Villa Crespo
Comer y disfrutar por las calles que vieron pasar a Pugliese, Marechal y Gelman, entre otros
Circuito
Aunque a muchos les guste confundir a ciertos colectivos modernos, Villa Crespo no es Palermo y mucho menos su más allá. Tiene su propia historia que es mucha. No es el Queens, el Bronx o el border de los Palermo designados en su mayoría por agentes inmobiliarios. Salvada la aclaración, les propongo entrar, comer y beber en los recodos del vecindario.
Para comenzar, el circuito es mejor con una copa de vino en La Cava de Jufré , un almacén de vinos y descorche para ir con amigos, abrir una botella y acompañarla con una picada. Los jueves hay degustaciones con etiquetas que comienzan en 40 pesos y una carta de vinos que recorre todo el país.
En Jufré 201; 4775-7501.
Enfrente, la cantina La Mamma Rosa , ofrece sus pastas caseras, arroces y mariscos, o el plato que el cliente tenga ganas de compartir en familia. Siempre está lleno, pero vale la pena esperar.
Jufré 202; 4777-6972.
Besón ofrece una carta ecléctica con un mix porteño y nacional para pasar mediodías cálidos y noches opíparas, en una puesta rústica de paredes con zinc y objetos de aquí y de allá. Porciones abundantes bien resueltas y precios muy correctos. Sus dueños, Miguel Palacios y Daniel Zaltzman, dividen su vida entre la música ska y la cocina. Para empezar, una gran tortilla porteña, las empanadas de Río Negro como las hacía la abuela de Miguel, bruschetta de ciervo ahumado o una ensalada de tomates secos con hongos confitados. Luego, el cous cous de mejillones, las pastas rellenas o el cordero mil horas de viento. Entre las minutas de esta fonda moderna hay liebre a la cazadora o risotto con ratatouille. Los platos se pueden compartir, para probar de todo y salir contento.
Castillo 501; 155-763-9800.
Luego de la comilona, caminar hacia Juan B. Justo y seguir la noche con las creaciones de 878, uno de los bares a puertas cerradas, pioneros de la ciudad. Tiene tragos para todos los paladares con bebidas de todo el mundo, de altísima gama, que incluye whiskies y maltas premium. También se puede cenar o picar algo. Buena música y salón privado al fondo.
En Thames 878.
Si la apuesta es un brunch a la neoyorkina, la movida está en Malvón , en plena zona de los outlets del barrio.
Serrano 789; 3971-2018.
Para cerrar no podía faltar el tradicional sándwich de pastrami (pastrón en castellano) elaborado por La Crespo . Una casa de comidas que lleva adelante una familia de este barrio con impronta judía. Tiene 170 gramos de pastrón casero con pepinos agridulces y mostaza de Dijon, en pan negro y con cebollas caramelizadas como acompañamiento. Hay bagels, knishes de papa y los boios de verdura.
En Thames 612.
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