El incidente la marcó para siempre y hoy lleva conciencia sobre la importancia de capacitarse para poder ayudar en situaciones de riesgo.
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Agustina Ramos Mejía (37) tiene 270k seguidores en Instagram, llegó a ser influencer porque se lo propuso como un trabajo fijo y lo logró. Pero actualmente eso no es lo que más le importa: un accidente cerebrovascular (ACV) de su mamá la marcó para siempre y le dio el impulso para llevar conciencia sobre la importancia de saber lo que es la reanimación cardiopulmonar (RCP). “Ojalá que vos sepas hacer RCP porque si mi hija está un día en tu casa y le pasa algo vos le salvas la vida a ella, no yo”, asegura Agustina.
“Mamá se está muriendo”
Cada vez que Agustina recuerda el episodio que vivió su madre siente que vuelve a ese momento y no puede contener sus lágrimas. Aún no tenía hijos y estaba de viaje en Praga con su marido. Un día sonó el teléfono de su habitación y escuchó a su hermano decir: “Venite ya a Buenos Aires que mamá se está muriendo”. Recuerda que se le flaquearon las piernas, “fue tremendo, nunca sentí algo así y eso que perdí a una de mis mejores amigas que se murió de cáncer de cabeza”, relata de aquella sensación. Empezaron a buscar la forma de volver lo más rápido posible: había que ir al día siguiente a España y desde allí volver a nuestro país. “Me la pasé llorando dos días enteros con los vuelos, yo apagaba el celular y cuando lo prendía no tenía ni idea si mi mamá se había muerto”, cuenta.
¿Qué fue lo que le pasó? A la mamá aquella mañana le dolía mucho la cabeza, estaba en el lavadero y se arrastró como pudo hasta su baño donde quedó acostada en el piso. Su padre llamó a su hija Guadalupe, melliza de Agustina y médica, para que fuera a verla. Cuando Guadalupe llegó le pidió a su hermano que la ayudara a acostar a la mamá en la cama: “hizo dos signos que son muy propios del previo paro cardíaco. Dijo que quería vomitar y lo hizo. Me explota la cabeza, me voy a morir y ahí entró en paro. Guada que estaba embarazada de ocho meses la sacudía a mamá pidiéndole que no se muriera y comenzó ella, junto a Cande mi otra hermana, a turnarse para hacerle RCP”, cuenta Agustina con la voz entrecortada.
Su mamá entró en coma: “Después de todas las resonancias ven que tenía mucha sangre en la cabeza y que le había explotado. Fue terrible, si despertaba había que ver con qué secuelas. Hacíamos guardia con mis hermanos las 24 horas del día”, su mamá despertó y hoy se encuentra con un buen estado de salud.
Pero este episodio prendió la alarma de Agustina y otra de sus hermanas que se anotaron en un curso de RCP, “Guada y Cande le salvaron la vida. Si yo hubiera estado no hubiera podido hacer nada o incluso si llegaba a ayudarla, quizás ella hoy vivía con mil secuelas porque todo ese tiempo que vos dejás de bombear oxígeno al cerebro listo, te queda la secuela”, admite Agustina.
“Mi objetivo es que salga una ley”
Este hecho siempre le quedó latente, algo tenía que hacer y encontró la mejor manera: hoy coordina talleres para enseñar RCP y primeros auxilios que son un éxito. “En ese momento no había cursos. Me junté con mi pediatra Eduardo Moreno Vivot y empezamos a armarlo. Yo tenía ganas de hacer talleres integrales, buscando muchas miradas”.
El primer taller fue en el quincho de su casa, que tenía capacidad para un máximo de 40 personas. Cuando lo lanzó a la media hora se habían agotado los cupos que eran por prioridad de llegada al mail. Además se le ocurrió sumar marcas como sponsors dentro de los talleres que les dieran regalos a las invitadas. Todos detalles que hoy son comunes pero que en ese momento fue Agustina una pionera.
“Me propuse que la propuesta se empezara a viralizar, creo que es necesario hablar del tema. Los talleres fueron creciendo y sumé a Maritchu Seitún, especialista en crianza, entre otras profesionales destacadas. Para mí es muy importante el equilibrio entre que sea una gran profesional, que sean buenas personas y que tenga mucha experiencia. Al tercer año empezaron a aparecer miles de personas con talleres y mi desafío era qué cosas nuevas puedo hacer, por ejemplo hicimos la ruta por el interior y Uruguay”, explica Agustina, es que además ella no puede quedarse quieta y los temarios cambian todo el tiempo.
“Sé que estoy haciendo algo que es bueno, hemos capacitado un montón de gente. Siento que es un gran aporte y me escriben un montón contándome que el hijo se atragantó y supieron hacer la maniobra porque justo lo habían visto en mi cuenta. Eso me llena, me siento parte del movimiento de contagiar RCP, fui la primera y contagié a un montón de gente que lo está haciendo. Mi objetivo es que salga una ley, que esto lo aprendamos en el colegio, todos los años, debería ser obvio para todo el mundo”, y agrega que los certificados tienen una duración de un año porque hay que refrescar los contenidos y además pueden haber actualizaciones en las técnicas.
Una de las primeras
Agustina estudió la Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Austral, se recibió a los 21 años y tuvo varios trabajos en distintos rubros. Pero fue después de seis años trabajando en Vida Silvestre que decidió trabajar de forma independiente. “Siempre quise hacer algo propio, entonces empecé un blog. En ese momento amaba encontrar y buscar datos de accesorios y moda”.
Empezó entonces en 2013 su blog “Look Connected” donde compartía contenidos de moda sustentable y tenía una sección de reflexiones. “El nombre es como estate conectada con vos misma, mírate, con el adentro y con el afuera, sin perder tus raíces, sin perder quien sos, lo que te conecta con tu interior, con tu esencia y con el afuera, con las tendencias, con la gente”, explica Agustina.
