Una mujer para desbancar a Trump
Ahora que las convenciones partidarias han concluido en forma virtual, la campaña presidencial de los Estados Unidos ha entrado en su recta final. En poco más de dos meses, con votos enviados por correo o sin ellos, se decidirá la suerte de Donald Trump y de la única superpotencia mundial. Todo indica que el resultado será incierto hasta el final y, sin actos masivos ni las giras habituales, poco le resta por hacer a los candidatos, salvo esperar los debates por tevé. En uno de los últimos intentos por inclinar la balanza a su favor, Joe Biden ha optado por Kamala Harris como su compañera de fórmula. En caso de ganar, sería la primera mujer en ocupar un cargo tan alto en la historia norteamericana. Harris, senadora por California desde 2017, atestigua en su biografía el crisol racial que hizo grande a su país. Su padre nació en Jamaica y emigró a Estados Unidos en los 60, al igual que la madre de Kamala, nacida en Madrás, India. Ambos progresaron y Daniel Harris hoy continúa dando clases de Economía en Stanford, mientras que Shyamala Gopalan Harris es una científica especializada en cáncer de mama. Representan el sueño americano y la mezcla cultural que, según los demócratas, Trump se empeña en destruir con sus políticas.
A nadie escapó que la nominación de Harris tiene mucho que ver con su árbol genealógico. Ni bien se anunció la decisión de Biden, los medios del mundo hablaron de su multiculturalismo, algo oportuno en un momento en que las minorías agitan sus diversos reclamos en las calles. Para los guionistas de la serie The Politician, Harris, mujer e hija de inmigrantes, hubiera sido la elección natural. La sátira pone el acento en los gestos de corrección política que sobreactúan los candidatos hoy en día.
Los Durán Barba existen en todo el mundo y cualquiera sabe que los vicepresidentes solo importan en campaña, cuando "completan" al candidato con aquello de lo que estos carecen. Y aquí surge una pregunta fundamental. Más allá de los méritos de Harris, que hasta hace dos años se desempeñó como fiscal general de California, ¿su nominación testimonia el avance de la mujer y de las minorías en la alta política, o más bien admite la persistente postergación de estos colectivos en la vida real?
El actual presidente está abajo en las encuestas, pero se impone entre los varones. Después de la derrota de Hillary Clinton en 2016, nadie apostaba por una mujer para volver a enfrentar a Trump. El machismo electoral existe. Mientras que una fórmula con dos hombres no genera polémica, una de dos mujeres, por ejemplo, sería vista como una excentricidad. El consuelo para el género llegó esta vez en forma de una vicepresidencia, que en el caso de Harris llena además otros casilleros. El duelo final quedará, como casi siempre, reservado para dos hombres, blancos, ricos, anglosajones y protestantes. Para las minorías quedan los espacios testimoniales. La vicepresidencia o una Secretaría de Estado, porque un funcionario hispano o un procurador afroamericano siempre ayudan a equilibrar prudentemente un gabinete.
Durante la presidencia de Trump han tenido lugar dos movimientos históricos de carácter social: #MeToo y #BlackLivesMatter. El primero, iniciado en Hollywood, visibilizó la persistente discriminación hacia la mujer, en especial en los ámbitos laborales, donde el acoso y la disparidad salarial siguen siendo habituales. El segundo nació de la indignación provocada por el asesinato del afroamericano George Floyd bajo la asfixiante rodilla de un policía blanco. Si no hubo también un movimiento hispano más fuerte es quizá por el temor de los miembros de esa comunidad a terminar deportados. La agenda de estos colectivos ya no pudo ser ignorada por la política, ¿pero bastará con nominaciones testimoniales para cambiar la historia?
Como en todos los casos, puede verse el vaso medio vacío o medio lleno. En la versión optimista podemos concluir que es una buena noticia el ascenso de una mujer como Harris. En la escéptica cabe dudar si estamos ante un cambio real o solo un estudiado ensayo del marketing electoral. Por la influencia global que ejerce Estados Unidos, el mundo estará pendiente. ¿Será la hora de las mujeres y las minorías, o solo seguirán acompañando al varón blanco, un paso más atrás?
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