Para comer pizza, fondeu, asado y pastas caseras, las renovadas propuestas de Peppe Napoli, Tante y La Pulpería, entre otras opciones gastronómicas de alto nivel en el balneario más exclusivo de la costa
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A solo 362 km al sudeste de Buenos Aires, Cariló ofrece sus grandes extensiones de playa agreste, y el bosque, refugio de pájaros, liebres y árboles, pero también -y cada vez más- una variada oferta de restaurantes para salir a comer afuera y disfrutar.
“Son 59 los establecimientos gastronómicos y 7000 las camas disponibles en el balneario para la temporada 2022 entre casas, edificios con servicios, apart hoteles, complejos…”, contó Ignacio Cattáneo, presidente de la Cámara de Turismo de Cariló. Al que se suma el Marcin, único hotel de Cariló- médano verde en idioma mapuche-, con 67 habitaciones, servicio de playa y un restaurant de cocina tradicional que extiende su propuesta con pizza y asado al aire libre cerca del mar en las noches despejadas.
Recorrimos algunos lugares clásicos y otros abiertos en pandemia, opciones para el próximo fin de semana largo o el verano que seguramente será intenso, considerando que ya ahora en algunos sitios había personas esperando mesa para comer.
Peppe Napoli, para pizza finita
La tendencia de la pizza napoletana llegó a estas playas a fines del 2020 de la mano de Mauricio Ibarra, que decidió un cambio de vida y se mudó en plena pandemia con Natalia y sus cuatro hijos. En el centro de Cariló, con música de El Padrino y escenografía italiana en rojos y verdes, el esencial horno Alfa Pro a la vista preside la propuesta porque desde allí salen las pizzas livianas con poca levadura. “La masa lleva 20 g cada 10 kilos de harina, agua purificada y 48 horas de fermentación; y las pizzas se cocinan entre 1,20 y 1.50 minutos a altas temperaturas”, cuenta con orgullo el maestro pizzero Julio Dómine, que adquirió su experiencia en la histórica pizzería El Barba, de Villa Luro.
La pizza napoletana es bien finita con borde grueso, y debe comerse rápidamente para probarla en su mayor esplendor. Las hay rojas (con tomate) y blancas (sin), y de tan delgadas hay quienes la doblan y la comen como sándwich. Para ser individuales, son bastante grandes, salvo para los hambrientos incurables.
Exquisita la quatri formaggi (mozzarella fior di latte, provolone, roquefort, fontina, siempre con la presencia de buen aceite de oliva para que el comensal la bautice en la mesa), así como la diávola (con nduja, ese salame italiano picante, delicioso), mozzarella y salsa de tomate italiana. O la carbonara, con crema y panceta.
Como entrada probamos el plato de mozzarella fior di late con tomate y albahaca y pan de pizza y es un poco más de lo mismo, pero nunca falta el vegetariano que quiera comerlo; el otro es burrata y jamón crudo, regado por cerveza local, italiana o alguna etiqueta de una breve lista de vinos.
“Venir a vivir a Cariló fue un gran cambio de vida para todos. La idea es crecer con Peppe Napoli por lo cual agregamos un Mercato de productos italianos y pronto abriremos otro local dedicado a las pastas”, contó Mauricio Ibarra.
Peppe Napoli: Paseo Las Alondras, @pepenappoliok
Tante, tradición familiar
“Mi abuela Ana Piller y mi abuelo austro húngaro José Strauss abrieron la confitería Strauss en Olivos en Corrientes al 600 hace muchos, muchos años. Tuvieron tres hijos, vivieron una vida feliz y un día partieron. Los tres hijos no se ponían de acuerdo y cerraron la confitería que más tarde abrió de nuevo a cargo de uno de mis tíos. Entonces mi mamá, Any, y mi tía Eva empezaron a vender repostería al por mayor. Yo las ayudaba a llevar las tortas por zona norte hasta que abrieron su propio local: Tante. Después vinieron las sucursales de Villa Gesell, Pinamar, San Martín de los Andes (que luego cerró) y finalmente, Cariló, hace 27 años”, cuenta José Pablo de León, el hijo de Any.
