Vivía en Loma Hermosa y cuando salía de la estación soñaba con trabajar en el Sheraton, pero a los 45 años, tras una invitación y un duro golpe, su vida cambió para siempre
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La infancia en Loma Hermosa, Tres de Febrero, fue dura pero inolvidable. Más de cincuenta años transcurrieron desde aquellos días de primaria en los que Sergio envolvía sus zapatos con bolsas de supermercado para no embarrarse en las calles de tierra que atravesaban su barrio de origen. Mientras el tiempo pasaba, los sueños crecían, aunque los senderos en una Argentina siempre convulsionada se estrechaban, opacando sus ilusiones y frenando sus búsquedas.
De joven adulto la vida lo encontró tomando un tren a Retiro cada día. Bajaba del vagón junto a la masa, en su mayoría trabajadores y estudiantes, recorría el andén frío y enmarcado por aquella enorme estructura de hierro hasta llegar al hall central, igual de sombrío y con ese olor extraño característico, mezcla de humedad, hierro viejo, sándwiches, café, cigarrillos y chipá. Siempre estaba deseoso de alcanzar la salida y divisar el hotel Sheraton ubicado a poca distancia de la estación. Un día voy a trabajar en ese hotel, se repetía para luego seguir andando hacia su destino.
Pero, ¿cuál era su destino? Aquella pregunta lo persiguió hasta pasados sus 40 años, cuando una invitación para conocer Italia comenzó, de a poco, a ofrendarle algunas respuestas.
Más de cuarenta años, conocer Europa por primera vez y un duelo que lo cambiaría todo
Corría el año 2004, Sergio tenía 42 cuando, tras años de trabajo, rutinas y esfuerzo, abordó un avión para viajar a Europa por primera vez. No sería una estadía corta y, mientras sobrevolaba el Atlántico, tuvo la sensación de que no había encarado una simple aventura momentánea, sino que, por fin, había partido en busca de su destino.
En aquel período de su vida, Sergio vivió junto a amigos italianos con quienes descubrió una porción de paisajes inolvidables y estilos de vida foráneos a la cotidianidad argentina. Pero también, y a pesar de no ser en ese momento un emigrante, allí, en tierra extranjera, le tocó atravesar la prueba más dura que impone el hecho de estar lejos: su madre enfermó de gravedad y, por fortuna, alcanzó a despedirse en sus últimos días de vida; “Hasta mi regreso, mis amigos italianos fueron de gran apoyo, nunca me dejaron solo”, recuerda.
El retorno fue triste y, a partir de entonces, Sergio no volvió a mirar a la Argentina con los mismos ojos. Su experiencia extranjera y su duelo lo habían transformado; ya no era tan joven, la vida era una sola y parecía escurrirse entre los dedos, debía accionar, se dijo, y con la ayuda de sus amigos volvió a Italia en el 2005 para encontrar la forma de quedarse en Europa definitivamente.
“Al tener únicamente pasaporte argentino, a mis amigos les aconsejaron contratarme como personal de servicio. En el 2006 presentaron la documentación pertinente; yo, mientras tanto, había regresado a la Argentina a esperar”, continúa Sergio.
Un gran día de abril de 2007, Sergio recibió la buena noticia: le habían otorgado el permiso de residencia para trabajar. En ese mismo abril voló a Italia para dejar su universo conocido atrás. Tenía 45 años.
Grandes amigos, un amor, España y un nuevo destino inesperado: Alemania
Por primera vez en su vida el futuro de Sergio se presentó incierto, pero brillante y esperanzador. En Italia tenía amigos, tenía un permiso de trabajo, e incluso tenía tatarabuelos originarios del país y un apellido -D´Agostini- que lo respaldaba. Tarde o temprano, tras una buena búsqueda de documentación, podría tramitar el pasaporte.
Pero el destino tenía otras cartas preparadas, que le demostraron a Sergio que, una vez que las puertas hacia lo nuevo se abren, lo inesperado surge: el argentino conoció a un alemán que vivía en Madrid y el amor nació entre ellos.
“Me fui a vivir a España en julio de 2007, nuestro lugar de residencia por los siguientes cuatro años”, cuenta el argentino. “Luego llegó la propuesta de casamiento y más tarde la idea de concretarlo en Alemania, donde, finalmente, fue una unión de hecho, ya que por aquel entonces allí no había casamiento”.
Y así dejaron España atrás y, una vez más, Sergio cambió de destino. Ahora era el turno de Berlín.
