Vaclav Smil: la increíble historia de vida del escritor favorito de Bill Gates
El profesor checo-canadiense es experto en ciencias ambientales y uno de los autores más recomendados por el magnate norteamericano
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El fundador de Microsoft, Bill Gates, manifestó esta semana en una entrevista televisiva que su escritor favorito entre los “vivos” es Vaclav Smil. “Escribió sobre todos los tipos potenciales de desastres, como el riesgo de un asteroide o el peligro de una erupción de un volcán en Yellowstone. Y de hecho, mostró que las pandemias eran significativamente la situación más grande, aparte de una guerra nuclear causada por el hombre, para la que necesitábamos estar más preparados”, aseguró el magnate.
Según la revista científica Science, cuando era adolescente, Smil vivía con su familia en un pueblo remoto enclavado en el bosque montañoso de Bohemia, una de las tres regiones históricas que integran la República Checa, antes parte de Checoslovaquia. En la década de 1950, Smil pasaba cuatro horas cortando leña para alimentar las tres estufas de su casa. Con cada golpe, su cuerpo ayudaba a liberar la energía capturada de forma transitoria en los troncos. Este trabajo arduo y repetitivo, le hizo ver que no era una manera eficaz de vivir.
Smil, el pensador más importante del mundo sobre energía de todo tipo según Science, buscó siempre la claridad a lo largo de su carrera. Desde su oficina, ubicada cerca de la Universidad de Manitoba (UM) en Winnipeg, Canadá, el académico de 77 años escribió docenas de libros durante las últimas cuatro décadas.
Sus publicaciones, que recorren una serie de temas incluidos los problemas ambientales de China y la transición dietética de Japón de las plantas a la carne, rara vez venden más de unos pocos de miles de ejemplares. Pero eso no impidió que algunos de sus libros, en particular los que exploran cómo las sociedades pasaron de depender de una fuente de energía como la madera, a otra como el carbón, influyan profundamente en generaciones de científicos, políticos, ejecutivos y filántropos.
Gates, fanático ferviente del escritor checo-canadiense, afirmó haber leído casi todo su trabajo. “Espero nuevos libros Smil de la misma manera en que algunas personas esperan la próxima película de Star Wars”, afirmó el multimillonario en diciembre de 2017.
Ahora, mientras el mundo enfrenta el enorme desafío de tratar de frenar el cambio climático en un contexto pandémico, el trabajo de Smil sobre las transiciones energéticas está recibiendo más atención que nunca. Pero su mensaje no es precisamente de esperanza. El escritor obligó a los defensores del clima a tener en cuenta la gran inercia que sostiene la dependencia del mundo moderno de los combustibles fósiles y a cuestionar muchas de las optimistas suposiciones que subyacen a los escenarios para un rápido cambio hacia alternativas. “Es un asesino de estupideces”, lo definió David Keith, científico de la energía y el clima de la Universidad de Harvard.
De forma silenciosa, Smil le dio forma a lo que el mundo piensa en materia energética. En 2010, fue nombrado por la revista Foreign Policy cómo uno de los “100 pensadores más importantes del mundo”. Burócratas, políticos y empresarios le piden consejos, e incluso ofrece consultorías para instituciones de Estados Unidos y Europa.
Smil estudió Ciencias Naturales en la Universidad Charles de Praga y luego llevó adelante un doctorado en Geografía en la Universidad de Pensilvania en Estados Unidos. En la actualidad, es profesor emérito en la Universidad de Manitoba, ubicada al sur de Canadá.
El escritor, que publicó más de 40 libros y supera los 500 artículos relacionados a la energía, vivía en Checoslovaquia cuando, en 1968, el país fue invadido por la Unión Soviética. Este dramático suceso, lo obligó a refugiarse con su mujer en los Estados Unidos y más tarde en Canadá, donde aún reside.
