Desde sus 13 años sueña con vivir en el extranjero, un deseo que la llevó por caminos inesperados...
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“Sueño con recorrer Asia”, le dijo cierto día Candelaria a su pareja, David, un noruego del que se había enamorado en Madrid, dos años después de mudarse a España. “Me encanta la idea, pero antes quisiera conocer tu país, Argentina”, sentenció él.
La respuesta conmovió a Candelaria, quien aceptó sin imaginar las consecuencias que tendría en ella reencontrarse con sus raíces desde una nueva perspectiva, tras un período de su vida en el que había aprendido mucho acerca de su identidad y las culturas en el mundo.
“Sueño desde mis 13 años con vivir fuera de Argentina, conocer otras culturas, otros lugares, así que, en 2019, después de recibirme de traductora literaria, me fui a vivir a Madrid. En un principio, la idea era poder ahorrar más dinero para irme a viajar por Asia, pero llegó la pandemia y las personas que encontré hicieron que me quede, entre ellos David, a quien conocí en 2021″, cuenta. " Para él, conocer Argentina y vivir el Mundial era una experiencia innegociable”.
Argentina inesperada
El país austral los abrazó desde el comienzo. Como realizador audiovisual, David halló de inmediato en Argentina una fuente de inspiración inagotable. Candelaria, por su parte, permitió que su amor por la escritura fluyera como nunca antes.
Gracias a sus trabajos remotos, decidieron pasar todo el 2022 en Buenos Aires, desde donde partieron a recorrer diversas provincias. A cada paso, la fascinación de David crecía a la par de la de su pareja. Candelaria se dedicó a redescubrir su país, su cultura, su ciudad con ojos de turista: “Fue increíble volver y tener que enseñar y mostrar mi vida desde un punto de vista tan diferente: me enamoré de todo lo que somos’, revela.
Los meses pasaron en aquel regreso impensado e inolvidable, los lazos familiares se estrecharon como nunca antes y las calles del barrio cobraron un nuevo sentido. Irse, esta vez, impactó a Candelaria de manera profunda.
“Mi familia ya estaba acostumbrada a tenerme lejos, y aun así, el cambio fue grande, porque mientras vivía en España pudimos vernos bastante seguido. Mis abuelos son españoles así que toda mi familia tiene una conexión importante con el país. Esta vez el destino era mucho más lejano y exótico, por lo que sabíamos, sabemos, que los encuentros van a ser más esporádicos”, explica.
“Pero a mí siempre me gustó escribir, contar historias, las palabras son mi medio de expresión, así que conocer un lugar con culturas, tradiciones, historias tan diferentes a mi realidad siempre fue un gran objetivo para mí, y como mi pareja es filmmaker, supimos que este era el mejor momento para concretarlo”, continúa Candelaria, quien escribe un Newsletter llamado Humans in the making.
La despedida de Argentina fue agridulce. La pareja partió entusiasmada por empezar una nueva etapa que los llenaba de ilusión, pero con el corazón roto. David se había enamorado de Argentina, y Candelaria había tenido la oportunidad de vivir a su familia, sus amigos y su ciudad desde una nueva versión de su ser: “Más adulta, auténtica y libre”, dice conmovida. “Fuimos muy felices durante todos esos meses, y eso mismo es lo que te angustia: saber que todo lo que viviste es eso mismo que te vas a perder”.
Un modo de vida: viajar lento
A principios de 2023, tras 29 horas en tránsito, Candelaria y David arribaron a Bangkok, Tailandia. Colmada por el entusiasmo, la joven argentina observó los primeros paisajes a su alrededor, respiró hondo y se propuso desde el comienzo absorber la magia de vivir al pulso de una cultura tan diferente.
Habían decidido “viajar lento”, en una modalidad slow travel alineada a su presente. Por sus trabajos, ellos no estaban atravesados por los ritmos clásicos, con pausas de un par de semanas para tomar vacaciones. Su realidad era otra, podían permanecer en diversos lugares por tiempos más prolongados y conocer así un poco más acerca de la forma de vida de cada destino.
“Trabajar, conocer lugares, culturas, historias, disfrutar, descansar, planificar el viaje (que es, a la vez, tu vida) son un montón de cosas. Apostamos por ver los lugares por lo que son en su día a día, con sus rutinas, sus cosas agradables y sus partes no tan lindas. Para mí, el slow travel nace de una forma de vida”, explica Candelaria.
“El mayor impacto de nuestro primer destino, Bangkok, fue observar la ausencia de límites entre lo privado y lo público. Acá todo sucede en la calle: se cocina, se come, se corta el pelo, se charla, se pasa el tiempo, hasta se duerme. Además, te encontrás con las miradas de la gente bastante a menudo. Son muy curiosos y tienen una especie de fascinación por todo lo occidental. Y cuando decís la palabra mágica, Argentina, te encontrás con la posibilidad de conectar con ellos. Ahora, por ejemplo, estamos viviendo en una isla súper tranquila, y aun así hay personas que te hablan de Messi o Maradona”, sonríe.
