Una decisión que consideran una actualización al amor romántico y una revisión al tema de los celos
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Se conocieron en la secundaria pero el noviazgo llegó más tarde, cuando la adolescencia comenzaba a ser un recuerdo. Con más experiencia, algunos proyectos y muchos sueños, a los 27 años le llegó el turno a la convivencia, que se desarrolló en una relación monogámica tradicional.
Nada hacía pensar que su vínculo se modificaría de una manera radical, pero doce años atrás tomaron la decisión de abrir la pareja y vincularse con otras personas. En aquel entonces, sus padres pensaron que alguno de los dos era el villano de la película o que ellos mismos habían hecho algo mal. Provenían de familias convencionales, no habían tenido grandes traumas ni conflictos. Uno de los mitos a derribar tiene que ver con la idea de que son factores negativos los que inciden en algo tan privado como la configuración de la pareja. En cambio, aseguran, la confianza entre ellos fue lo que determinó que pudieran hablar de sus deseos y fantasías sin ningún tapujo. “Yo creo que uno cuando la pasa bien con su relación y tiene un contexto de seguridad y de cariño —y sobre todo de intimidad—, es que puede abrirse”, dice Juan Pablo.
¿Qué implica tener una relación abierta? “Nosotros tenemos una relación abierta en lo afectivo, en lo sexual. Los códigos que manejamos fueron cambiando”. Juan Pablo asegura que dejar la exclusividad los hizo crecer en todo sentido. Habla de acuerdos que en un principio sirvieron para construir la relación y elige la analogía de la estructura de una casa. “Los acuerdos funcionan como andamios, una vez que tiene uno la confianza y la construcción se terminó, esos andamios se retiran”.
Juan Pablo D’orto se define a sí mismo como bisexual. Su encuentro con Cecilia Figlioli le permitió incursionar en el amor y la sexualidad, algo que antes no le estuvo permitido; entre los 16 y los 22 años se internó en un monasterio de clausura de la iglesia católica, ajeno a los placeres mundanos. Pero una vez afuera, lo guió la curiosidad. Estudió derecho y hoy se dedica a la investigación, en especial, la historia de las relaciones. Con Cecilia Figlioli, que es licenciada en ciencias políticas con perspectiva de género y diversidad, comparten inquietudes similares, pero a la vez, sostienen sus espacios personales.
Por aquel entonces, en ese primer paso que les modificó la vida, no les resultó fácil encontrar material accesible acerca de lo que estaban transitando, y notaron que había más gente en la misma situación. “Decidimos empezar a compartir nuestra experiencia e investigar sobre las relaciones abiertas en la historia porque era un momento de mucha ignorancia”. En 2014 fueron unos de los cofundadores de un grupo que creció de manera vertiginosa en las redes: Amor Libre Argentina. Más allá de explicar los términos, “relación abierta” o “poliamor”, lo que les importaba era comprender y difundir lo que les pasaba, no sentirse anormales o retorcidos por querer amar a su manera y decidir no ponerle imposición a sus deseos.
¿Por qué evitar los sentimientos en relaciones ocasionales?
El aprendizaje llegó para multiplicarse. En 2017 formaron un espacio de socialización, investigación y formación: Relaciones Abiertas. Junto con Cecilia y Silvana González acompañan las relaciones abiertas y no-monogámicas. Sus caras se hicieron conocidas en los medios cuando el tema del poliamor empezó a llenar espacios en la tele, sobre todo por casos de parejas famosas. Así aprovecharon para aportarle mayor claridad a los debates.
Si bien en ciertos esquemas psicológicos se considera que al poliamor le corresponden vínculos sexoafectivos más estables y con cierto compromiso emocional, a diferencia de las relaciones abiertas —que refieren más a lo sexual—, nada es tan lineal cuando se indaga en cada historia. Lo que ellos cuestionan, entre otras cosas, es el sistema de creencias. ¿Por qué evitar los sentimientos aun en relaciones ocasionales? ¿Por qué no cuidar a esa otra persona con tal de que no se “enganche”? Principalmente lo que ponen en discusión es el modelo de pareja actual como núcleo de una familia tipo en una sociedad patriarcal, la programación que muchas veces nos impide salirnos de esa norma para buscar la felicidad por fuera de lo establecido.
En los talleres de la Poli-clínica Juan Pablo cuenta que se habla sobre los problemas comunes de las relaciones abiertas, y el tema de los celos es recurrente. “Yo creo que los celos se manifiestan cuando uno habla de relaciones abiertas, pero están presentes siempre, en cualquier relación. Lo que pasa es que uno no lo dice. La buena noticia es que se puede aprender a gestionarlos, buscar los medios para ganar seguridad. “Lo que lleva tal vez un mayor esfuerzo es entender que las libertades que le hacen bien a uno también le pueden hacer bien a la pareja”.
