Dorado, dulce, con una pizca de acidez y aroma a flores. Esas son las características del vino más autóctono de entre las 197 variedades que se cultivan en la Argentina. El torrontés es el único nativo y se elabora en todas las provincias vitivinícolas. Es incluso más criollo que el globalmente conocido Malbec.
El cultivo de esta uva blanca propia, logró con los años el reconocimiento de enólogos y críticos de todo el mundo creando así, un vino de sabor único, exótico, con reminiscencias a frutos cítricos y notas herbáceas.
Colomé Torrontés se elabora con uvas de viñedos propios ubicados entre los 1.800 metros y los 2.300 metros sobre el nivel del mar. El trabajo que se realiza desde el viñedo es fundamental ya que los rendimientos bajos, los suelos arenosos y con poca piedra posibilitan la producción de este vino único y aromático.
El torrontés de Colomé es bastante singular porque la fecha de cosecha es temprana buscando frescura y una fermentación larga y en frío que permite a las levaduras expresar aromas más florales y delicados para lograr además un volumen especial en boca que caracteriza este vino.
Según Thibaut - un reconocido enólogo francés que vive en Salta para estar cerca de los viñedos que Bodega Colomé tiene en Molinos-, a pesar de que el torrontés es la cepa argentina por excelencia, existe una variedad en la península Ibérica. "En teoría ambas variedades son iguales, pero no es así. La versión hispana es diferente", explica y asegura que, con el tiempo, se producirá un boom global de este vino argentino.
En el país se cultivan tanto la uva blanca Muscat d’Alexandrie, de origen español, como la Listan Prieto, que es la criolla chica, también de la península Ibérica.
Al llegar los misioneros a América, estas cepas para elaborar vino de misa fueron cruzadas y de ahí nacieron los clones de torrontés riojano y sanjuanino.
La variedad de Muscat que crece en suelo riojano es la más aromática, fresca y floral; mientras que la de origen sanjuanino es neutra y seca. Salta y, particularmente, los altos valles calchaquíes es uno de los terruños preferidos para cultivarla. Según Delmotte, el torrontés se adaptó muy bien al Valle Calchaquí: "A esa uva le gustan los suelos arenosos porque echa raíces en profundidad. Es más saludable en ambientes con gran amplitud térmica como las que poseemos en Colomé: la fruta madura mejor con el calor de día y se mantiene fresca a bajas temperaturas nocturnas", explica el winemaker de Bodega Colomé, quien describe a la variedad torrontés como aromática y exótica.
El torrontés de Bodega Colomé es particular. En las catas aparecen las características típicas de la región manteniendo un equilibrio entre salvaje y frutado.
¿Cómo es el proceso de elaboración?
El enólogo francés relata el proceso de la cosecha, que comienza a fines de febrero y termina a principios de marzo. "El punto de madurez es clave: si la uva se cosecha muy temprano, nos da un vino herbáceo y diluido pero si se cultiva tarde, cuando la fruta está muy madura, entonces el vino será pesado y amargo". Encontrar el punto medio es la mayor tarea de este artesano. Para Delmotte la clave está en combinar la fermentación a baja temperatura, que descubre aromas a jazmín, pomelo y durazno, con lías en suspensión, para conseguir volumen en boca. Es un vino que se embotella rápido y no pasa por madera para preservar su frescura.
Las bodegas que producen esta variedad tienen una oportunidad comercial porque el mundo considera al torrontés un vino de nicho. Delmotte dice que es descripto por los expertos como un secreto, poco conocido, pero cuando el consumidor lo prueba "siempre vuelve a querer beberlo".
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