Una construcción tradicional se modernizó con foco en la historia compartida y en un presente con nuevos e itinerantes miembros.
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Desde hace casi 40 años, esta es la casa de una familia que fue cambiando con la llegada de seis hijos y los movimientos que experimentó el casco histórico de San Isidro. Hace 25 años, para ganar espacio y darle ese estilo inglés que la pone a tono con su entorno; recién hace cinco se volvió a intervenir, en una obra a cargo del Estudio Bas & García que se puso en marcha cuando ya se imponía una nueva dinámica: recibir a varios hijos que hoy viven en el exterior junto con sus propias familias.
“La obra pesada (electricidad, cañerías, baños, cambio de ventanas y pisos, pintura) tomó ocho meses; la segunda, en la que hicimos a nuevo la cocina y el lavadero, cinco”, nos explica la arquitecta Victoria Bas, coequiper del arquitecto Juan García Laredo. Me (y les) pregunto cómo hicieron para entusiasmar al matrimonio dueño de casa para el segundo round, considerando que todo se hizo con ellos y dos de sus hijos viviendo allí. “Los dueños fueron sumamente pacientes, se amigaron con la obra”.
Modernización con foco en la historia compartida
"Si bien los dueños estuvieron muy abiertos a la modernización, nos pareció importante no romper con la estética clásica. El espíritu de reunión, el amor por los cuadros y los libros, los objetos que hablan de una vida en común tenían que permanecer."
Arq. Juan García Laredo, socio de Bas & García, a cargo de la remodelación
“Si bien pensamos en conjunto, manejamos físicamente las obras por zonas, para optimizar tiempos”, dice Bas. “Como nos apasiona el diseño, también hacemos muebles cuando el proyecto lo exige. No tenemos esa división de trabajo a la antigua en la que ella hace la ambientación y yo la obra. Los dos somos muy fanáticos y nos gusta estar en todo”, agrega García Laredo.
Conexión con una galería soñada
"Este jardín es bastante especial. De hecho, no invitábamos amigos a jugar al fútbol ni hay lugar para una pileta: es chiquito para el tamaño de la casa, no responde mucho a lo que esperás desde afuera", se ríe uno de los hijos. "Es más la onda de un jardín inglés urbano. Eso no quita que hiciéramos nuestros casamientos acá: piso de deck, y a apiñar 180 personas para los festejos".
Mesas para compartir
El comedor también era amarillo. Junto con los dueños, a los arquitectos les pareció que una buena manera de darle potencia y, al mismo tiempo, un clima de contención e intimidad, era entelarlo en rojo.
"Los herrajes y barrales eran dorados: los fuimos pasando a plateado para darles un aspecto más actual. Son de una solidez fantástica: hubiera sido ridículo reemplazarlos"
Arq. Victoria Bas
Una cocina a nuevo
“La cocina era ‘el’ lugar donde hacer algo contemporáneo, y la renovamos por completo. En cuanto a la mesada, el espacio angosto obligaba a tomar partido. Transversal o paralela a la bow window, como antes. Y así es más luminoso y funcional. Desde el principio planteamos superficies uniformes, tener todo escondido en los muebles. En la cocina original había mucho estante a la vista, pilas de bandejas, fuentes de madera. Ahora son planos limpios, sin siquiera herrajes”, detalla García Laredo, quien agrega que: “Hicimos la barra alta, de 1,05m, para trabajar sin tener que agacharse”.
“La madera supera a todos los materiales en estética y calidez. No hay que tenerle miedo en la cocina: solo un buen proveedor, excelente hidrolaqueado y buen espesor. Esto es lapacho de 18mm. Si con los años se mancha, se pule y se vuelve a tratar”.
Descanso con vista al jardín
"Mientras que las ventanas a la calle y a las medianeras se cambiaron por una cuestión acústica, las que dan al jardín quedaron. Son paños tan grandes que hubiera sido súper complicado. Por no hablar de que la vista es fantástica".
"En este sector los pisos son nuevos. Pero como concepto general, se preservó todo lo posible. Por ejemplo, muebles nuevos no se compraron. O diseñamos los necesarios a medida, o retapizamos y actualizamos los que estaban".
“Acá había un jacuzzi viejo, de esos que ocultaban tremendos motores en la base, y que nadie usaba. Ahora en esta bañadera divina se meten los nietos. Y pusimos una ventana nueva para acompañarla con una vista genial”.
De “esto no es un hotel” al B&B familiar
Al fondo del pasillo en el segundo piso, custodiado por una nutrida biblioteca, se llega al dormitorio de una de las hijas, que todos llaman el “cuarto Tiffany” por su inconfundible color.
“Pensamos esta nueva etapa para que todos pudieran venir a visitar con sus familias y tuvieran su cuarto. Si se juntan varios, está el playroom, pero siempre hay lugar para uno más”, concluyen los dueños de casa.
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