Después de 16 años de trabajar con su marido en la pyme que fundaron juntos decidieron emprender caminos laborales separados para sanar la relación familiar y la decisión tuvo un impacto radical.
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Junto con su marido fundaron desde cero una fábrica de cookies norteamericanas cuando todavía no se habían popularizado en el país. Cuando se expandieron a nuevos mercados internacionales y atrajeron a un fuerte grupo inversor se dieron cuenta de que algo no andaba bien en otro plano. El vínculo de pareja estaba muy atravesado por los asuntos de trabajo. Les resultaba imposible separar los asuntos de la empresa de los afectivos. Si habían tenido una discusión en la oficina, llegar a casa y tener que hacer como si nada hubiera pasado frente a las hijas era complicado y si tenían planes de celebrar un cumpleaños pero el día había transcurrido a puro estrés ninguno de los dos llegaba con ánimo al festejo. Un día se miraron a los ojos y se sinceraron: no eran del todo felices. Algo tenian que cambiar. Decidieron priorizar la familia por sobre los negocios y entonces, él vendió su parte de la empresa al nuevo grupo inversor que, por entonces, estaba interesado en ingresar al negocio y aportar su base de distribución para llevar las galletitas gourmet a mercados internacionales.
Estaba desmotivada y los objetivos no se cumplían
Ella continuó al frente de la empresa, que era una pyme en pleno crecimiento, pero al cabo de un tiempo vio que la idiosincracia de la compañía había cambiado. El nuevo socio tenía sus propias maneras de gestionar la empresa y Fabi veía que el negocio había perdido su impronta de atención personalizada pero esto no redundaba en una mayor expansión- venían entre sus clientes a Starbucks y McDonald’s, Jumbo y Carrefour- , y ya no se sentía motivada. Cada mañana al ir a trabajar no sentía el entusiasmo que la caracterizaba. Se preguntó qué podía ser esa emoción que no lograba descifrar. Una mezcla de angustia con desinterés estaba desmotivada, los objetivos que se había planteado para esta nueva etapa no se cumplían y veía que estaba lejos de sentir ese asombro constante con el que encaraba cada día.
“Desde la creación de cero de la fábrica de cookies, que arrancó con la construcción del edificio, hasta el momento en que para seguir haciendo crecer la empresa y aumentar la distribución decidí incorporar como socios a Cabrales, yo aprendí muchísimo”, cuenta a LA NACIÓN Fabiana Mejalelaty, actual directora de AlumbraLab y docente de la Universidad San Andrés. “Pero finalmente elegí salir de la empresa cuando advertí que había dejado de aprender, tal vez porque al incorporar socios ya no era la cabeza de la empresa y me estaba alejando poco apoco de mis dos pasiones: el aprendizaje continuo y la gestión”, completa la autora del libro “Diseño de Vida. Creación de tu propio emprendimiento” (Editorial Temas), de reciente publicación.
“Atravesé el duelo de cerrar un proyecto que me representó”
La decisión no fue fácil porque la empresa estaba en su mejor momento pero Fabi, como la conocen sus amigos, su alumnos y sus actuales clientes, aplicó sus conocimientos de negocios, coaching ontológico, programación neurolinguítica y psicología positiva a su propia vida. Era el momento de pegar el volantazo y animarse a crear algo nuevo, algo que no había hecho, al menos en forma sistemática durante su trayectoria profesional y emprender un nuevo camino. Pero no cualquier camino, un camino propio pero al servicio de resolver las necesidades de otros. Así fue que fundó su nueva empresa, AlumbraLab, bajo el lema “negocios ordenados, vida feliz”.
“Fue un cierto duelo cerrar un proyecto que me representó en una etapa de mi vida y pasar de vender productos a vender servicios en forma de capacitaciones y de mentoreo. Pero amo profundamente ayudar a otros a crear modelos de negocios sólidos y acompañarlos en su camino para que consigan sus metas con menos errores de los que yo cometí, de una forma más simple, escalable y rentable”, comenta Fabi.
Cómo se diseña un negocio alineado con la propia vida
¿Acaso se puede diseñar la vida? suelen preguntarle sus clientes cuando se encuentran con el ejercicio que Fabiana Mejalelaty les propone antes de empezar a desarrollar el plan de negocios de su proyecto emprendedor. Y la respuesta de la mentora es siempre que sí, como paso ineludible si uno se propone trabajar y ser feliz. Y no porque ella ignore que la vida tiene imponderables y que, en Argentina, las coyunturas económicas suelen ser más turbulentas que en otros lugares, sino porque como economista pero también como empresaria sabe que los negocios que están alineados con los valores y los deseos personales puestos al servicio de resolver una necesidad de los clientes, son los que tienen mejores probabilidades de crecer y sostenerse en el tiempo.
