La distancia, la reducción de vuelos, la falta de turistas extranjeros y cruceristas y los altos costos de vida hacen que el sector turístico de la capital fueguina viva una profunda crisis, que esperan se atenúe con las vacaciones de invierno
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La crisis del turismo afecta al mundo entero. Argentina no es ajena a esta caída brutal y Ushuaia es uno de los lugares que más lo viene sufriendo.
El encanto de la ciudad más austral del mundo se vio opacado por esas mismas características que hacen única a la isla. El depender exclusivamente de la conectividad aérea y la importancia de la temporada de cruceros -que este verano se canceló- hizo que se desplomara el turismo, uno de sus principales ingresos. Durante la temporada estival hubo seis vuelos diarios contra los dieciséis que solía haber prepandemia y ahora hay dos por día contra los cuatro que solía haber en esta época.
Ya se inauguró la temporada invernal (van a llegar 24 vuelos semanales) y tanto en el Cerro Castor como en los centros de invierno están esperando con ansias una buena nevada. Del rubro hotelero a los guías, agencias y gastronómicos, todos sufren los estragos económicos. Algunos tuvieron que cerrar, hay guías que ofrecen excursiones a la gorra o se reinventaron y cambiaron de rubro; los restaurantes se volcaron al delivery, algunos cerraron transitoria o definitivamente, y los que subsisten lo hacen con el aforo al treinta por ciento. Incertidumbre es la palabra que sobrevuela en la mayoría de los casos.
Del rubro hotelero a los guías, agencias y gastronómicos, todos sufren los estragos económicos. Algunos tuvieron que cerrar, hay guías que ofrecen excursiones a la gorra o se reinventaron y cambiaron de rubro
Mercedes Sol Alvarez trabajó en el hostel Yakush casi cinco años, hasta que tuvo que cerrar. Se recibió de técnica en turismo en febrero de 2020 y está proyectando un emprendimiento, mientras tanto busca trabajo y cobra el seguro de desempleo de Anses, de diez mil pesos. La apertura del Cerro Castor abre un ventana de esperanza. “Va a mover un poco, pero eso no alcanza. Todo está muy parado, esta época es temporada baja pero ahora se siente mucho peor. Hay empresas que por ahora están cerradas y no sé si reabrirán en el futuro. Las grandes siguen en pie, pero con muchos menos trabajadores. Hay guías que están trabajando en las mismas empresas pero con muchos menos pasajeros y otros freelance que no están laburando nada. Tengo conocidos que trabajaban en hoteles y los desvincularon. Una amiga que trabaja para una empresa de logística para cruceros cobra la mitad del sueldo pero no trabaja desde marzo 2020. Algunos se reinventaron, muchos guías ofrecen sus servicios de forma particular, y van sobreviviendo. Y muchos, como yo, estamos agotando los ahorros. Hace dos días me crucé con un conocido que hace traslados y me dijo: En cualquier momento me como la camioneta”.
Nicolás Wolaniuk es guía de turismo y fundó hace seis años Almacalma, una empresa orientada hacia el turismo extranjero. “La pandemia me afectó muchísimo porque mi servicio no está orientado al turismo nacional, son itinerarios privados, y eso es más caro”, explica Nicolás, que capea la pandemia gracias al apoyo de su mujer y familia, que tienen empleo fijo, y los diversos subsidios y préstamos estatales como el Aptur (Fondo de Auxilio para Prestadores Turísticos) del Ministerio de Turismo de la Nación, de cincuenta mil pesos no reembolsables y el prestamos sin interés de 150 mil pesos del Banco Nación. “En el verano algo trabajé, con público nacional. Tengo un plan de reconversión pero no lo estoy llevando adelante porque la situación es de incertidumbre”. Por ahora vende ski weeks y servicios. “Se esta trabajando por poca plata, me aggiorné con los precios. Una excursión al parque nacional de seis horas se cobra cinco mil pesos por persona, con un mínimo de dos pasajeros, mientras que para los extranjeros, a precio dólar y antes de la pandemia se cobraba arriba de doscientos dólares”.
