Viajar es más excitante que el sexo para la mayoría de las mujeres
Compruebo que la tendencia no es invento del marketing. Acaba de llegar por correo la gacetilla del lanzamiento de un nuevo perfume inspirado en la llamada "Love Generation", léase generación de chicas jóvenes y rebeldes "enamoradas de la vida, la libertad, las amigas... y los viajes", dice el texto. Por otro lado una encuesta reciente realizada por una agencia de venta de pasajes online europea confirma que, efectivamente, hoy para la mayoría de las féminas el placer máximo ya no reside en el sexo sino en el subirse a un avión.
Nada es casual. Ayer terminó, y seguramente con éxito (pues duró cuestión de horas), la promoción pensada por nuestra aerolínea de bandera para embarcar a miles de pasajeros deseosos de explorar el mundo, y escaparse por un rato del propio, pues volar fue siempre una manera efectiva de evadirse. Así es como gracias a estas promos que en el exterior no entienden el fenómeno de los miles de argentinos que se pasean con las últimas camperas de Uniqlo y quejándose de los impuestos y lo caro de este país. Le explico a mis amigos foráneos que acá cualquier destino en cuotas nos resulta incluso más excitante que un revolcón, pues convengamos que hasta empeñamos el sueldo con tal de salir de vacaciones.
Esta especie de obsesión contemporánea por viajar ataca especialmente a las mujeres, confirma dicho sondeo . De las más de 12.000 entrevistadas en varios países, el 55% aseguró que nada le generaba tanta satisfacción como armar la valija. Lo llamativo es que en el orden de preferencias la elección está muy por encima de otros apetitos básicos del individuo moderno, como el sexo (13%), la comida gourmet (11%), ir de compras (10%) y hacer deporte (7%). Y cierto es que la postal de Broadway con sus neones rutilantes o el atardecer en una terraza amalfitana son experiencias tan afrodisíacas como los brazos de buen un amante. Entre las razones que esgrimen las consultadas figuran la curiosidad y el desafío de organizar la aventura, pero también la necesidad de "conocerse mejor, de buscar el crecimiento espiritual y estimular la creatividad", aseguran. Ese ego trip inspiró a la protagonista de Comer Rezar Amar, que metió su casa en un locker y partió a Bali, donde dio con un espléndido soltero. Hoy existen numerosos emprendimientos dedicados a fomentar el encuentro entre mujeres en espacios paradisíacos, de hecho existe una isla en Finlandia a la que solo pueden acceder mujeres, SuperSheisland
Pero ni tan místicas ni tan desconectadas. Sabemos que los viajes también son una oportunidad para incursionar sin culpas ni prejuicios en las sábanas de otras culturas, no en vano crece el turismo sexual femenino en todo el mundo. Claro, no siempre es la motivación principal, aunque por añadidura late la fantasía de algun encuentro romántico. Hace poco un informe publicado en Harvard Business Review concluyó que el segmento de mercado con mayor crecimiento en el sector turístico es el de las mujeres entre 40 y 60 años, seguido por el de las de entre 18 y 25 años, y destaca que la tendencia de viajar solas aumentó más de 230 % en la última década. A propósito, recuerdo un libro bellísimo de la escritora española Cristina Morató sobre las primeras viajeras de la historia (Viajeras, intrépidas y aventureras Editorial Plaza y Janés), donde la autora cita a las más de 400 trotamundos que se lanzaron a lo desconocido sin celular ni repelente, impulsadas por una genuina curiosidad antropológica y guiadas por su brújula interior, que seguramente no esquivó los placeres de la carne.
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