Confiesa que al principio no la leía nadie, solo sus amigas y su hermana melliza Guadalupe que se ponía la alarma para marcar visualizaciones. Es que Agustina no armó su blog de un día para el otro, sino que lo pensó como una marca desde el primer día. “Hice un estudio de mercado de todos los blogs que había por el 2011/2012. Registré la marca y lo lancé. Facundo, mi marido, me sacaba las fotos”, cuenta Agustina de su esposo, que siempre la apoyó y con el que consensuaron que en cuanto el blog le generara una cierta cantidad de dinero de ingreso por mes ella podría renunciar a su trabajo en relación de dependencia.
Pero en ese entonces las influencers no existían como tales y la familia de Agustina no entendía nada: “Male, mi hermana, me decía que no entendía quién me iba a querer leer. A mis papás les parecía un horror, me llamaron para hablar conmigo porque no entendían por qué quería mostrar mis cosas. Hoy lo miran y les encanta todo lo que es salud, los talleres, a todo lo que suma le ven un gran valor, pero son celosos de mostrar la vida privada y son más miedosos, yo soy mas inconsciente”, cuenta entre risas.
Con la llegada de Instagram y de sus hijos ese blog fue mutando en una cuenta personal de su día a día y donde dentro de poco dejará Look Connected como marca de los talleres pero la cuenta pasará a llamarse con su nombre propio.
El detrás de escena de una influencer
Ya había nacido su hija Fini cuando Agustina renunció al trabajo porque llegó a la facturación que había consensuado con su marido. En ese entonces estaba convencida de que por ahí iba el camino. “Yo estaba llena de laburo y aparte soy muy esquemática para trabajar. Mi trabajo era muy proactivo, no me quedaba sentada esperando a que las marcas me llamaran, yo llamaba a todo el mundo y lo sigo haciendo”, cuenta Agustina que hoy tiene 270.000 seguidores que miran el día a día de ella como madre de tres: Fini, Martu y Nachito.
Pero confiesa que no le gusta escribir, es la parte que más le cuesta porque siente que no es buena haciéndolo. “Me siento muy buena compartiendo imágenes y en video, pero no escribiendo. Siento que soy malísima escribiendo, me es mucho más fácil compartir, hablar. No arranqué el blog porque me gustaba escribir, sino porque me gustaba compartir”.
Dan cuenta de eso las actuaciones en sus reels, y los videos a toda hora en sus historias. Uno que generó polémica entre sus seguidoras fueron sus filmaciones vomitando en el baño en el primer trimestre de su último embarazo. Agus se ríe y lo recuerda como algo super natural: “Mi hermana con lo de los vómitos me que había perdido el filtro. Pero para mí es lo normal. Vomitaba ocho veces al día, entonces ya sabía cuándo iba a vomitar y un día prendí el celular y en los videos también aparecían mis hijas. A ellas las tengo todo el día encima, es mi realidad. Yo estaba segura de lo que estaba mostrando, no me afectó en nada, a mí me afecta cuando comparto algo que no estoy muy segura”, explica Agustina.
Quienes la siguen hace tiempo pueden ver la participación de su marido Facundo en más de un posteo, pero a él las redes sociales le cuestan. “Él es muy correcto, yo estoy haciendo una historia contando real lo que está pasando y él me dice no podés decir eso, podés hacer sentir mal a alguien, entonces borro la historia”, confiesa. Lo mismo pasa con los llamados que recibe de Guadalupe su hermana melliza.
Su hija mayor recién ahora está entendiendo un poco más sobre el perfil de su mamá porque alguna amiga le dice y le divierte. “En una época yo decía vamos hacer foto para tal cosa y, de inexperta, armaba toda la escenografía con ellas y se cansaban a la mitad. Venía el llanto de no quiero y yo dale ponete. Hasta que descubrí que la técnica es tener todo armado, probado y cuando estoy impecable les pido que vengan un minuto, y ya está”, cuenta Agustina.
“Lo que hago lo disfruto, me sale natural. Hay gente que no le va a gustar y está bien, no pasa nada. No le hago mal a nadie, siempre mi objetivo es sumar, no restar. Muchos me dicen que se meten en mis historias para levantarse el ánimo. Pero sí tengo filtros en cosas que involucren a otras personas, por ejemplo en la pareja las relaciones sexuales post parto, es un tema que nos pasa a todas y que re da para hablar pero lo involucra a Facu, es algo íntimo de los dos. En eso sí yo hablo con él hasta donde puedo decir algo y hasta dónde no, por respeto a los dos”, admite Agustina que está terminando de escribir un libro bajo el sello de Editorial Planeta de la mano de expertos para acompañar a las mujeres desde el embarazo hasta los primeros años de vida del bebé.
Los seguidores suben y bajan, no es un tema que le obsesione la cantidad. Sí admite que cambió mucho su comportamiento en Instagram: “tuve una etapa donde me la pasaba con el celular y me generaba un montón de conflictos con Facu. Eso fue al principio, que es cuando se te desbordan las cosas y no sabes como se manejan. Cuando empezó Instagram se subían cuatro posteos por día, era una planificación recontra exigente. Pre pandemia estaba mucho más estresada. No sé si la pandemia, los hijos o todo junto pero hoy me lo tomo de otra forma”, cuenta una Agustina consciente de que hoy tiene mucha más competencia, que hay un dinamismo que exige ir mutando, que no podés seguir haciendo lo mismo que hace seis meses, y ella nunca se quedó quieta, siempre fue cambiando, poniéndose nuevas metas y objetivos, allí cree que radica el secreto de su éxito.
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