Leandro Antón es el propietario del restaurante Kuar, que tiene dos sucursales, donde sirven entre otros platos los productos estrella de Ushuaia, la merluza negra y la centolla. “Hace un año y medio que estamos con muy poco trabajo. En el verano trabajamos un poquito con turistas nacionales, pero estamos acostumbrado al público internacional. Como todo gastronómico trabajamos con delivery, pero es insuficiente para sostener las estructuras. La verdad que se hace imposible seguir así, hemos tomado créditos para hacer frente a los gastos. Pago alquiler en los dos locales, y mantenemos doce empleados. Se hace muy difícil, necesitamos con urgencia tener un poco de público en Ushuaia”, ruega Antón, que accedió a los subsidios de los programas Progreso, que le aporta unos 17 mil pesos por empleado, y al Repro, que es de Nación y son 22 mil pesos. Actualmente trabajan con aforo del 30 por ciento, hasta la medianoche y puertas adentro.
Joaquín Fava es el director de la agencia Info De Ushuaia. El tiene una visión diferente y desborda optimismo. Explica que trabaja en un noventa por ciento con turismo argentino y dice que el turismo internacional es de cruceristas. “No es un turista, es un visitante – aclara-. Este fue un año para actualizar cosas que el trabajo habitual no permite, nos vino perfecto para optimizar acciones en distintas áreas. Estamos re contra súper preparados para la apertura turística”, agrega entusiasmado de cara a la temporada invernal. “Estuvimos diez meses parados, nadie sale ileso, pero somos súper optimistas. En el sector hay mucho pesimista. Somos pocos los dueños, y los que tenemos una mirada constructiva. Tenemos nuestras navegaciones listas y el centro invernal funcionando con las excursiones de nieve completas.”, asegura, aunque no desconoce la crisis. “El 20 por ciento se fundió, otros no tienen como pagar créditos, otros están endeudados. Obvio que hubo situaciones de falencias y necesidad, y subsiste el que tiene respaldo, sin respaldo hay que cerrar, revela el empresario, que cuenta que no accedieron a los subsidios porque los trámites resultaron engorrosos y que además, a una empresa como la suya no le hace diferencia, ya que ni siquiera le alcanza para cubrir los gastos de alimentos para los perros del centro invernal. Pero sí accedió a un crédito del Banco Nación con seis meses de gracia, para invertir de cara al verano.
Sabemos que no vamos a tener turismo extranjero, así que nos estamos amoldando a trabajar con el turismo local. Operar en la Patagonia tiene un condimento extra en cuanto a los fletes y logística. Es un turismo medio caro para el bolsillo del argentino
Los subsidios del Ministerio de Turismo y del Infuetur (Instituto Fueguino de Turismo) ayudan a sobrellevar la crisis. Desde el Infuetur informaron que hay tres líneas bajo el Programa PROGRESO. En el 2020 se tramitaron 632 asistencias, que representaron una ayuda superior a los 130 millones de pesos. En 2021, lleva asistiendo unos 340 actores por más de 40 millones de pesos. “Progreso Turismo” otorga un aporte no reembolsable para financiar costos corrientes a empresas con menos de 15 trabajadores, asistiendo a más de 180 emprendimientos que representan a más de 650 trabajadores. “Asistencia al Empleo Turístico (A.E.T.)” apunta a asistir en el pago de salarios de empresas turísticas con 15 trabajadores o más, con aportes no reembolsable, alcanzando mensualmente a más de 45 empresas y un total de 1500 empleados. “Asistencia Particular para Profesionales de Turismo y Actividades Conexas a la Actividad Turística (A.P.T.)” asiste con un subsidio no rembolsable a profesionales de turismo y actividades conexas a la turística, a fin de que dichos trabajadores puedan sostener a sus familias y pagar servicios básicos, entre otros, donde se están tramitando más de 115 subsidios.
