Vera Fogwill. "Aprendí a vivir con mis problemas"
No es un día fácil para Vera (40). Este encuentro sucede un miércoles, justo cuando se cumplen tres años de la muerte de su padre, el célebre escritor Rodolfo Enrique Fogwill, o Fogwill, a secas, como le decían los íntimos. Un miércoles intenso, en el que también tuvo que ir al hospital donde su "otro papá", el dramaturgo Alberto Ure, que se casó con su madre cuando ella era chica, está internado. Y por esas casualidades que sonarían forzadas si esto fuera una historia ficticia, se trata del mismo hospital donde falleció Fogwill. Sí, así como se lee: hoy Vera pisó los mismos pasillos de entonces, vio a los mismos enfermeros, respiró ese olor que es como una mezcla de alcohol y amoníaco. En fin, el relato podría ser trágico y anular cualquier charla posible, pero enseguida su carcajada rompe el silencio y desdramatiza. Echa luz al dolor como una forma de encarar la vida, su vida, esa que, según dice entre risas, "no puede ser más literaria". Entonces hace un comentario sobre su hijo Aki, de cinco años, y da pie a la pregunta por su primera novela, que acaba de editarse con el título Buenos, limpios & lindos (Seix Barral). Se trata de una historia en la que hay una heroína rockera, poeta y madre que está en una suerte de limbo: flota entre la vida y la muerte, y tiene la capacidad de saberlo todo.
La publica ahora, varios años después de haber relegado su trabajo como actriz y de haber debutado como directora de cine con Las mantenidas sin sueños .
-¿Cómo viene la repercusión de la novela?
-Hoy me mandaron una foto de un señor que la estaba leyendo en el subte. Para mí eso es un éxito, tengo la foto acá en mi celular, es mundial (risas). Estoy contenta, soy muy reticente a soltar las cosas que hago; de hecho, esta novela la tengo terminada desde hace casi un año y pico...
-¿Por qué tardaste tanto?
-Es que me tocó todo el legado de mi papá, y yo no quería trabajar en ninguna editorial que hubiera tenido un contrato con él. Así que revisé todo, y evité cualquiera que tuviera contacto con mi papá, hasta que encontré a Planeta. Yo nunca mezclé nada. Trabajo desde los 14 años, tengo obras de teatro, guiones de cine, cuentos: no tengo que rendirle cuentas a nadie. Pero sí quería tener la libertad de entrar a un territorio propio. No utilicé ningún beneficio por ser "la hija de", todo lo contrario.
-¿Y la actuación?
-Hoy la actuación es el espacio vacío. No siento que la necesite, son cosas que me suceden o no, y yo lo respeto. La actuación en sí me empezó a parecer una cosa cada vez más banal y frívola. El mundo del teatro me agotó, empezó a aburrirme: mi relación se había acabado y me lo respeté. No sé si es lo que me hubiera convenido, pero fue lo que sentí.
-¿Empezaste a decir que no?
- Empecé a decir que no a muchas cosas. Yo estaba haciendo una obra muy interesante con Daniel Veronese, Mujeres que soñaron caballos . Mi papel estaba bueno, pero me empecé a aburrir muchísimo. Llevé cámara de fotos, saqué fotos en escena, ya no sabía qué hacer. Ese aburrimiento acartonaba todo. Daniel es talentoso, el elenco era divino, pero yo no quería hacer todos los días lo mismo: no me interesaron las giras, ni la prensa ni nada. Yo hacía teatro por la necesidad de expresar algo: en el momento en que se cortó eso, no lo pude inventar. Es como seguir con una pareja con la que ya no pasa nada. Ya estaba armando el guión de Las Mantenidas para cine, además. Para eso viajé, conseguí fondos afuera, gané premios. Y así me distancié absolutamente del teatro. Me llamaron para muchas cosas, pero a todo dije que no.
-La leyenda cuenta que quisiste hacer un casting dePelito ...
