidades muy particulares.

A la hora de explicar por qué 2018 fue un año especial para la vitivinicultura argentina, Rearte lo resume así. “El clima fue excelente, volvimos a los años mozos de Mendoza, aquellos días en los cuales el desarrollo y la madurez de la uva se dan a la perfección, incluso antes de la cosecha. Estos tres vinos dan testimonio del máximo esplendor de su terroir: homogeneidad entre ellos, simplicidad durante la elaboración y el resultado es la complejidad esperada en cada uno”. Desde el 4 de abril estos ejemplares están disponibles en Argentina y en los 34 países a donde exporta la bodega, se pueden encontrar en las principales vinotecas y restaurantes de nuestro país; cada uno con su propia historia.

Finca Altamira

“La Finca Altamira, con sus 72 años de vida, nos hizo ver que la cosecha tendría una gran particularidad: debía realizarse en dos pasadas, porque la madurez de las hileras era diferente. Fueron 10 días de disparidad entre cada uno de los lotes. En el Lote 2, un terroir con una mayor intensidad de piedra, encontrábamos mayor homogeneidad y gran expresión. En el Lote 1, que fue el que se esperó luego de levantar la uva, se buscó la homogeneidad”, explica Rearte.

Finca Mirador

La Finca Mirador, por su parte, tiene 101 años de historia y, según Rearte, “expresa toda su elegancia desde la tierra y cuenta de manera sincera sus sentimientos”. El resultado, continúa el enólogo, es la “delicadeza, elegancia y mucha expresión, un verdadero embajador que ha conquistado aún a los que no creían en el potencial de la región del este”.

Finca Bella Vista

Rearte comenta que “en la Finca Bella Vista, con 110 años de expresión, se encuentra toda la sabiduría de la viña más añosa de los tres ejemplares”. Y agrega que el Malbec 2018 surgido de ahí es un vino “intenso, floral, expresivo y con taninos aterciopelados; de una acidez vibrante que continúa por siempre”.

Guardiana de un legado y custodia de viñedos centenarios, Achaval Ferrer es la bodega mendocina que mejor sabe interpretar el mensaje de la tierra y que comprende la sabiduría que solo el paso del tiempo puede otorgar. Los tres ejemplares tienen un precio sugerido de $24.000 y se trata de partidas limitadas que han sido cuidadosamente distribuidas entre 35 países.

Descubrí más acerca de Achaval Ferrer a través de su cuenta de Instagram @achavalferrer y conocé el catalogo completo ingresando a www.achaval-ferrer.com.

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