Silvina Freiría, una de las coachees que acudieron a Fabiana para impulsar su proyecto personal, es consultora certificada de Mercado Libre. Según describe, su trabajo consiste en “ayudar a que los vendedores puedan crecer dentro de la plataforma, para aumentar sus ventas y su facturación cumpliendo todas las normas que plantea este marketplace líder de mercado”.
Con estudios de marketing y una experiencia de veinte años en empresas multinacionales en 2019, decidió independizarse y crear su propia empresa de marketing digital. Menos de un año después llegó la pandemia, con la adopción de las compras online, lo que impactó en un crecimiento enorme de su negocio, pero sumamente desordenado. Cuando pasó el primer año de su emprendimiento contactó a Fabiana para que la ayudara a darle un cauce estratégico al negocio, hacerlo crecer y escalarlo, pero de una forma sostenida y ordenada. “Fabi me enseñó a darle valor a mi trabajo, a delegar, a armar un equipo, a determinar prioridades. Para mí, ella es la gerente general de mi proyecto, quien tiene una mirada integral y me va marcando un rumbo a seguir”, comenta la emprendedora.
Reconocer las emociones para ser más felices
En la facultad de San Andrés, de donde egresó como licenciada en Economía hace muchos años, Fabiana es directora del Programa de Educación Ejecutiva de Diseño de Vida y mentora de planes de negocio en el MBA de la Universidad. Este último rol cumple con ese compromiso consigo misma que la llevó a esa drástica decisión de cambiar de rumbo: el de aprendizaje continuo. “Comparto con los alumnos el proceso de llevar a la realidad un negocio que tienen en su cabeza”, cuenta Fabi. “ Los acompaño para que puedan articular toda la teoría en un plan de negocios viable.
“Para un plan de negocios exitoso tener una buena idea es medianamente relevante pero no es la clave para obtener buenos resultados. Lo que tenemos que lograr es satisfacer una necesidad de un cliente. No sirven las brillantes ideas que a nadie le interesa consumir. Para hacer negocios es mucho más importante resolverle un problema a alguien”, enseña Mejalelaty.
La empresaria también brinda en la Udesa un curso de diseño de vida, tanto online como presencial, y destaca que es una de las cosas que más le gusta hacer. “En ese curso trabajamos con los modelos mentales y pensamientos que tenemos que tener para poder diseñar; después de sumergirnos en ese mundo cada uno empieza a elaborar su diseño de vida y a a fijar metas a través de distintos procesos, uno de los que más me gustan es el design thinking”, describe Fabi y resume: “Es un proceso hermoso donde conozco personas con las que puedo compartir el aprendizaje de mi propia experiencia al haber rediseñado mi vida y haber pegado un volantazo, ya teniendo hijas grandes y estando en una etapa en la que se espera que una se siente a cosechar logros. Aprendí y transmito que, en la vida, cuando uno puede reconocer las emociones que está transitando en cada momento y ser fiel a su deseo, siempre se puede ser más feliz.
De los cambios ideales a los cambios posibles
El diseño de vida que propone Mejalelaty se basa en la aplicación del modelo de design thinking y en nuevos modelos de emprendedorismo que parten de crear no un producto validado y desarrollado antes de lanzarlo al mercado sino de un producto mínimo viable. Así se logran generar escenarios intermedios donde el consultante no se queda frustrado porque nunca pudo llevar adelante su idea de negocio y que tampoco tenga que patear el tablero - dejar un trabajo en relación de dependencia o pedir un crédito a tasas altísimas, por ejempo- para poder todo. Fabiana pone como ejemplo el caso de un cliente que trabajaba en una empresa y se planteaba dejarlo para poderle dedicar más tiempo de su vida al surf, el deporte que lo apasionaba. Ella le propuso que empiece por indagar si podía dar clases de surf durante los fines de semana en el río, buscar si algún profesor necesitaba algún suplente, para de a poco ir probando en la realidad si de verdad ese cambio era el que anhelaba, y si la respuesta era que sí, entonces ir por más, diseñando un plan para poder en un futuro dedicarse por completo a ese tipo de vida. “Para algunas personas patear el tablero es una alternativa válida y para otras es un riesgo innecesario. Me gustaría que todas las personas puedan encontrar esas alternativas que les permitan vivir con más creatividad, siempre con las ganas de estar bien, con la ambición de diseñar una solución posible y dar esos pasos para implementarla, concluye la mentora de vida y negocios.
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