Una Miami cercana donde empezar de nuevo
A mediados de agosto pasado los agentes inmobiliarios uruguayos empezaron a percibir una tendencia que se iría reforzando en los últimos meses del año: desde Buenos Aires llegaban cada día más consultas para matricular a los chicos en los colegios más renombrados de Punta del Este que por alquileres temporarios para el verano. Agobiadas por las incertidumbres económicas y políticas de un lado del Río de la Plata, un creciente número de familias argentinas decidían empezar de nuevo en la orilla de enfrente.
El fenómeno, aunque incrementado en los últimos meses, no es del todo nuevo. Desde hace tiempo Punta del Este dejó de ser visto solamente como un balneario que atrae un aluvión de visitantes entre Navidad y Reyes para pasar a pensarse como el probable escenario de un saludable proyecto de vida. Una "Miami cercana", que primero atrajo inversiones argentinas a la seguridad de los ladrillos uruguayos, y que con los años fue sumando otras opciones para atraer residentes permanentes. Especialmente colegios bilingües y barrios privados, donde los días transcurren con un ritmo no muy diferente al de una urbanización similar en Pilar u otro punto del conurbano bonaerense. Eso sí, con la brisa salada que sopla del mar.
Cuando a mediados de los años noventa el célebre periodista Jacobo Timerman dio una memorable entrevista a la periodista de LA NACION Silvia Pisani en su retiro en Punta del Este, su estancia permanente en la ciudad parecía la imagen misma de la soledad. Con amargura lo admitía Timerman. "A veces, en el verano, llega algún amigo. Pero, por lo común, estoy aislado. No me integré a la comunidad geriátrica de esta ciudad. Son todos retirados que juegan al bridge. Y yo sólo juego al truco."
Es que, hasta hace unos años, pocos se atrevían a pensar en cambiar el estilo frenético, cuando no caótico, de Buenos Aires por la paz invernal de un balneario donde casi todo parecía montado para la escenografía perfecta de un verano. Incluso Montevideo –ahora una seductora meca para ejecutivos argentinos que encuentran en las filiales de las multinacionales la posibilidad de continuar su carrera con un tranquilo estilo de vida, e ingresos no devaluados–, empezó a ser percibida como una ciudad atractiva ya no solo para jubilados o familias con niños pequeños, sino también para jóvenes profesionales tan cansados de Buenos Aires como necesitados de su cercanía.
Tan lejos, tan cerca. De eso se trata, en síntesis, la atracción que ejerce Uruguay para tantos argentinos. Algunos de ellos cuentan su historia en las páginas de la edición de hoy de LA NACION revista, la primera de 2020. A ambas orillas del Río de la Plata, gozando de las vacaciones o esperando hacerlo, otros la leerán soñando ellos también con otra vida.