Allí hoy se sirven las cuatro comidas, pero inicialmente Tante comenzó como casa de té, para probar el strudel de manzanas y helado, las históricas masitas que vienen gratis con el café, los blends de té como el chai con tostadas de panes riquísimos, la fondue de chocolate, la Any’s Cake de vainillas con durazno, frutilla y crema, la torta de frutos rojos. Para almorzar o cenar, platos europeos como el goulasch, los chorizos alemanes y el sándwich de lever y pepino y los fiambres hechos por la mejor fábrica de embutidos de ese origen en el gran Buenos Aires. Entre otros platos como las pastas caseras.
Hay importantes descuentos con algunas tarjetas para aquellos que lleguen antes de las 20.30; conviene preguntar. Otra de las cosas buenas de Tante: abre todos los días todo el año.
Av. Divisadero 1470 @tante.restaurant
La Pulpería, el asador siempre listo
En 1985 Grace y Martín Villamil fundaron La Pulpería cuando Cariló era una villa incipiente con sólo dos lugares para ir a comer: la confitería Divisadero en la playa y Grünwald, la casita de té con las ovejas en el techo. Estaba decorada en estilo campestre con la barra enrejada, los mozos vestidos de gauchos y el techo de paja, y era la parada obligada para comer un buen asado tanto en invierno como en verano. Hoy Ezequiel Villamil, uno de sus hijos, dirige el lugar que conserva las aberturas y la reja de antaño, así como permanecen muchos de los empleados de entonces como Sergio Mamani Acuña, célebre parrillero desde hace 31 años.
Todos los productos que se sirven son de extrema calidad y las carnes llegan a la mesa en el punto correcto o el solicitado por el comensal (si le gusta la suela de zapato, eso obtendrá). Las papas son de verdad, con buena fritura, y podría comer 8 empanadas de carne picantitas de ají molido y pimentón, fritas y pequeñas, bien caseras. Luego viene la excelente provoleta que Ezequiel compra a La Pionera, una granja de Córdoba, los chorizos de cerdo que se embuten en la cocina y el resto de los cortes de ese animal de Magret, la tabla de achuras y la carne con mayúscula. También se sirven “los canelones de espinaca de mi abuela y el budín de coco”, contó Ezequiel que de niño jugaba con su padre, uno de los responsables del trazado de la villa, a nombrar pájaros para colocar el nombre de las -en ese entonces- futuras calles de Cariló.
Otro must es la selección de vinos. Nada empañará la experiencia del asado argentino con etiquetas de tinto bien servido a la temperatura correcta en los amplios salones: el principal, el del primer piso, el subsuelo o la terraza con vista al bosque. Y si espera a los fines de semana, podrá disfrutar del asador criollo donde se asan, con leña y carbón, lechones, corderos, costillar y vacío enteros, para que nadie se quede con las ganas.
“Todo lo que sirvo es lo que comería si vengo a comer un asado a Cariló con mi familia”, cuenta Ezequiel: se encarga diariamente de mantener la excelencia de la propuesta.
Av. Divisadero 1490 @lapulperia.decarilo
Templeton y Josefa
Pablo Algieri abrió Templeton hace cuatro temporadas, un bar de luz tenue bien ambientado con pantallas, barra de tragos y distintos rincones: mesas tradicionales o más bajas linderas al escenario integrado con shows de música en vivo todo el año. El fuerte es la coctelería, la buena música (no es para charlar, más bien para escuchar a volumen alto, comer rico y hasta bailar): se cruzan las generaciones; a partir de las 2 el público se renueva. Por el Templeton pasaron artistas de la talla de María Creuza, Iván Noble, Rodrigo Manigot y Palo Pandolfo, entre otros.