El hombre originario de Loma Hermosa que se convirtió en un argentino con ciudadanía alemana
Se instalaron en Berlín en septiembre de 2011. Algo perdido en el nuevo contexto, la ciudad amaneció fría, distante y gris ante un hombre que no había dudado en seguir al amor, pero que enfrentó un shock cultural mayor al que había experimentado en Italia y España.
Fue con el paso del tiempo, que Sergio descubrió que detrás de aquella primera impresión se escondía una capital bella, liberal y muy cosmopolita. Y, como amante de la historia, se halló buceando en el pasado remoto y cercano de Berlín, pre y posguerra; así, poco a poco, aprendió a querer sus calles, su gente, su cultura ecléctica.
Los comienzos no fluyeron como lo había esperado. Tanto él como su compañero de vida creían que, al ser pareja, tramitar allí la residencia sería algo sencillo. “Estar casado con un alemán o alemana no da derecho inmediato a vivir en Alemania. Todo es más complicado, hay que entrar en la burocracia alemana, hacer lo que se llama una reagrupación familiar para conseguir la visa y, finalmente, luego tratar de conseguir el permiso de residencia. Para lograr la residencia tuve que estudiar el idioma y se debe permanecer por tres años en el país a fin de integrarse al sistema. Tras los tres años vino la renovación y, por suerte, obtuve la residencia definitiva”.
Tiempo después, y con el apoyo incondicional de su pareja, Sergio decidió aspirar a la ciudadanía, donde tuvo que sortear más pruebas e invertir más dinero. Para octubre de 2015 y con 53 años, el hombre originario de Loma Hermosa se había convertido en un argentino con ciudadanía alemana. Para él, sin dudas, un destino inesperado.
Argentina cercana y aprendizajes en el camino: “Si lo que se desea es un cambio de vida, hay que intentarlo y no quedarse con la duda”
Más de una década y media transcurrió desde que Sergio dejó la Argentina para vivir en suelo europeo. Él ya no era tan joven cuando dejó su nación atrás y, sin embargo, siente que el tiempo es relativo, en pocos años se puede vivir más que en décadas de vida. Su tierra quedó atrás en un momento de duelo, y fueron las amistades y más tarde el amor lo que lo sostuvieron y ayudaron a cumplir sus metas.
Hoy, a sus 60, observa con orgullo el recorrido de su vida, un pasar lleno de desafíos laborales, personales y choques culturales, pero que tienen un balance positivo, donde el amor y la libertad priman, al igual que la certeza de que nunca es tarde para cumplir los deseos.
“En mis casi dieciséis años en Europa cumplí más sueños que en cuarenta y cinco años en Argentina. Cada tanto vuelvo a mi país, no me olvido de dónde vengo, Loma Hermosa”, dice con cierta nostalgia. “Allá me ponía bolsas de super para no embarrarme los zapatos y hoy camino por Kurfürstendamm. Antes salía de la estación de Retiro y decía: algún día trabajaré en el hotel Sheraton. Hoy no es ese, pero trabajo en el Sheraton de Berlín”, revela con una sonrisa.
“No fue fácil mi camino, pero todo se puede si uno tiene ganas. Yo no era ningún joven cuando me fui, la realidad es que con la edad todo cuesta más, y se sufre mucho las declinaciones, aunque son las mismas negativas las que te dejan aprendizaje. Si lo que se desea es un cambio de vida, hay que intentarlo y no quedarse con la duda. Con mi pareja pasamos por varios momentos complejos, como la crisis del COVID (muchos no pudieron sobrevivir a la convivencia), pero por muchas más cosas divertidas, siempre juntos. Él es mi familia”.
“Por eso trato de ayudar a quien sienta que no se puede cambiar de vida”, continúa. “Quiero ayudar porque es importante el soporte. Fueron mis amigos quienes me ayudaron en Europa, al igual que en Argentina; me ayudaron cuando me quedé solo y necesitaba cambiar de vida”, concluye.
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Destinos Inesperados es una sección que invita a explorar diversos rincones del planeta para ampliar nuestra mirada sobre las culturas en el mundo. Propone ahondar en los motivos, sentimientos y las emociones de aquellos que deciden elegir un nuevo camino. Si querés compartir tu experiencia viviendo en tierras lejanas podés escribir a destinos.inesperados2019@gmail.com . Este correo NO brinda información turística, laboral, ni consular; lo recibe la autora de la nota, no los protagonistas. Los testimonios narrados para esta sección son crónicas de vida que reflejan percepciones personales.
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