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Desde el minuto cero en que se propuso compartir su pasión por los aviones, con contenido en diferentes plataformas, supo que se trataba de un hobby que le brindaba momentos de felicidad y distensión. Aunque tenía claro que lo primordial era lo laboral, cumplir con las tareas que le había asignado la empresa para la que trabajaba y, obtener a cambio, la remuneración que le servía para vivir y darse algunos gustos.
“Siempre tuve claro que eran dos cosas totalmente diferentes realizadas por la misma persona: una vinculada a mi pasión y otra la que me daba de comer. El mayor desafío estuvo relacionado con saber y recordar cada día el lugar que ocupaba cada cosa”.
Con la premisa de que siempre había tiempo, que se trataba de elegir dónde y cómo invertirlo y qué hacer con aquello de lo que disponía, durante años Pablo Kornzaft se las ingenió para responder a sus obligaciones laborales en tiempo y forma y usar el resto del día para hacer lo que disfrutaba. “Si bien no me pagaba un sueldo, me otorgaba muchísimo a nivel de felicidad y alegría. Con más de 15 años trabajando en el mismo lugar, con todo lo que esto implica, tenía la posibilidad de organizarme para poder acomodar lo que iba surgiendo”.
Todo había surgido como un juego, a modo de diversión y lugar donde compartir sus viajes, los vuelos que realizaba y las fotos de los aviones que tomada desde el patio de su casa en la localidad de Canning, bien cerca del Aeropuerto Internacional de Ezeiza, donde se había mudado con su esposa e hijo hacia 2006.
Del patio en Canning al proyecto con vuelo propio
Nacido en el barrio de Palermo, de la ciudad de Buenos Aires, vivió en un tercer piso en un departamento ubicado en Laprida y Peña junto a su papá, su mamá y su hermana mayor. A los diez años, cuando nació la menor, la familia se mudó a un edificio en Juncal y Salguero. Hizo jardín y la escuela primaria en un colegio público cerca de la zona. En vacaciones de invierno, casi como un ritual, todos viajaban a Punta Mogotes, en Mar del Plata, para descansar y aprovechar los días libres.
Con el correr de los años sus padres compraron una casa de fin de semana en la ciudad de Matheu, en el partido de Escobar, por lo que los días de la familia se repartían entre la ciudad de Buenos Aires, Matheu y Punta Mogotes. En 1998, Pablo conoció en Cancún a quien hoy es su esposa. Con ella contrajo matrimonio en 2001 y vivieron en un departamento en Parque Chacabuco hasta que, finalmente, en 2006, se instalaron en Canning en la provincia de Buenos Aires.
Lo necesario para despegar
Y fue en el patio de esa casa que pudo reconectarse con una pasión de la infancia y su amor por los aviones. “Desde siempre me gustaron los aviones y tuve la posibilidad de viajar ya siendo pequeño, gracias a mi mamá que siempre me motivó para que me subiera a un avión y volara”.
Los viajes, tal como le había anticipado su madre, marcaron de alguna forma el pulso de su vida. A los tres años conoció Sudáfrica y, si bien asegura que no tiene recuerdos del viaje completo en su cabeza, sí aparecen algunos flashes de situaciones particulares como que un gorila se cruzara delante del micro donde viajaban y no lo dejara pasar. A los 19 años hizo otro gran viaje que fue una suerte de bisagra: se mudó temporalmente a los Estados Unidos a realizar un curso intensivo de inglés en la Universidad Saint Joseph’s en Philadelphia.
Con un título en Administración de Empresas, había conseguido un buen puesto en una reconocida empresa y eso le daba seguridad. Pero la realidad era que ansiaba terminar la jornada laboral para llegar al patio de su casa y, desde allí, tomar fotos y ver en detalle cada uno de los aviones que despegaba o llegaba a Ezeiza. “Con el correr de los años me fui dando cuenta de que la elección de la carrera había sido para tener un título de la Universidad de Buenos Aires que me abriera puertas y oportunidades”.
