Viggo Mortensen: el amante de las pequeñas cosas
El actor norteamericano, que fue Aragorn en El señor de los anillos, protagoniza Océano de fuego, que se estrenará el jueves próximo. Pero Mortensen, que también es pintor, poeta, fotógrafo y músico, es un personaje difícil de encasillar, aun para Hollywood
Tiene la manera de hablar de un cowboy, mordisqueando cada sílaba, pero con la particularidad de arrastrar la ye, como un porteño exiliado. De barbilla prominente, ojos azules enternecedores y facciones nórdicas, Viggo Mortensen parece conocerse bien a sí mismo, por lo que no le da temor mirar hacia atrás y valorar "si esta vida guiada por el azar ha tenido algún sentido".
De origen danés, nacido en Nueva York y criado en Venezuela, la Argentina y Dinamarca, a los 45 años Mortensen es parte de una nueva raza de hombres de estilo renacentista que lo tiene como actor, poeta, fotógrafo, pintor, músico y padre, divorciado, de un adolescente.
La intensidad y el compromiso con el que asume cada uno de sus otras facetas ha hecho de él un personaje difícil de encasillar, una suerte de outsider con el que Hollywood no sabe aún cómo lidiar. Al también actor y multifacético Dennis Hopper le gusta referirse a Mortensen como su alma gemela y explicar la pasión genuina que tiene como protagonista a su buen amigo con estas palabras: "El poeta alemán Rainer María Rilke solía plantear el siguiente dilema: ¿Qué ocurriría si de repente se te negara la posibilidad de crear? ¿Podrías continuar viviendo? Estoy completamente seguro de que Viggo se lo ha planteado alguna vez, y que su respuesta siempre ha sido no".
Fue a los 8 años cuando se animó a entrar en escena como parte de la cola de un dragón en una obra escolar, pero sólo pasados los 40 encontró en la piel de Aragorn, en El señor de los anillos, el reconocimiento internacional, el mismo que le permite encarar hoy su primer protagónico en Hollywood con Océano de fuego, film dirigido por Joe Johnston que se estrena este jueves en la Argentina.
Sorprendido por lo que su metro ochenta de estatura, su piel curtida y su inclinación por andar descalzo despiertan en mujeres que superan los 20, Viggo sólo se atiene a sonreír por la reciente fama de sex symbol que ha ganado y a esbozar una defensa irónica: "Sólo soy la versión canosa de Brad Pitt".
Con el mate sin azúcar a cuestas y el dulce de leche que él mismo prepara, el actor se convirtió en una especie de embajador de las costumbres argentinas. "¿Estás en Buenos Aires? Qué suerte que tenés", dice desde Madrid, en plena gira promocional con Océano de fuego. "Me gusta viajar, pero en plan turístico. No es lo mismo ir de hotel en hotel, de aeropuerto en aeropuerto; lo tomo como un muestrario de lo que después querría volver a ver."
Convencido de que los acontecimientos extraños e impredecibles son aquellos que impactan en la vida de los seres humanos, Mortensen captura con sorprendente facilidad, tanto en sus fotografías como en sus poemas, lo parcial, lo efímero y lo que suele pasar inadvertido, razón por la que muchos críticos describen sus trabajos como perfectamente coloquiales.
"El mundo ya de por sí es bastante extraño, así que no necesito esforzarme para que lo parezca. Y la vida es interesante y muy corta como para que uno no les preste atención a los pequeños detalles de lo cotidiano."
Como en una suerte de entrenamiento, comenzó a concentrarse en todo lo que lo rodeaba. "Ahora puedo escribir un poema sin escribirlo o hacer una fotografía sin tomarla. Me acostumbré a mirar un poco más."
Esa capacidad de observación lo llevó a crear Perceval Press, una compañía independiente que ofrece información, libros, ideas, arte, poesía, cosas que pueden ser interesantes y que no siempre están al alcance de la mano. "No tiene compromisos ideológicos ni políticos con nadie, pero jamás publicaríamos un libro que apoyara la guerra contra Irak o la desmedida explotación de los países más ricos hacia los más pobres", afirma.
