Una fundación que nos abre los ojos
La semana pasada tuvo lugar la cuarta gala de la Fundación Zaldivar en el hotel Alvear. Desfilaron las personalidades más destacadas de los ámbitos empresarial, político y artístico. No todas las noches se mezclan con tanta gracia Susana Giménez con los embajadores de los Estados Unidos, la India o Alemania, la familia Bulgheroni, Santiago Soldati, Guillermo Francella, Jorge Zorreguieta, Mauricio Macri, Pepe Scioli y Graciela Borges, entre tantos otros.
El doctor Roberto Zaldivar y su mujer, Estela, recibían a cada uno de los invitados con una sonrisa muy cálida. Y a su lado se erguía su hijo, el también oftalmólogo Roger Zaldivar (nieto), como un estandarte. Fue él quien, de hecho, concentró todas las miradas en el momento que subió al escenario. Porque con su llamativa juventud hoy preside la fundación que lleva su apellido. Al día siguiente me encargué de hacerle llegar unas preguntas. Aquí, algunas de sus respuestas que vale la pena escuchar:
"Tuve una infancia muy linda en Mendoza. De muchos amigos", se presentó Roger. "Siempre supe que iba a ser oftalmólogo. A los 13 empecé a acompañar a mi padre en sus charlas por el mundo. Cuando uno ve a su padre y a su abuelo sentir esa pasión por lo que hacen, y encima ser reconocidos y respetados mundialmente, es difícil tomar otro camino", agregó.
Sostiene que la oftalmología es una rama extremadamente amplia de la medicina (y aclaró: "Aunque suene raro, por el tamaño del ojo").
"Es un campo en donde confluyen las ciencias básicas (matemática y física) con lo quirúrgico y con lo social, por la relación que se da con el paciente. Lo mejor de mi profesión es, sin duda, tener la posibilidad de devolverle la visión a la gente, es poder ver esa sonrisa al otro día de una cirugía. Y lo peor es ver cómo las personas que padecen enfermedades irreversibles van perdiendo su visión año a año y no podemos hacer nada, por el momento." Roger es un optimista. Y ambicioso también: sueña con transformar a Mendoza en un nicho mundial de innovación biotecnológica para el avance de la medicina y otras actividades científicas. "Quiero que Mendoza sea una especie de Silicon Valley de América latina. Para eso tienen que confluir políticas con personajes con la visión de mi padre. Todo es posible."
La Fundación Zaldivar nació como una iniciativa de su abuelo, quien tuvo la necesidad de devolverle a la gente de menores recursos algo de todo lo que había recibido del sistema argentino de educación. "Sentía una deuda con su país por haberle permitido estudiar en un colegio estatal y en la Universidad de Buenos Aires", comenta. La fundación lleva atendidos a más de 62.000 pacientes, niños y adultos, que no tienen cobertura médico-social y que se acercan con la ilusión de poder encontrar una solución a sus problemas. "Creo fervientemente que no hay futuro si los chicos no pueden explotar al máximo sus capacidades intelectuales. Y la salud visual es, sin duda, un pilar para lograrlo", expresó Roger, que es muy joven, pero con una conciencia madura de lo que significa su labor.
Y cierro con el momento más emocionante de la gala, cuando Sandra Mihanovich y Marilina Ross interpretaron un himno nunca más acorde a la ocasión (y a esta) que decía: "No es lo mismo que vivir, honrar la vida".
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