Ricardo Gramajo es el propietario de Alas del Beagle, una empresa que se va a dedicar a vuelos de bautismo recreativos. Gramajo, además, brinda servicios para HeliUshuaia, que hace sobrevuelos turísticos en helicóptero y avioneta. “Es durísimo, llegamos a un punto límite, si tuviste un ahorro ya lo estas poniendo en la balanza para mantener la actividad esperando que se vuelva a relanzar. Basta caminar la calle principal para ver todos los que bajaron las persianas” se lamenta Gramajo, que a pesar de todo es optimista. “Sabemos que no vamos a tener turismo extranjero, así que nos estamos amoldando a trabajar con el turismo local. Operar en la Patagonia tiene un condimento extra en cuanto a los fletes y logística. Es un turismo medio caro para el bolsillo del argentino. Formamos la empresa hace tres años, la pandemia nos retrasó un montón los certificados y seguros, y justo nos toca largar ahora. Pero a pesar de esto queremos apostar y ver como nos va”.
Paulo Alvares, de la empresa Ushuaia Aventura 4x4, hace travesías off road. “La pandemia afectó a gran parte del rubro. Para la habilitación de las camionetas hay que tener todos los papeles en regla, pagar los gastos fijos y no tenemos la concurrencia y el flujo de turistas que solían venir. A mi me afectó mucho, porque no tengo continuidad. Me reinventé llevando la gente local, haciendo promociones cuando abrió al turismo interno”, dice Alvares. Las excursiones a los lagos Fagnano y Escondido, con todo incluido, cuestan regularmente 6500 pesos por persona, pero durante todo el año pasado, trabajó con los residentes por la mitad de precio. “Si bien el gobierno está dando algunos apoyos tenés que presentar todo a rajatabla, si no, no te pueden dar los subsidios. Por ejemplo, a mí no me cubren los clavos y los tacos, solo cubren servicios, no gastos. En la primera etapa me cubrían el combustible, ahora ya no. Yo no necesito que me ayuden, necesito poder trabajar, no tenemos gente por las restricciones que hay, y se complica”, se queja Paulo, que el año pasado cobró el subsidió Progresar por un monto de setenta mil pesos y ahora va solicitar otro.
Hugo Flores es el dueño del centro invernal Siberianos de Fuego, que lleva 28 años trabajando con trineos, trekking y caminatas con raquetas. “El año pasado no hubo turismo, fue una catástrofe económica. Pasamos de los cruceros y catorce vuelos diarios a nada. Para mí, el corte de la Ruta 3, significó estar aislado con 142 perros, los voluntarios no podían venir”, cuenta Flores, que necesita doscientos mil pesos por mes para alimentar a los perros. “Hay una empresa que sponsorea el 50 por ciento. Pero al mismo, tiempo, ese se diluye con la devaluación y la suma del alimento. Este es un emprendimiento familiar, la subsistencia fue muy dura, y comenzamos a quemar naves. Hemos recibido dos ayudas a través del Gobierno, pero han sido parches”, se lamenta. El verano, dice, fue muy tenue. “La gente venía con restricciones, seguimos con el turismo local, que consume gastronomía y pocas actividades. Vendemos una aventura turística, y no alcanza los niveles deseados para mantenerse”.
Raúl de Luca es el dueño de Tango bed & breakfast. “A partir de marzo del año pasado el turismo se interrumpió completamente. Tuvimos cero ingresos durante todo ese período. El panorama es bastante grave. Somos propietarios y pudimos resistir, pero hay muchos emprendedores que alquilaban y les fue imposible pagar las rentas, se desocuparon muchos locales comerciales y muchos alojamientos cesaron su actividad”. Raúl tiene 69 años, trabaja con su mujer y tienen dos empleadas. La mitad de ese sueldo fue pagado unos meses con el aporte estatal. Cuenta que tiene una reserva para agosto, otra para febrero, y eso es todo. Las habitaciones costaban alrededor de ciento veinte dólares la noche, y ahora cobran cincuenta. “Hay gente que las regala, a dos mil pesos la noche, porque necesita comer”. En el verano tampoco trabajaron, porque con tan pocos vuelos diarios y sin cruceros la afluencia de turismo, dice, fue baja. “Nosotros, a nuestra edad, estamos pensando en retirarnos y esto aceleraría las cosas”.
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