En la infidelidad en secreto (los clásicos cuernos), hay relaciones de poder, dice Juan Pablo. Es una idea implícita de que uno de los miembros tiene más derecho que el otro a estar con alguien. En cambio, en las relaciones abiertas el programa es diferente: “Si yo quiero salir con gente o quiero conocer gente y creo que es bueno para mí, y me va a hacer bien ¿por qué no lo va a hacer mi pareja? Bueno, eso es uno de los desafíos que uno más se enfrenta”.
Otro de los mitos es que las relaciones abiertas son privativas de la gente joven. Juan Pablo cuenta que el cambio, las ganas o la necesidad también pueden suceder en la tercera edad. Parejas de todas las edades consultan y quieren aprender sobre cómo vincularse de una forma sana, sin lastimarse. Abrir la pareja es un tema serio, no la solución para una que esté en crisis, ya que no la resuelve. “Creo que una pareja cuando está en crisis ya está en un contexto de alerta. Plantear una mudanza, tener otro hijo, son todos desafíos. Si ya la vida la empezás a sobrevivir más que a vivir, bueno, tenés que separarte por más que estés en una relación abierta, poliamorosa, cerrada, monogámica o lo que sea. La mayoría de los que vienen no están en esa situación”.
Cuatro adultos conviviendo en una casa en Ranelagh
Juan Pablo se refiere a sus parejas, ya que además de Cecilia, están Sebas y Flor. Entre todos comparten el desafío de entender el amor libre en una etapa más madura de sus vidas. “Es una aventura que se disfruta por separado y en momentos separados estamos juntos porque somos pareja. Ahora está claro pero antes la confusión era terrible. No significa que a la aventura la hagamos juntos ni que estemos todos al mismo tiempo, pero es algo que lo decidimos juntos porque nos queremos y porque tenemos un contexto de seguridad”.
Pablo cuenta que no es un requisito avisar todo lo que hacen ni con quién están pero sí se permiten contarse algunos hechos. “Si aparece alguna anécdota graciosa, por supuesto que voy y la cuento porque nos divertimos mucho con eso. Pero no es requisito contarnos ni pedirnos ningún tipo de permiso”. En una casa con espacios individuales y otros en común, por una cuestión de respeto anuncian si alguno llevará un invitado al almuerzo para organizarse con la comida.
La deconstrucción del amor romántico y dejar todo por el otro
Desde un tiempo a esta parte, el amor romántico ha sido demonizado como el culpable de nuestros fracasos y separaciones. Expectativas versus realidad. Juan Pablo cree que este conjunto de ideas favorecieron que las relaciones perdieran muchos límites porque antes lo más común era que las familias determinarán el destino de sus hijos a través de casamientos arreglados que las beneficiaran. Pero el amor romántico le dio prioridad a la intimidad en la pareja. “Y eso es algo fantástico que no debemos combatir ni debemos terminar. Lo que ocurre es que el amor romántico fue formulado hace 200 años atrás y tiene ideas adaptadas a ese contexto”. Pensado en una época muy diferente, en la que “las mujeres no salían a trabajar fuera del hogar, y la mayoría de las personas morían antes de los 40 años”, es necesario reformular algunas ideas que ya no funcionan, como por ejemplo, el amor para toda la vida, o que no se pueda estar con varios amores románticos al mismo tiempo.
Más allá del tipo de vínculo que se elija, su crítica al amor romántico se dirige a la valoración del sacrificio de dejar todo por la pareja. “Antes estaba mal visto que exista el mínimo atisbo de autonomía en la relación. Entonces, si yo quería irme a jugar al fulbito o vos querías salir con tus amigas, eso lo teníamos que sacrificar. Y eso es una prueba de amor”. Hoy es posible pensar en otros espacios de autonomía, en cualquier tipo de relación. Así se permite plantearlo entre sus parejas y vivir la apertura con menos prejuicios y más libertad. Eso no significa que no haya pequeños sacrificios en pos del funcionamiento de los vínculos. “Requiere mucha coordinación y requiere hablar y que haya un lenguaje común, que haya valores en común”.
Aun con conflictos y desacuerdos, porque nada es ideal, tanto Juan Pablo como Cecilia eligen el poliamor, que lejos de una moda es una elección de vida. “Yo creo que hay relaciones que te hacen crecer y relaciones que te tiran abajo. Mis relaciones a mí me hacen crecer, sí. Y el mismo parámetro es ese, o sea, si vos estás bien y estás en tu mejor versión y además eso te lleva a buscar nuevos horizontes en tu vida, es algo que es algo bueno, es un buen parámetro”.
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