Buena parte de los ingresos que obtuvo con El señor de los anillos fueron destinados a Perceval Press. "En sólo dos años hemos tenido mucho éxito. No hablo de ventas, sino del libre intercambio de ideas."
El año último lo invitaron a La Habana para exhibir sus trabajos fotográficos y fue acusado de traidor por grupos de cubanos residentes en Miami. "No me fío mucho de las fronteras, de los himnos nacionales, de las ideologías o de cualquiera de los medios o símbolos que se usan para separar a los seres humanos. Lo que sí me interesa es el libre intercambio de ideas, sentimientos, palabras e imágenes", respondió ante los ataques, desde la isla.
De fuertes convicciones, no duda en decir lo que piensa, y eso quedó demostrado cuando en el popular talk show de Charlie Rose apareció con una remera pintada a mano en la que se podía leer No more blood for oil (no más sangre por petróleo), la consigna de las manifestaciones que se oponían a la guerra contra Irak. Este compromiso está presente en el sitio de su compañía ( www.percevalpress.com ), donde ofrece links diversos que van desde páginas de arte hasta casa de empanadas y Not In Our Name, el colectivo de artistas e intelectuales que publicó en The New York Times la solicitada antibélica con la firma de Mortensen en primera fila.
Famoso por el tiempo que suele tomarse para introducirse en el alma de los personajes, Viggo es considerado por sus colegas un actor obsesivo, capaz de involucrarse hasta el límite. Como lo hizo en Un crimen perfecto (1989), film para el que además realizó la mayoría de las pinturas que se muestran a lo largo de la película, y en la mismísima trilogía de El señor de los anillos, donde, a diferencia de sus compañeros, prefería dejar de lado los lujosos hoteles para dormir en chozas al lado del río.
"Lo más interesante que tiene la actuación es la prepa- ración, la investigación del personaje y su mundo. No es una obsesión, sino un placer que luego derivará en un buen trabajo."
La épica Océano de fuego no fue la excepción de la regla. Para interpretar al aventurero norteamericano Frank T. Hopkins se instaló un tiempo en las reservas indias que se encuentran en Montana y en el sur de Dakota para nutrirse de las tradiciones y perfeccionar su cabalgata.
-Seguís sin bajarte del caballo. Lo hiciste con El señor… y ahora con Océano... Según dicen, tenés una muy buena relación con los potros.
-En la Argentina cabalgaba siempre; me apasionan los caballos, y con el pinto de Océano… se dio una relación muy interesante. TJ (el nombre real del potro) tiene una personalidad muy marcada, y eso me ayudó muchísimo.
Igual que con los dos caballos principales de El señor de los anillos, Viggo decidió que TJ fuera parte de su familia. "No podía dejarlos ir. Los tengo repartidos entre mis amigos. Uno, arriba de un caballo, siente una extraña sensación de libertad y temor."
-¿A qué le temés?
-Cuando uno es chico no piensa en los riesgos, ni siquiera en la muerte. Recuerdo que cuando cabalgaba en la Argentina, a los siete u ocho años, y un caballo me tumbaba, lo corría y lo montaba de nuevo, y si se iba, sin problema caminaba a casa. Pero ahora, como adulto, entre galopes me pregunto: ¿y si me caigo? Es un miedo diferente, desafiante.
-¿A la muerte?
-Sí, la tengo más presente. Por eso intento disfrutar de la vida y aprender todo lo que esté a mi alcance. Uno sabe que tendrá días buenos y malos, y hay que poder lidiar con eso.
Esa fascinación por disfrutar de todo lo que esté a su alcance lo llevó, durante el rodaje de Océano de fuego, a trasladar a imágenes la relación entre el jinete y su caballo, con una mirada desde distintos puntos de vista, en el que hoy es un libro fotográfico titulado The Horse is Good.