-(Risas) Yo amaba a Bette Davis y a Buñuel, porque me llevaban a ver todos los ciclos de cine, pero lo único que había con chicos, los sábados a la tarde, era Pelito , y yo me moría de ganas de actuar. Le pedí a mi papá que me llevara a un casting, y él pidió una reunión con Máximo Soto, el creador. Después de mucho esperar, llegó y me dijo que no había papeles. Yo volví de capa caída, imaginate. Pero luego, a los 12, fui a hacer un casting a la Manzana de las Luces y quedé. El director era el mismo Soto, y me confesó que mi papá le había pedido que no me contratara. ¡Él no quería que yo actuara en Pelito !
-Tu papá fue publicista, tu hermano es director: ¿cómo te llevás con el universo publicitario?
-No tengo ninguna relación personal, no me llevo ni me dejo de llevar con la publicidad. Tengo un hermano creativo, otro director; mi papá hizo eslóganes y escribía los chicles Bazooka, mi mamá fue modelo publicitaria. O sea, mi vida estuvo siempre ligada a ese universo, pero hoy no pasa por ahí. Sí reconozco que cuando hay humor y creatividad en las publicidades sucede algo genial, es como leer un buen tuit.
-¿Tenés Twitter?
- No, no tengo ni sigo a nadie. Abrí uno porque habían usado mi nombre, para tener el dominio. Pero en mi vida, no hay tiempo para ver qué hace o dice fulano. Además, no sé escribir en 140 caracteres. El otro día me dijeron: "Tenés seguidores y nunca seguiste a nadie". ¡Es un universo del discurso genial, si lo mirás de afuera! Pero no tiene que ver con mi estilo de vida. Tendría que tener siete vidas más para usarlo, hoy yo el tiempo que tengo lo uso en cosas que me llenan y me sirven. Puedo armar un Lego con mi hijo una hora y media sin problemas, pero no puedo hacer eso y además mirar qué es lo que otros dijeron en Twitter.
-¿Sos más de dedicarte a una sola cosa por completo?
-No, porque la verdad es que tengo trastornos de ansiedad desde que soy chica. Hago muchas cosas a la vez. Uno se acepta como es, y hace de su tema un problema o una forma de vida. No pude combatir la ansiedad, entonces, bueno, si tengo que hacer cosas en paralelo las hago, como cocinar y leer, ponele. Pero en general suelo eliminar el motivo de la ansiedad: manejar en la ciudad, por ejemplo. No es algo que yo pueda hacer. O esquiar, la última vez me tuvieron que bajar en ambulancia. Puedo vivir sin hacer esas cosas.
-¿Te analizás?
-Ahora no, pero tengo terapeutas ocasionales. Yo no resolví nada con terapia: sigo teniendo los problemas, aprendí a vivir con ellos. Cambié mi mirada. Todas las noches desde que tengo 12 años me despierto a las 3 de la mañana, y no lo resolví. Ahora abro los ojos y los vuelvo a cerrar. Es algo que está. La gente que cambia mucho me da miedo. Los que de golpe hacen un cambio drástico, digo.
-¿Qué te gusta hacer en tu tiempo libre? ¿Salís mucho?
-No, soy muy casera, me encanta estar en mi casa. Y me gusta ver a mis amigas solas, sin testigos. No me gustan las reuniones donde hay mucha gente, estoy pensando todo el tiempo en irme. Hace poco tuve un paseo genial, con Nora Lezano: nos juntamos para hacer unas fotos en un cementerio y nos contamos qué era de nuestras vidas caminando agarradas de la mano. Fue un encuentro mágico.
-¿Algo que nadie sepa de vos?
-Me gusta limpiar, ordenar y cambiar las cosas de lugar. Cuando me agarran esos ataques, es porque estoy empezando un nuevo proyecto o estoy trabada en uno viejo. Pero antes estoy desquiciada, sacando el polvo. Cuando termino ese proceso, puedo escribir. Gajes de conocer mi TOC. Después me baño y estoy lista para seguir con mi vida, hasta nuevo ataque.ß
De Finlandia con amor
Vera dice que prácticamente no toma alcohol, un hábito que le quedó de sus tiempos de bartender en El Codo, cuando tenía veinte. Por eso elige acompañar esta charla con un café con leche en el bar La Prometida, de Colegiales. En reuniones con amigos, cada tanto, suele darse un gusto y apuesta a su bebida preferida: el vodka Finlandia. Su ritual es tomarlo en vaso pequeño y bien puro.