Cuando empezaron los proveedores les clavaban el visto: ahora facturan $40 millones por año, venden 60.000 botellas de gin por mes y exportan a Europa
Dos amigos que se conocieron dentro de una cancha de rugby cumplieron el sueño de lanzar un sustituto nacional de las marcas inglesas más conocidas; con una inversión de $90 millones construyeron la segunda planta para abastecer la creciente demanda local y los nuevos mercados de exterior
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“Lo vas a elegir por la botella, pero cuando lo pruebes lo vas a adoptar como tu gin para todos los días”. Así describen Ignacio Sierra y Joaquín Villafañe a Aconcagua, el destilado a base de enebro que tiene un ingrediente único y de donde obtiene su nombre: agua de deshielo de la segunda montaña más alta del mundo. Estos dos jóvenes emprendedores cambiaron la comodidad de sus trabajos con buenos ingresos para arriesgarse a crear un negocio propio por el que lucharon contra proveedores que les clavaban el visto, la falta de crédito para invertir y limitados cupos de importación. Con una inversión inicial de US$30.000, el año pasado facturaron $40 millones, ahora venden 60.000 botellas por mes, y ya exportan a España y Uruguay.
Quizá esa denominación, la cumbre más alta de América, marcó los primeros crux -los tramos más difíciles en una ruta de escalada- cada vez más comunes para quienes se aventuran a emprender en un contexto de crecientes restricciones en la economía argentina. Sin embargo, estos dos amigos que se conocieron dentro de una cancha de rugby coinciden: “Acá, con chauchas y palitos podés hacer cosas muy grandes”.
El ascenso a la cumbre
La aventura destiladora de Joaquín e Ignacio comenzó a principios de 2020, cuando el mundo comenzaba a cerrar sus fronteras ante los contagios masivos de Covid-19. Todavía no había estallado el boom del gin argentino, pero ellos tenían el sueño de crear un producto pensado íntegramente para destacarse desde el packaging hasta el contenido. “Queríamos que la botella sea la más linda del mercado y que el gin reemplace a la marcas inglesas más conocidas”, dice Sierra. Para esto, dieron todos los pasos necesarios.
Hicieron el curso de destilados y probaron más de 150 muestras para las que pesaron con balanzas de joyas los miligramos de diferentes botánicos -los ingredientes con los que se infusiona cada gin y que lo dota de notas distintivas-. Así llegaron a una receta que los convenció para animarse a ofrecerlos a catadores especializados. Con la aprobación de los expertos, comenzaron a desarrollar la marca y la botella con un diseñador gráfico, un amigo de ambos. Además, importaron un alambique de cobre desde España.
Cuando tenían todo listo para salir a buscar proveedores nacionales de botellas se toparon con las puertas cerradas. “Era imposible lograr la botella nacional de la calidad que nosotros queríamos y para la escala en la que podíamos arrancar, una escala chica de 4000, 5000. Nadie nos atendía el teléfono. Solo podíamos conseguir una etiqueta termocontraible”, recuerda Sierra y agrega que la experiencia de Villafañe como exportador de árboles vivos a China les permitió conseguir un proveedor a su medida.
“El proveedor chino en cinco días te dice ‘tengo tu botella lista. ¿Te la mando?’. Y en 15 días la tenés en la aquí. La primera orden fueron cinco palets, la segunda fueron 10, después 15 y luego un contenedor lleno. Todo eso fue reinversión, pero los cupos de importación no nos permitían crecer más”, dice Villafañe. “La idea no era depender de lo importado, porque el país siempre tuvo este problema con la importación. Ahora, que tenemos una producción mensual de 60.000 botellas las fábricas nacionales sí nos atienden el teléfono”, agrega.
Si bien tenían solucionado la provisión de las botellas, aún les faltaba que los productores de alcohol les aceptasen los pedidos que, hace dos años, eran magros para los volúmenes que se acostumbran en la industria de las bebidas.
Entonces, resolvieron comprar el mismo alcohol apto para consumo alimenticio, pero de manera particular. “Íbamos al mayorista y comprábamos palets de botellas de alcohol de un litro y las volcábamos dentro del alambique”, recuerdan, entre risas, los fundadores de Aconcagua. “Al poco tiempo saltó la ficha de que alguien estaba comprando cantidades ridículas de botellas y ahí fue cuando los fabricantes de alcohol nos empezaron a vender como a cualquier productor de bebidas, por camiones cisterna”, agrega Sierra.
La segunda fase de su plan de ascenso hacia la cumbre consistió en tener presencia en todo el país. “Armamos un mapa y dijimos: ‘tenemos que tener un representante en cada provincia’. Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe, Rosario, La Rioja, San Juan, Tucumán, Jujuy y Tierra del Fuego.... Hoy tenemos representantes en absolutamente todas las provincias del país”, destaca Villafañe.
La primera etiqueta fue la azul que contiene un clásico London Dry con cuatro botánicos. Luego, sumaron dos opciones con ochos botánicos cada una: la blanca con notas más exóticas picantes, entre las que se destacan el cardamomo y el lemongrass; y la verde, una variedad cítrica en la que se destaca la cáscara de lima. Además, lanzaron una versión de trago “ready to drink” y una botella de gin hecha en aluminio 100% reciclado. También están a punto de empezar a producir su propia agua tónica, para que “la experiencia de disfrutar un gin & tonic Aconcagua sea única”.
Poco más de dos años y medio después de vender la primera botella de gin (”fue el 3 de abril del de 2021″, según recuerdan los socios) la empresa está cerca de inaugurar su segunda planta de destilación en el norte del conurbano bonaerense, ya que la primera les “quedó chica”. La nueva fábrica demandó una inversión de $90 millones que salió íntegramente del bolsillo de ambos, ya que ninguna entidad bancaria aceptó prestarles el dinero. La chapa de esta nueva planta se la compraron a la empresa para la que Sierra trabajaba antes de aventurarse en el mundo de los destilados.
Para celebrar el breve, sinuoso y vertiginoso camino recorrido, Aconcagua organiza un festival de gin & tonic el sábado 1 de octubre en el Hipódromo de Palermo. La velada contará con DJs, bandas en vivo y foodtrucks.
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