¿Cuándo volveremos a viajar? El coronavirus generó en todos aquellos que aman los aviones, los trenes, las rutas, los barcos y cualquier mecanismo de traslado esta pregunta, que mezcla entre duda y deseo. La buena noticia: en diferentes puntos del mundo se nota cada vez más actividad.
Burbujas de viaje
Uno de los puntales para el regreso son las llamadas "burbujas de viaje" o "corredores de corona": acuerdos entre algunos países o regiones, de forma tal que las fronteras están abiertas entre ellos pero cerradas para el resto de las naciones. Un hecho inédito que tuvo como pioneros a algunos países europeos –como la Burbuja Báltica entre Estonia, Letonia y Lituania, la primera que se anunció por esas tierras- antes de la apertura regional que se dio en el Viejo Continente.
Este modelo implica no solo la posibilidad de viajar entre un territorio y otro, sino también de que el viajero que llegue no deba atravesar una cuarentena en destino. Pero, sobre todo, representa una esperanza: los viajes comienzan a ser nuevamente posibles. "Hay que actuar con cautela y coordinar con las autoridades la reapertura de las fronteras: en estos tiempos es más importante seguir la realidad del día a día", afirma Darío Ratinoff, gerente comercial de la aerolína low cost JetSMART Argentina.
¿Quiénes la implementaron?
Entre los primeros países en implementar una burbuja se cuenta la República Checa. "Se abrieron las fronteras y los aeropuertos para los checos y para extranjeros residentes en el país y viajes de negocio de menos de 72 horas, pero no para turistas", describe Petr Lutter, director para Latinoamérica de la Oficina de Turismo de la República Checa - CzechTourism. El 5 de junio se hizo un convenio con Eslovaquia, Austria, Hungría y Alemania. "Había mucha incertidumbre, no quedaba muy claro si era necesario viajar con o sin test, si abarcaba turistas o si había alguna limitación de tiempo", agrega.
Sin embargo, la situación duró muy poco: el 15 de junio Europa hizo una apertura parcial de sus fronteras internas con otro modelo que está impulsando el regreso de los viajes, el de los "semáforos": los países que logran el verde pueden recibir viajeros sin efectuar tests de COVID-19, incluyendo quince países fuera del continente, entre los que destaca Uruguay, único país vecino alcanzado por la excepción. Gran Bretaña, por su parte, ya anunció la apertura de los ingresos para los que lleguen de 60 países sin necesidad de hacer cuarentena: ni Estados Unidos ni Latinoamérica figuran en la lista. "No tuvimos tiempo de demostrar si el efecto burbuja sirve, porque las cosas se aceleraron y se modificaron en el transcurso de días", agrega Lutter.
Retorno con paciencia
El planeamiento de las burbujas requiere mucho esfuerzo, por lo que a pesar de que existen numerosas iniciativas en todo el mundo, son muy pocos los casos concretos que ya están en funcionamiento.
Por ejemplo, mientras Australia y Nueva Zelanda continúan ultimando detalles –estiman que hasta agosto no podrán habilitarla y en los últimos días se habló incluso de trasladar el lanzamiento para septiembre-, un tercero se sumó con su propia burbuja: las islas Fiyi, uno de sus vecinos del Pacífico, lanzó la Bula Bubble (que se traduciría como "burbuja hola") para recibir visitantes de los dos principales países de Oceanía. La oferta es tentadora: el pequeño archipiélago tuvo apenas 18 casos, todos curados y registra casi dos meses sin contagios.
Y desde el 8 de junio los viajeros oficiales y de negocios esenciales se pueden trasladar entre China (en particular de seis ciudades: Shanghai, Guangdong, Tianjin, Chongqing, Jiangsu y Zhejiang) y Singapur, con visado previo, pero sin necesidad de cuarentena una vez arribados al destino. No se trata de un trámite tan sencillo, de todas formas: el itinerario de cada viajero deberá estar previamente aprobado por las autoridades y se deben atravesar controles médicos y dar negativo en las pruebas 48 horas antes del viaje y después de aterrizar. Más allá de los naturales escollos iniciales, de ambos lados de la frontera hay intenciones de ampliar las burbujas y se habla de Taiwán, Hong Kong, Corea del Sur, Macao, Malasia o incluso Australia. Indonesia, Vietnam y Japón también planean establecer sus propias burbujas.
