En diciembre de 1989, cuando el actual Secretario de Turismo era un exitoso piloto de offshore, sufrió en el río Paraná una violenta vuelta de campana en su catamarán
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“Sálvenme la vida. Del brazo ya veremos. Quiero vivir”. Las crónicas de la época recrean la escena: tumbado en una camilla, en un estado de semiinconsciencia, mientras lo ingresan al sanatorio Laprida de Rosario, quien suplica por su vida a los médicos es Daniel Scioli. Es el mediodía del 4 de diciembre de 1989. Entonces, hace exactamente 35 años, el actual Secretario de Turismo, Ambiente y Deportes del gobierno de Javier Milei era un piloto multicampeón de motonáutica y acababa de sufrir un accidente en su lancha que cambiaría su existencia para siempre.
A las 11.42 de aquel primer lunes de diciembre, en el kilómetro 330 del río Paraná, a la altura de Ramallo, una ola generada por un buque carguero provocó que el catamarán “Frigidaire” piloteado por Scioli se desestabilizara y diera una vuelta de campana que los arrojó a él y a su copiloto italiano Luca Nicolini fuera de la nave. En el violento incidente el campeón argentino de motonáutica perdió su brazo derecho. Y estuvo a punto de morir desangrado. Ocurrió en la segunda fase del Gran Premio Internacional de Motonáutica offshore 1000 kilómetros del Delta Argentino y fue un accidente que conmovió a todo el país.
A finales de la década del ‘80, Daniel Scioli se había vuelto famoso en la Argentina por su rutilante trayectoria como piloto en competencias de offshore. Sus carreras en su catamarán por los diversos ríos del mundo eran transmitidas por el 9, el canal televisivo propiedad de Alejandro Romay, líder de audiencia durante esos años, algo que lo convirtió en un personaje popular aún antes de su ingreso en el universo de la política.
En agosto de 1989, el joven corredor de 32 años, había vencido en el gran premio de Poole, en Inglaterra y con ello se había adjudicado por segunda vez consecutiva el Campeonato Europeo de Motonáutica de Clase 2. Con esos galardones recientes, el deportista disputaría en la Argentina la competencia de los 1000 kilómetros del Delta Argentino, que constaba de cinco etapas y que era organizada por la Federación Motonáutica Argentina.
El tremendo accidente de Scioli ocurrió durante la segunda etapa de la carrera, que unía los puertos de Zárate y Rosario. Pero en la previa de aquella jornada ocurrió un hecho llamativo, que concitó aún más la atención de la gente en la competencia del motonauta.
Sucedió que en la primera parte de esa carrera, realizada el 3 de diciembre, con un recorrido entre Puerto Norte (frente al aeroparque metropolitano) y Zárate, la embarcación de Scioli, llamada “Frigidaire de Alba y Vencedor”, no fue comandada por él sino nada menos que por el flamante presidente de la Argentina, Carlos Saúl Menem. El doble campeón europeo actuó entonces como copiloto.
“En lo personal, tengo la satisfacción de haber corrido con el presidente Carlos Menem la primera etapa de los 1000 kilómetros del Delta que fue, sin dudas, lo más glorioso de toda mi carrera deportiva”, diría el propio Scioli a este medio pocos días después de obtener el alta médica. El político riojano se había caracterizado en los primeros meses de su mandato por practicar en público distintos deportes y pilotear la Frigidaire era un desafío deportivo más en un momento en que su popularidad estaba en alza.
El accidente: “Vimos una ola de tres metros”
Al día siguiente, en la segunda etapa de los 1000 kilómetros del Delta, con un recorrido entre Zárate y Rosario, Scioli volvió a tener en su catamarán la compañía del italiano Nicolini, que era su habitual copiloto. Todo venía más o menos según lo planeado hasta que, tras una hora de navegación, ocurrió el desastre.
En la mencionada entrevista, el motonauta cuenta detalladamente cómo fue el accidente que casi acaba con su vida. “Pasó todo muy rápido. Inesperadamente. Traíamos gran velocidad porque estábamos por pasar a otra embarcación -La Juncal-. Yo estaba atento a los controles y Luca Nicolini, mi copiloto, se ocupaba de la navegación. De pronto, tuvimos enfrente una ola de unos tres metros que después nos enteramos que la produjo un gran buque carguero, y nada pudimos hacer. La embestimos”.
“Entonces el catamarán dio una vuelta de campana y nos expulsó -continuaba el piloto-. Pero antes de caer, ya roto, me pegó en el brazo. Como su conformación es de fibra y Kevlar, dos materiales muy duros y cortantes, perdí el brazo. Eso fue todo”.
Luego llegaron las escenas del rescate. Fueron Christian Buhler y Roberto Casavechia, pilotos de La Juncal, una lancha que estaba cerca de la Frigidaire, quienes vieron el accidente y se acercaron para rescatar al piloto y al copiloto que habían sido arrojados al agua. “Chocar con una ola de esas características es lo mismo que agarrar un lomo de burro con un auto de carrera a toda velocidad”, explicaría luego a la prensa Buhler, que fue quien, junto a su compañero, literalmente, salvó la vida de Scioli.
El rescate milagroso
Buhler y Casavechia rescataron al motonauta accidentado de las aguas y, al ver la situación de su brazo, le practicaron de inmediato un torniquete para evitar que continuara desangrándose. En declaraciones posteriores cuando su vida estaba fuera de peligro, Daniel Scioli contaría que había perdido dos litros de sangre. Nicolini también fue rescatado por los mismos competidores de La Juncal, que llevaron a ambos en su embarcación hasta el puerto de Ramallo. Desde allí, un helicóptero de la Fuerza Aérea trasladó a los dos a Rosario, donde los atendieron de urgencia en el Sanatorio Laprida.