Cuando era estudiante, Smil se hospedó en el campus de la universidad en un antiguo claustro reconvertido que tenía gruesos muros de piedra que mantenían fría la vivienda tanto en verano como en invierno. Y en la primera de las transiciones energéticas personales de Smil, el calor no provenía de la madera, sino del carbón: antracita negra dura de la ciudad de Kladno o lignito marrón sucio de Bohemia del Norte.
Consiguió satisfacer su curiosidad al tomar 35 clases a la semana, 10 meses al año, durante cinco años. “Me enseñaron la naturaleza, desde la geología hasta las nubes”, dijo. Pero Smil decidió que una carrera científica tradicional no era para él porque estaba detrás del panorama general.
Después de graduarse, también se dio cuenta que su futuro no estaría en su tierra natal y se negó a unirse al Partido Comunista, lo que socavó sus perspectivas laborales. Trabajó en una oficina de planificación regional mientras Eva, su gran amor, obtenía el título de médica. Después de la invasión de las tropas soviéticas, muchos amigos y vecinos entraron en pánico y se fueron. Pero la pareja esperó la graduación de Eva, temiendo una prohibición de viajar. Finalmente partieron, en 1969, pocos meses antes de que el gobierno impusiera un bloqueo de viaje que duraría décadas. “No fue un sacrificio menor. Y después de hacer eso, pensé que no podía venderme por energía fotovoltaica o fusión o lo que sea y empezar a agitar pancartas. Tu pasado siempre te lleva a ser quién sos”, aseguró Smil.
La pareja llegó a la Universidad Estatal de Pensilvania en State College, donde el escritor completó un doctorado en geografía de dos años. Con el poco dinero que tenían, alquilaron habitaciones a la viuda de un profesor, y Smil hizo otra transición energética: de manera periódica llegaba un camión de combustible para llenar el depósito de la caldera del sótano.
Smil aceptó la primera oferta de trabajo que recibió de la universidad y ha estado ahí desde entonces. Durante décadas hasta su jubilación, el pensador impartió cursos de introducción a las ciencias ambientales. Cada año terminaba con un examen final de multiple choice de 10 preguntas aunque con un giro. “No podía haber una respuesta correcta, o todas las respuestas eran correctas y todas las combinaciones intermedias”, afirmó Rick Baydack, quien fue alumno de Smil y es el presidente del departamento de ciencias ambientales de la UM.
Smil era un fantasma en su departamento y solo aceptaba a unos pocos estudiantes de posgrado. Desde la década de 1980, se presentó en una sola reunión de profesores. Pero mientras siguiera enseñando y produciendo libros calificados, la situación estaba bien para la escuela. “Es un poco recluso y le gusta trabajar solo. Ha continuado por un camino que se propuso. Lo que está sucediendo a su alrededor realmente no importa”, indicó Baydack.
Su obsesión siempre fueron los combustibles que usa y usó la humanidad a lo largo de la historia, ya sea madera, carbón, petróleo o gas natural. Y en los últimos años giró el timón hacia fuentes que no emiten dióxido de carbono. Es experto en los campos de energía, cambio ambiental, poblacional, producción de alimentos, nutrición, innovación técnica, evaluación de riesgos y políticas públicas.
Gates afirmó que leyó casi toda su bibliografía. “Leo a Smil ya que es excepcionalmente bueno para profundizar cada tema que abarca y es amplio al mismo tiempo”, aseguró el multimillonario. De todas formas advirtió que el estilo de Smil “puede ser un poco seco”, pero en 2011 sostuvo que con él aprendía “más que con cualquier otra persona”.
“Aunque no hace muchas predicciones, hace algo más valioso: explica el pasado”, dijo Gates en su blog. “Ayuda a entender cómo llegamos a donde estamos, lo que dice algo sobre hacia dónde vamos. Yo estudio las historias de Smil para entender el futuro. Probablemente es mi autor vivo favorito”, señaló el fundador de Microsoft.
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