Pero, lamentablemente, los cuadernos y papelitos que siempre llevaba consigo para volcar de puño y letra sus sensaciones, sus poemas y cuentos nacidos de la inspiración de los imponentes escenarios cerca de Marruecos, donde también se filmó Lawrence de Arabia, le fueron arrebatados de su auto. "Fue en Los Angeles (Estados Unidos), pero pudo ocurrir en cualquier lugar. La culpa es sólo mía -se lamenta-. Rompieron el vidrio y se llevaron la mochila, donde tenía todo."
Y como no pierde el tiempo, ahora pone su atención en otro proyecto: Viggo se nutre de los cuadros de Velázquez para interpretar al capitán Alatriste, el personaje nacido de la pluma de Arturo Pérez-Reverte, que deberá encarnar en la película que dirigirá Agustín Díaz Yanes. "Ojalá me perdonen los españoles -dice entre risas-. Me gustan el personaje y el período histórico que describe, los tiempos del imperio español; me hace pensar en el imperio norteamericano actual."
De alma errante como su padre, ya es posible imaginárselo con la mochila a cuestas, dispuesto a ser sorprendido por los acontecimientos impredecibles de la vida.
Para saber más
www.buenavistalatino.com
www.imdb.com
www.percevalpress.com
La película
Dirigida por Joe Johnston, Océano de fuego está inspirada en la vida del cowboy Frank T. Hopkins, el primer norteamericano en participar de la carrera de supervivencia que da nombre al film, con un recorrido de 4800 kilómetros por el desierto de Arabia. Ambientada en 1890 y rodada en las mismas locaciones que Lawrence de Arabia y en reservas indígenas de Estados Unidos, Viggo está acompañado por Zuleikha Robinson y Omar Sharif.
Guía básica
- Testigo en peligro (1985), de Peter Weir
- Bajo la misma sangre (1991), de Sean Penn
- Carlito´s Way (1993), de Brian De Palma
- Retrato de una dama (1996), de Jane Campion
- Hasta el límite (1997), de Ridley Scott
- Un crimen perfecto (1998), de Andrew Davis
- Psicosis (1998), de Gus van Sant
- 28 días (2000), de Betty Thomas
- El señor de los anillos (2001-2003), de Peter Jackson
Viggo y sus otras caras
De padre danés y madre norteamericana, Viggo nació en 1958, en Nueva York. Con su familia vivió muchos años repartidos entre la Argentina y Venezuela. En Buenos Aires pasó parte de su infancia, entre los 3 y los 11 años, con una estada breve en el Chaco. De su paso por estas pampas heredó su pasión por el mate, el dulce de leche, los asados ("ahora como menos carne") y San Lorenzo, el club de sus amores.Además de inglés, habla a la perfección español y danés. Estuvo casado con la diosa del punk californiano, Exene Cervenka, la mujer que le dio la inspiración necesaria para expandir sus sensibilidades artísticas y le otorgó la confianza de presentarlo al público. "Nunca antes había leído mi trabajo delante de otra gente, y gracias a ella me enteré de la existencia del centro literario Beyond Baroque, en Los Angeles, donde comencé un taller."
De aquel matrimonio quedó una excelente amistad y el mayor de sus tesoros: Henry Blake Mortensen, su hijo. Con el tiempo, dio rienda suelta a su costado artístico y creó la compañía independiente Perceval Press. Buena parte de sus trabajos fueron adquiridos por algunos coleccionistas de renombre y expuestos en diversas galerías. De una personalidad muy marcada, se pasea sin guardaespaldas y evita las entregas de premios, al igual que su amigo Sean Penn. Prefiere disfrutar de su tiempo libre al lado de su hijo y al ritmo de la guitarra experimental de la leyenda japonesa Buckethead, con quien explora su costado musical.