Allí Scioli recibió transfusiones de sangre y los médicos que lo atendieron confirmaron oficialmente que el piloto de la Frigidaire había sufrido la amputación del brazo, ocho centímetros por arriba del codo. La primera información señalaba que los doctores que habían atendido al accidentado, Eduardo Milanesio y Daniel Slulitel, habían dejado por un período de 12 horas la herida abierta con la esperanza de que se encontrara la extremidad del piloto en algún lugar próximo al accidente para reimplantárselo. Pero, pese a las intensas búsquedas, el brazo nunca apareció.
El casco del catamarán, en tanto, fue encontrado una semana después en el lecho del río, a unos 14 metros de profundidad.
Aparece un donante
Un dato curioso, y que quizás puede ayudar a entender la popularidad de Scioli entonces es que hubo un hombre de 82 años que se presentó en el Sanatorio Laprida y ofreció donar su propio brazo para el piloto: “La vida ya la tengo hecha -dijo el espontáneo donante-. En cambio, Daniel está en el apogeo de su carrera deportiva”. El altruista señor, cuya identidad quedó en el anonimato, aclaró luego que los médicos le dijeron que un trasplante de ese tipo no se podía realizar.
La salud de Scioli fue recuperándose, en Rosario primero y luego ya trasladado a la clínica Sagrada Familia de la ciudad de Buenos Aires. Pese a que los primeros informes hablaban de que el piloto estaba atravesando “un bajón anímico”, pronto el mismo motonauta se mostraría optimista en los contactos con la prensa.
En una entrevista para la revista El Gráfico que dio en La Sagrada Familia, aparecía sonriente en las fotos y, mientras comía un desayuno de yogurt con cereales y pastafrola, aseveraba: “Esto es parte de la rehabilitación. Comer bien y con apetito, ayuda a que cicatrice la herida. Estoy poniendo en cada segundo toda la energía que ponía antes para correr. Toda mi energía mental ¿entendés? Ahora vivo pura y exclusivamente para estar bien. Tengo que estar bien. Voy a estar bien”.
El alta médica, el optimismo y el regreso a las pistas
Poco tiempo después, el 11 de diciembre, Scioli abandonaba La Sagrada Familia. Su padre José, reconocido empresario de una cadena de electrodomésticos, hablaba en aquel entonces de buscar “la mejor prótesis del mundo para que Daniel vuelva a estar en la plenitud de sus condiciones físicas”.
Mientras tanto, el piloto de la Frigidaire hacía sus primeros intentos de escritura con la mano izquierda en una cariñosa esquela para su novia de entonces -y su mujer por muchos años-, la modelo Karina Rabolini. “Querida Kary: lo primero que escribo con la zurda quiero que sea para vos. Te amo”, escribió el piloto cuando aún estaba en la clínica, donde aprendió también a afeitarse con la izquierda.
Poco tiempo después, y lejos de amilanarse por su accidente, Scioli volvió a las competencias de offshore. En 1990 corrió en la carrera Venecia Montecarlo y continuó con su práctica profesional de la motonáutica hasta noviembre de 1997, cuando se retiró tras obtener el campeonato mundial de offshore de la clase III-6 litros, en el Río de la Plata. A partir de allí, decidió navegar en otras aguas mucho más procelosas: las de la política. Así fue, entre otras cosas, diputado nacional, vicepresidente, dos veces gobernador de la provincia de Buenos Aires y hasta candidato a presidente de la Nación.
En relación con su accidente y con la ausencia de su brazo derecho, Daniel Scioli siempre brindó un mensaje de superación y optimismo. “A mí me ocurrió que hice más cosas en mi vida cuando tenía un solo brazo que cuando tenía los dos”, decía el expiloto años después de aquella trágica carrera, en el living de Susana Giménez, donde estuvo de visita junto a Karina Rabolini. “Crecés desde otro lugar y tenés que sacar lo mejor de adentro tuyo para seguir adelante”, añadía frente a la diva de los teléfonos.
En sintonía con su filosofía de continuar con su vida más allá de la adversidad, Scioli también supo tomar a bien la gran cantidad de chistes de humor negro que surgieron, ingenio popular mediante, tras su accidente. Se recuerda una entrevista de 2001 que tuvo con Daniel Tognetti en el programa Caiga quien caiga, en la que, entre ambos, recreaban la cantidad de chanzas que se habían difundido sobre la extremidad faltante del actual Secretario de Turismo.
“¿Se puede hacer humor con lo que le pasó a Daniel Scioli?”, le preguntaba Tognetti. “Por supuesto -respondía el expiloto-. A mí me encanta que me cuenten chistes sobre mi brazo y lo que pasó”. Luego, a modo de ejemplo, el mismo político decía: “Dicen que el Paraná tiene un brazo más”, y luego entre ambos comenzaron una larga sucesión de bromas por el estilo.
Pero más allá del sentido del humor de Scioli, de alguna manera la tragedia en relación con la motonáutica volvería a rozarlo algunos años después. Fue a mediados de septiembre de 2019, cuando en la carrera Montecarlo Venecia perdían la vida sus dos grandes amigos en este deporte: por un lado, su copiloto histórico, Luca Nicolini. Y por el otro, Fabio Buzzi, amigo, piloto y diseñador de la lancha quizás más emblemática de Scioli: “La gran argentina”.
Ambos perdieron la vida cerca del puerto de la citada ciudad italiana al chocar con un rompeolas. “Con enorme pesar y profunda tristeza recibo la desgarradora noticia del fallecimiento de mis amigos entrañables, compañeros y copilotos de mi carrera deportiva, Fabio Buzzi y Luca Nicolini”, escribía en su cuenta de Twitter el exgobernador de la provincia de Buenos Aires.
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