Vacaciones y actividad física, claves para la desintoxicación mental
Las respuestas al estrés crónico pueden afectar la salud hasta diez años más tarde; lo sufren, en general, jóvenes con altos niveles de formación
Actividad física y vacaciones: la mejor cura desintoxicante para cerebros saturados por el estrés, que en dosis livianas e intermitentes estimula, pero cuando es denso y continuo impide pensar, empobrece la memoria y hace que la atención pierda flexibilidad.
Además, la respuesta excesiva a situaciones de estrés crónico tiene consecuencias en el larguísimo plazo: hasta diez años más tarde se asocia con síntomas físicos, según el reciente estudio de un equipo del Departamento de Ciencias de la Salud en la Universidad de California.
"Nuestra investigación demuestra que la forma en que cada uno reacciona sobre los hechos estresantes de su vida actual predice cómo será su condición de salud dentro de diez años, independientemente del estrés y la salud de aquel momento", sorprende el profesor David Almeida, uno de los autores de la investigación. "Una persona malhumorada y gruñona por el exceso actual de trabajo es probable que dentro de diez años tenga peor estado de salud física que quien, frente a la misma situación, no responde negativamente", especifica el investigador en un documento publicado por la Universidad de Pensilvania. Y describe el perfil del candidato más expuesto a los efectos a largo plazo del estrés crónico: los jóvenes con altos niveles de formación y desempeño intelectual, expuestos a multiplicidad de actividades estresantes.
Para ellos, la desintoxicación mental es una condición necesaria de integridad física y mental. El precio de la exposición continua a los estresores habituales es alto. "Las investigaciones indican que el estrés crónico tiene implicancias en el funcionamiento cerebral. Cuando estamos estresados nuestro cuerpo produce cortisol, que en el corto plazo nos provee de la energía que necesitamos para enfrentar las amenazas de la vida diaria; pero si la respuesta al estrés es excesiva, también lo es la producción de cortisol, con efectos dañinos sobre el hipocampo, que es una estructura vital en la consolidación de la memoria", comenta a la nacion la autora principal del estudio, la profesora Jennifer Piazza.
"El peso del estrés crónico causa cambios en el cerebro", advierte un estudio publicado días atrás en la prestigiosa revista Proceedings of the National Academic of Science.
Cerebro sin descanso
"Está demostrado que el estrés crónico genera trastornos cognitivos, básicamente problemas de memoria, que son secundarios a los problemas de atención: el sistema se satura y se pierde el control sobre la atención, la más vulnerable al estrés. Muchos pacientes llegan con quejas por problemas de memoria, dicen que no se acuerdan de nada, pero en la evaluación aparecen más problemas de atención que de memoria", comenta la neuropsicóloga Marina Drake, coordinadora de Neuropsic y titular de la cátedra Tratamiento Rehabilitador en Neuropsicología en la Universidad de Buenos Aires.
El proceso fallido comienza con un déficit en la atención por el que la información no ingresa en la computadora del cerebro, no queda archivada y en consecuencia es imposible recordarla. El proceso es de saturación: "El estrés crónico provoca un estado de alerta permanente que consume una energía excesiva y la atención es un recurso limitado, para dirigirla hacia un lado es necesario retirarla de otro, a diferencia de otras funciones que no tienen límites. La atención es sensible al horario, a la motivación, a los estados emocionales y por eso es lo primero que se afecta", agrega la licenciada Drake.
Como el exceso de presión supera la capacidad de afrontamiento, el estrés puede desencadenar situaciones críticas inesperadas: "Es muy habitual en jóvenes en el momento que van a dar un examen y no se acuerdan de nada. La información está archivada, pero no la pueden recuperar; se genera un estado de alta emocionalidad que inhibe los procesos de búsqueda de información. La información está almacenada, pero el proceso de ir a recuperarla es inmanejable", comenta Marina Drake.
"La ansiedad y los nervios pueden dejarte sin palabras", admite Elizabeth Carretero, entrenadora de ventas y desarrollo comercial, de 42 años. Recuerda una ocasión cuando un grupo de personas a quienes debía capacitar le objetó la actividad propuesta. Entrenada para revertir objeciones confiesa: "En ese momento un bloqueo invadió todos mis argumentos y, nerviosa, comencé a sonreír mientras trataba de hilar una idea coherente". Fue un minuto que en su cabeza duró miles. "El estrés, la ansiedad y los nervios de distintas experiencias críticas pueden bloquearte y dejarte sin palabras", dice.
"Es fundamental adquirir herramientas resilientes para no dejarse abrumar por el estrés, bajar los altos niveles de ansiedad y sentirse seguros a la hora de enfrentar las situaciones existenciales inevitables", propone la médica, psicóloga e investigadora del Conicet Paula Harris a través de programas de rehabilitación neurocognitiva.
Y la profesora Jennifer Piazza, paradójicamente, recomienda la práctica de actividad física como una estrategia antiestrés eficaz: "Cuando experimentamos estrés nuestros cuerpos producen una serie de cambios que nos habilitan las respuestas de lucha o huida frente a la amenaza -aclara Piazza-. Al realizar ejercicios hacemos lo mismo que el cuerpo haría naturalmente frente a la amenaza".
Eficaz descarga sustituta. En la misma línea argumental, un estudio multicéntrico coordinado por investigadores de la Universidad de Pittsburgh demostró que la actividad física aeróbica mejora la memoria al incrementar el hipocampo, es decir, aquella estructura cerebral afectada por el estrés crónico.
Además, "varias investigaciones indican que la práctica de actividad física hace que las personas sean más inmunes a los estresores en el futuro", afirma Piazza y suma estrategias: meditación, técnicas de respiración profunda y medidas de autocuidado que se suelen olvidar en tiempos de estrés: comer bien, invertir energía en compartir con los otros y descansar. Es decir, apagar el celular e irse de vacaciones.