Debajo de la serenidad colonial de Cartagena, bulle un espíritu innovador que busca ofrecer los mejores productos y llevarlos más allá de sus fronteras. Asómense a dos de nuestras marcas favoritas, que –con una mirada inteligente– suman diseño actual sin perder la valoración de lo propio.
Artesanías de Colombia
El es espacio amplio y luminoso, fruto de una estrategia bien pensada que empieza por vidrieras y montajes impecables, el orden de los objetos por color y muebles de exhibición livianos que no distraen la atención de los productos
Además de mostrar los productos de la mejor manera posible, Artesanías de Colombia trabaja en lograr pools de exportación o ubicarlos en los mejores hoteles, de modo que los turistas se entusiasmen al ver lo bien que se llevan con un contexto sofisticado. "Nuestro público es más que nada extranjero y valora el trabajo hecho a mano. Y también nuestra labor, que es la de apoyar al artesano, no solo vender".
Artesanías Colombia cuenta con laboratorios, ofrece talleres en todas las regiones de Colombia y acompaña a cada comunidad a diseñar su producto, a repensar el modelo folclórico, pero no así la técnica ni el oficio ni la autenticidad.
"Entre otras cosas, nuestros Laboratorios de Diseño e Innovación ayudan a los artesanos a rediseñar el producto tradicional para que no quede relegado estrictamente a lo folclórico. Por ejemplo, se proponen las clásicas mochilas coloridas en tonos más neutros y combinables".
Entre los productos con más salida, además de las hamacas, los canastos playeros de palma de iraca y las máscaras del carnaval de Barranquilla, están los bestsellers:
Sombreros aguadeños (los mal llamados ‘Panamá’, acá en azul), así conocidos porque se hacen en el municipio de Aguadas. Desde siempre unisex, hacerlos en colores café o azul es lo nuevo, y son las estrellas del local.
Canastos werregue, antiguamente usados para transportar agua, ahora también disponibles en tamaños más pequeños y con distintas tinturas naturales.
Loto Sur
Johana Sanint es arquitecta, pero desde que nació es bisnieta de su bisabuelo, perfumista de un gran emporio holandés. Y así vivió, siempre, envuelta en esas sensaciones que hoy de modo tan (aparentemente) fácil transmite con expresiones sugerentes como "Brumas perfumadas" o "Agua de linos"; fragancias de nombre misterioso y evocador como "Orquídeas sigilosas"; ingredientes tentadores como el café arábigo, flor de lima y miel, mimosa y tangerina.
"Ante el ‘fantasma’ de las marcas europeas, nos preguntamos: ‘¿Dónde estamos parados?’. Pues en Sudamérica, la mejor fábrica de materia prima del mundo. Hoy podemos reconocer nuestra riqueza y contárselo al mundo sin complejos, capturando el diseño y el glamour desde la latinidad"
En Loto del Sur embriagan las palabras, admira el piso de mosaico de mármol, refresca el té con que te invitan, sorprenden los envoltorios, suavizan las cremas perfectas que te dan a probar. Es todo un sacudón frente al típico tedio de freeshop.
Los muebles de madera al natural aterrizan ligeramente en el piso de mosaicos de mármol, el mismo de todas las tiendas, que funciona como una suerte de código y, también, como "un punto de partida para el diseño, una condición de inicio básica y exigente", dice el arquitecto Guillermo Arias del Estudio Octubre, a cargo de la obra.
"Lo sustancial de la iluminación está en las repisas. De esa manera, en el techo se destaca la lámpara, y a nivel de los ojos, en escala humana, se resaltan los productos".
"Somos una marca cálida: no hablamos de lujo, que nos parece frío; hablamos de refinamiento, de los ‘sibaritas’. No estamos centrados en el poder adquisitivo", afirma Johana.
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