Algunos platos para recomendar: los buñuelos de brócoli, rúcula y espinaca; las hamburguesas premium de ternera, y principales como los raviolones de calabaza y mozzarella con manteca de salvia o la bondiola de cerdo braseada, con salsa de cítricos, miel y cerveza con batatas y cherrys. La breve carta de vinos ofrece sólo alta gama.
Enfrente está la pizzería Salvattore, del mismo dueño, en honor a su abuelo siciliano y se arma como un corredor gastronómico y la gente se queda en el medio y puede tomar algo y escuchar música en caso de no poder entrar.
Pablo también es propietario del Ranch house y de Josefa, restaurante de pastas caseras confeccionadas a la vista que se saborean en un living de abuela de arañas con caireles y copas de antaño.
El show es a la gorra, pero se pide que la contribución tenga algo de sentido. También llegan bandas de música de las zonas aledañas: Gesell, Madariaga, Mar de las Pampas, Pinamar, Mar Azul, etc. La intención es que haya un lugar para el desarrollo del rock y la movida local.
Templeton: Boyero 1498, @templetoncocktailcarilo Abre solamente viernes y sábados
Josefa: Boyero 1498 @josefalapasta
Camelia Sensi y Simplicitea
Camelia Sensi es el lugar indicado para comer fondue de queso, hecha con una receta familiar del dueño Nacho Cattáneo, para compartir entre dos y tres personas, perfumada con aguardiente de cerezas. Allí se sumergen en el queso, voluptuosos, los panes tostados pero también el jamón cocido, los champiñones, las salchichas… Hay opción vegetariana.
“Construimos este lugar para reunir amistades. Primero como casa de té, por eso el nombre de fantasía que se remonta a una antigua leyenda de esa planta sagrada; más tarde se convirtió en restaurante”, cuenta Nacho. Enfrente a Camelia se encuentra Simplicitea, pequeño local que puso su compañera, Florencia Zagaria, en plena pandemia. La estrella son los macarons, pero también preparan cheesecake, cremoso de chocolate con forma de piña, lingotes de pistacho con mousse de frambuesas, tortas con baño en estilo aterciopelado. Té en hebras, teteras y accesorios a la venta completan la propuesta junto con dos mesitas en la calle ideales para probar alguna dulzura de la mano de Claudia Sampietro.
“Todo lo que hacemos es casero -dice Florencia mientras organiza las tazas de té-, no usamos polvos, solamente materias primas de ingredientes genuinos. Mi lema es pastelería hecha con pasión y trato de ser fiel a eso”, concluye.
Camelia Sensi: Boyero 1471, @cameliasensi @simplicitea.fz
Existen otras opciones, imposible abarcarlos a todos, muy recomendadas por los lugareños como La Reserva – comida casera con detalles como milanesas al horno, pastas con salsa de hongos del bosque- y A mano, con especialidades como el lomo al Malbec, el salmón con reducción de limón, papas al natural y hierbas y el fricasé de pollo, parrilla y minutas.
El chef Pedro Demuru supervisa la cocina del Cariló Golf Club, que ofrece un brunch los domingos con bebida libre, 7 tapas, principal y postre con un precio muy conveniente en el restaurante Carpe Diem, que agrandó la terraza. Para el verano tendrá listo su propio rincón en el centro de Cariló con platos nuevos que se sumarán a los clásicos como el pastel de ciervo.
En los días lindos y mejor aún aquellos en que el cielo se cubre de nubes y tormenta los paradores de la playa con vista al mar resultan una opción doblemente atrayente, por la comida y el espectáculo de la naturaleza. La Gamba ofrece una exquisita tabla del pescador como entrada, si es que no se elige el menú del mediodía de lunes a viernes, a buen precio. De postre, el inefable sambayón tibio con frutos rojos de postre, hace tanto que no probaba este postre… ¡y tan bien hecho!). También en Pinamar se encuentra Rada Beach (Pedro Demuru, otra vez), pero ya es otra historia -y otro balneario- para contar.
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