El caso griego y sus puertas de entrada
Grecia propone abrirse más allá de Europa utilizando burbujas con, por ejemplo, Israel y Chipre. "El turismo griego volvió. El mensaje es sencillo: vengan a Grecia, estamos abiertos y son bienvenidos". Fotis Filentas, encargado de negocios de la Embajada de Grecia en nuestro país, asegura que este es el mensaje del primer ministro de ese país, Kyriakos Mitsotakis para los argentinos. Filentas cuenta que el gobierno optó por un reinicio cauteloso. "Desde principios de abril el Ministerio de Turismo, el Organismo Nacional de Turismo (EOT) y Marketing Greece, pusieron en marcha una plataforma muy creativa, Greece from Home que –por medio de internet – trató de mantener vivo el contacto con Grecia, en momentos en que la gente pasaba mucho tiempo recluida en su casa y frente a la computadora", cuenta.
"Ahora, tras haber enfrentado con éxito la situación sanitaria, se tomaron todas las previsiones para reabrir el 1º de julio". Ya hay dos puertas de entrada abiertas, Atenas y Tesalónica, y aeropuertos con controles rígidos y precisos. Filentas asegura que la idea original es recibir visitantes europeos y luego ampliar a los demás países. "Tenemos protocolos para el transporte y la residencia, independientemente de la clasificación, el tamaño o la duración de la visita", confirma.
La espera no es sencilla. Saúl Zadunaisky, un guía turístico nacido en Rosario pero que trabaja hace décadas en Israel, asegura que en aquel país, hoy por hoy, "no hay ni un solo turista internacional". Se habla de que al menos habrá alguna burbuja implementada a partir del 1º de agosto, "pero no se ve nada concreto, por lo que no se espera que haya alguna reactivación turística hasta el año próximo", afirma.
¿Es posible una burbuja argentina?
¿Cuáles son los elementos clave que debe tener una burbuja de viajes para que sea efectiva? Lo primero, que las normas de seguridad y los protocolos sean claros como para que el viajero tenga confianza. Por otra parte, sería deseable una definición de alcance global, de forma tal que los requisitos médicos para diferentes burbujas sean equivalentes, para ofrecer a los viajeros mayor previsibilidad.
En un país extenso como la Argentina, las burbujas podrían establecerse entre regiones, provincias o incluso municipios. "Tenemos por delante la fase 3 de reapertura turística: en la primera, cuando estaba todo prohibido, la idea era generar un período de reflexión y en la segunda, recibir huéspedes locales", explica Silvio Garbarz, titular de la consultora especializada en hotelería Ser Consultores. Sin embargo, el camino no será sencillo para la Argentina. "No existen aún protocolos interprovinciales ni interregionales y los viajeros experimentan situaciones anómalas según por donde les toque transitar", agrega.
"Mantenemos constantemente intercambios con las autoridades de todas las provincias, con todos los ministerios y secretarías de turismo locales, pero por el momento el tema es cambiante y el contexto hace que cualquier planificación pueda no servir en poco tiempo", apunta Ratinoff. " Por ejemplo, hay provincias que en su momento no tenían casos y después, por un rebrote, debieron dar marcha atrás". El objetivo de la empresa, a pesar de que "no hay nada concreto", según el propio Ratinoff, es volar apenas los protocolos de seguridad e higiene lo permitan.
Para Garbarz, se deben tomar medidas básicas para hacer posible las burbujas a nivel nacional: establecer medidas protocolares únicas interdistritales y que los viajeros tengan información clara de por dónde y cómo se puede circular así como qué se le va a requerir en cada circuito o ruta. "Sería deseable que Córdoba y Mendoza puedan abrirse a mediados de julio, que las pistas de esquí de Neuquén y Río Negro reciban visitantes a fines de ese mes y que Corrientes y Misiones reactiven su actividad hotelera", concluye Garbarz.
¿Cuándo volveremos a viajar? Una pregunta que aún no tiene respuesta. Un deseo que –más aún con la expectativa de la vacuna- cobra cuerpo lentamente.
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