Pero no fue precisamente ese título, ni los años invertidos en el ámbito laboral, lo que le permitió despegar. “Al ser un hobby y una pasión le dedicaba muchas horas del día en paralelo a lo que era mi profesión y mi trabajo en finanzas. Publicaba fotos y contenido sobre lo que veía y así, Desde El Patio, como bauticé al blog, comenzó a crecer y tuve que cambiar de plataforma a una que soportara todo el contenido que iba publicando y compartiendo”.
Con el correr de los años llegaron las invitaciones de las líneas aéreas que se interesaron por lo que hacía. Pablo también tuvo la posibilidad de realizar varios viajes por Europa y Estados Unidos que le abrieron, literal y metafóricamente, muchas más puertas de las que jamás hubiera imaginado.
“Sin proponérmelo y siempre visto como un hobby, esta pasión se volvió muy grande. Sin darme cuenta viajaba cada vez más. Los números de lectores y seguidores crecieron de manera exponencial y tuve que crear mi propia web para poder darle soporte a todo eso que estaba sucediendo. Los seguidores en redes sociales (Instagram, LinkedIn, Twitter, Facebook) también fueron creciendo de la mano de la web (siempre de manera orgánica, sin poner un solo centavo en promoción o publicidad o compra de followers) y a partir de allí me fui haciendo un nombre dentro de la industria aeronáutica”. Tuvo la posibilidad de cubrir los festivales de aviación más importantes del mundo y el contenido que fue generando despertó el interés de compañías que se acercaron para proponer acciones en conjunto.
Hasta pronto y nuevos horizontes
“Como un avión cuando despega, siempre todo fue hacia arriba hasta que en el año 2021, con la llegada de la pandemia, nos propusimos con mi esposa e hijo aplicar para una Visa de Habilidades Extraordinarias para poder vivir y trabajar en Estados Unidos. Así llegaron las renuncias a nuestros trabajos, el cambio de vida y la mudanza a Estados Unidos”.
La pareja siempre había contemplado la posibilidad de hacer la experiencia en otro país. “Después de unos primeros años donde nos enfocamos en formar una familia, con mi esposa e hijo nos dedicamos a viajar, a conocer diferentes lugares, a ver otras formas de vida, a comparar (cosa que es inevitable), a aprender, a entender que el mundo es mucho más que el lugar donde nacimos y vivimos. Sin dudas que a partir de ahí nació la idea que se fue haciendo cada vez más grande al volver de cada viaje”.
Para poder cumplir con su objetivo, tuvieron que dejar en Argentina a la familia, a los amigos, empleos estables de 15 y 21 años, una casa hermosa con un patio que había gestado un sueño y una enorme zona de confort. Pero nunca se arrepintieron. Después de unas semanas en la ciudad de Hollywood se instalaron en la ciudad de Boca Ratón a unas 50 millas el norte de Miami.
“Vivimos de Desde El Patio, de Conectados Radio (radio por streaming que nació en esta nueva etapa en Estados Unidos y de la que soy cofundador) y de cosas que van surgiendo en un lugar que ayuda y que da la posibilidad de oportunidades constantes”. En esta nueva etapa, el rol de Pablo desde el sur de la Florida es ser de nexo y ayudar a la comunidad hispanoparlante que se encuentra en Estados Unidos y a quienes quieran llegar, para vincularlos con la industria aeronáutica en su conjunto, sabiendo cuáles son las compañías que existen, cuáles son las líneas aéreas, las rutas a donde vuelan, los aeropuertos donde operan, cómo se pueden mover por Estados Unidos y por el mundo entero.
Aunque aseguran que sin duda alguna volverían a la Argentina ya que la visa que tienen les permite entrar y salir de Estados Unidos en cualquier momento. Eso representa una excelente oportunidad para visitar a familia y amigos en Argentina, también reconocen que ganaron en otros sentidos: “calidad de vida, proyección a futuro para nosotros y en especial para nuestro hijo, posibilidad de conocer nuevos amigos, nuevos lugares, apertura al mundo y seguridad”.
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