Al ritmo de las mascotas: el “House Sitting”
Desde que comenzaron su travesía y hasta hoy, la pareja halló un camino más sostenible para concretar su sueño: el House Sitting, una experiencia que congenia con su modo de viajar lento.
Asimismo, para Candelaria, tanto su estilo viajero como el hecho de cuidar mascotas a cambio del alojamiento, les funciona porque intentan no centrarse en un checklist de lo que hay que ver en el lugar, sino en vivirlo como se vaya presentando. Al no ser ellos clásicos turistas, no tienen interés en cumplir con todo lo que se supone que se debe ver en cada destino.
“Por el contrario, nos acomodamos a las rutinas de las mascotas, caminamos, observamos, estamos, vivimos. Además, este tipo de intercambios te da la posibilidad de conocer desde dentro cómo es la vida en esa ciudad, y, por lo general, conocés personas increíbles, que te abren las puertas de toda su vida para que puedas conocer lugares desde un punto de vista mucho más local”.
“Este año priorizamos hacer House Sitting, ¡y ya tenemos organizados nuestros destinos hasta enero! Ya tenemos mascotas en Australia, Malasia y Corea del Sur que nos están esperando. Esta forma de viajar me permite combinar lo que me apasiona: viajar, encontrar historias y escribir para compartirlas”.
Conclusiones de vivir en movimiento: “Esta vida es una forma más de vivir, con sus cosas buenas y sus partes más negativas”
Entre la pandemia y las transformaciones, el 2019 se siente como otra vida. Candelaria observa su presente y se conmueve: los sueños pueden cumplirse, tan solo hay que concentrarse en crear el propio cauce para que todo fluya al ritmo de los deseos.
Aun así, en su río de la vida el camino fue inesperado. En él apareció David, aunque no resultó ser el único que alteró su travesía, también resurgió Argentina de manera inesperada y con más fuerza que nunca para dejarle aprendizajes, inspirar en ella un amor profundo por su origen y sembrar nuevos interrogantes acerca de su futuro. Lejos de su tierra, Candelaria palpita el pulso de su aquí y ahora, con sus claroscuros.
“Yo creo que, hasta ahora, el gran aprendizaje en esta elección de vida tiene que ver con aprender a convivir con la incertidumbre y a relativizar los desafíos cotidianos. Viajando y moviéndote cada veinte o treinta días, como es nuestro caso, te enfrentás a un montón de situaciones, imprevistos, y hechos que se escapan de tu control, más en sociedades tan desestructuradas. Tenés que elegir si vas a hacer de todo lo que pase un problema o si vas a intentar aprender a relativizar. Creo que tener vidas más rutinarias nos empuja, y hablo en plural porque también me pasó, a ver más los problemas que las soluciones”.
“Al moverte y vivir más expuesto a que te pasen cosas de todo tipo, tenés más a mano la oportunidad de entender que, es cierto, puede que algunas cosas te salgan mal, pero hay muchas, muchas otras que salen bien (y que estas malas podrían ser mucho, mucho peor). Cada vez que nos pasa algo malo, aparece un problema o un imprevisto, me focalizo en pensar que, si lo podemos solucionar medianamente rápido, no es un problema en sí, desapegarme de lo que esperaba que sucediera. Para mí, aprender a convivir con tus expectativas y no apegarte a ellas es fundamental para este estilo de vida”, asegura.
“Desde que empecé a viajar me crucé con un montón de personas que veían este estilo de vida como algo imposible para ellos. Soy consciente de que en Internet hay muchos movimientos que hacen parecer que vivir viajando es ideal, y eso hace que después quienes se animan se desilusionen. En mi Newsletter hablo mucho de eso: cuento historias que me encuentro y me atraviesan, pero también hablo de todo lo que no se ve, los miedos, las dudas, la vida que sigue sucediendo aunque se esté viajando”.
“Esta vida es una forma más de vivir, con sus cosas buenas y sus partes más negativas. Se gana mucho, también se pierde mucho. Hay una pérdida de la presencia en la vida de tus amigos y familiares que es imposible de compensar, y hay que aprender a convivir con eso. Pero a mí lo que siempre me contuvo a la hora de tomar decisiones de este tipo, drásticas podríamos decir, es saber que siempre se puede volver. Y en ningún caso considero un fracaso que un viaje o un estilo de vida `se termine´. Siempre es aprendizaje y experiencias, que al final es, para mí, el sentido de vivir: acumular momentos que valgan el recuerdo”, concluye.
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