Verbalizar los olores, esa manera extraña de evocarnos
Un cronista participó de una performance en el Centro Cultural Recoleta donde los actores descubren la memoria olfativa
Cecilia Catalin organizó durante julio pasado una serie de performances los viernes, sábados y domingos, cuyo protagonista era el menos célebre de los cinco sentidos: el olfato. Según el día, uno o dos actores eran conducidos, con los ojos vendados, por Catalin de un cuarto a la sala más pequeña del Centro Cultural Recoleta, "Microespacio", efectivamente micro y bautizada "sala" en un acto de fe de los funcionarios. Allí los actores, apenas sentados en una silla de madera, peroraban sobre olores y fragancias a un metro del pasillo del CCR. "Para llevarla a cabo decidí convocar a actores que trabajaran en el Teatro Ciego del Centro Cultural Konex -cuenta Catalin-. Ahí conocí a dos grandes personas, los hermanos Andrés y Mateo Terrile. Luego me puse en contacto con Juan Mendoza, que había sido parte del equipo del teatro durante varios años. Trabajamos durante cuatro meses, de manera individual, para encontrar su manera particular de verbalizar los olores."
La verbalización, esa fría tarde de sábado en la que llego acompañado por un amigo y su sobrina, comienza por los olores ausentes del CCR: olores de la niñez. ¿De la niñez de quién? Un fantasma proustiano recorre las instalaciones del centro cultural porteño ya no con el aroma de magdalenas y té caliente (que hubieran venido muy bien: allí también, como quiere el Presidente, se ahorra en calefacción), sino como el típico olor de los sándwiches tostados y el café con leche. Hay un bar cerca. Luego Mendoza intenta interactuar con los asistentes, nos insta a recordar con él, a hacerle preguntas, a asociar en comunidad. Eso cuesta un poco: el frío y la timidez, el arropamiento de los abrigos y el temor al ridículo inhiben.
"El desarrollo de cada activación fue única, porque los aromas en las salas y las fragancias de las personas iban cambiando continuamente, y porque el público reaccionaba de diferentes maneras", dice Catalin.
Ese día el performer, también llamado médium por lo artífice de la performance, nos pide que le entreguemos una prenda o un objeto para que él, cual sabueso o intérprete, pueda descifrar el universo de olores. Una chica colombiana, de visita en la ciudad junto con su pareja, le tiende una carterita de lana de color marfil tejida en la quebrada de Humahuaca, con el dibujo de una llama en un tono más oscuro. Mendoza se lleva la artesanía a la nariz y se toma su tiempo para absorber ese caudal invisible: antes que las evocaciones llega el veredicto de la experiencia con mediación de los sentidos: "Vos fumás". La chica y su novio se ríen. La fumadora es una amiga a la que le prestaron la cartera. Un señor de mi edad da un paso al frente y le pregunta al actor por qué tiene los ojos vendados. Mientras el actor responde, recuerdo el póster de la película Garage Olimpo, de Marco Bechis. Ahuyento la imagen.
Catalin empezó a registrar "Olores de la Memoria Colectiva Olfativa" en 2015. Es la manera, explica, como las personas realizamos evocaciones corpóreas del olor a través de las palabras de nuestro vocabulario cotidiano. "Al comenzar a adentrarme en esta paleta olfativa terminé de confirmar que los olores son una constante en nuestra vida y que lo único que necesitaban era crearles un espacio y un médium para que pudieran ser percibidos." Así surgió la idea de la performance. Durante cada sesión, Catalin se sienta en el alféizar de las ventanas del pasillo del CCR y observa sin intervenir en ningún momento, hasta que se cumplen los cuarenta minutos de cada actuación. Entonces ella se acerca con gesto neutro, busca la mano del actor y se lo lleva por el pasillo hasta un cuarto. Veinte minutos después vuelven a salir, ella adelante, el actor detrás con paso titubeante.
Guantes y caramelos
Cuando es mi turno de entregarle un objeto al actor, busco en los bolsillos de la campera (pesada como una frazada como para pasársela, indefenso como está con los ojos tapados) y saco uno de los guantes. Lo toca primero, luego lo huele durante un largo minuto. Describe la lana del guante, que no es pura, y después enumera fragancias como en un acto de magia: jabón (¿quién no se lava las manos?), caramelos (en el bolsillo tengo pastillas para la tos), un resto de perfume de mandarinas. Sofía y Carlos, sobrina y tío, se van a recorrer las muestras del CCR; más tarde me contarán que la sala principal, donde Augusto Zanela exhibía sus trabajos lumínicos, estaba cerrada a los visitantes porque Marcos López daba allí una clase magistral.
Los sábados en el CCR se organizan al aire libre o en grandes carpas de lona que alguna vez fue blanca muchos talleres: de dibujo, de huerta urbana, de narrativa, de grabado. Participan, sobre todo, chicos y jóvenes. El CCR, con la nueva gestión a cargo de Jimena Soria, dará en agosto un giro en su programación. Las artes visuales perderán protagonismo y en su lugar habrá funciones de artes escénicas, conciertos y actividades multidisciplinarias (los prefijos son muy apreciados por la gestión de Pro). Además de Soria y de Luciana Blasco, el comité de contenidos y audiencias está integrado por Iván Moiseff, Gabriel Plaza, Alejandro Casavalle, Mauro Alena, Laura Spivak, Monina Bonelli, Romina Bianchini y Cristian Scotton. Si bien algunos sospechan que éste puede ser el paso previo a la privatización del CCR, sólo el tiempo y la respuesta de los porteños ante una vicisitud tal zanjarán las dudas al respecto.
Encuentro en la actividad ideada por Catalin un leve acento elegíaco, un semblante, sin ser lúgubre, que se asemeja a una despedida. No obstante puede haber puentes: Rafael Cippolini, que escribió el texto para la gacetilla de Evocativos efluvios, es el curador elegido para diseñar la primera muestra de la nueva etapa del CCR.
Catalin cuenta algunas situaciones que sucedieron durante las performances: "Una tarde el actor adivinó la relación de parentesco entre padre e hija por el olor. «Este olor me es familiar con el anterior. Supongo que deben pertenecer a la misma familia olfativa», dijo. A la artista Graciela Taquini, sin conocerla, le comentó: «Tiene el olor a mi abuela, pero cuando era joven; es un olor con garra, con ganas de vivir». Seamos conscientes o no, las personas y los espacios que habitamos son grandes contenedores de olores, y eso habla de nosotros de una manera auténtica", concluye Catalin. La artista desarrolla su trabajo de ampliación del registro de "Olores de la Memoria Colectiva Olfativa" en dos plataformas en redes sociales: facebook.com/oloresdelamemoriacolectivaolfativa y en Twitter: @olorcolectivo
Ese sábado, cuando termina la performance, nos vamos, ahora sí los tres, a tomar un té con leche. Si no hay magdalenas (perdón, Marcel Proust), bienvenidas serán las medialunas de manteca y las tostadas recién hechas, cuyo aroma llegará antes que ellas a la mesa del bar.
Un espacio porteño que se ¿reconvierte?
El Centro Cultural Recoleta dará este mes un giro en su programación. Con la nueva gestión de Jimena Soria se propone concentrarse en las artes escénicas, los conciertos y las actividades multidisciplinarias en lugar de las artes visuales
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