Conservar los acabados y el color original fue la base para lograr una ambientación donde conviven armónicamente líneas estéticas diversas.
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Hace unos años, mientras Carolina y Pablo buscaban un espacio más amplio donde mudarse, dieron con esta casa de tipología singular sobre un terreno en barranca. La alegría de sus colores, la calidez de sus acabados y la posibilidad de habitarla sin tener que hacer reformas terminó por convencerlos de que era el lugar ideal para vivir junto con su hija Lucía, y recibir los fines de semana a los dos hijos de Pablo.
Al comprarla, la pareja decidió respetar su originalidad y adaptar el interiorismo de su hogar anterior, de líneas más modernas, por unas más informales, inclusivas y frescas. Querían lograr una decoración que fuera como su propia familia, que uniera de manera amable la singularidad de cada uno.
Nos gustó mucho el rosa exterior combinado con el verde de los postigos. Todo lo demás fue pensado en base a eso. No creo que cambiemos nunca esos colores
En 2015, a Pablo le ofrecieron mudarse por trabajo a Bogotá, una experiencia que abrazaron como familia. Regresaron al país con un container cargado con muebles que sumaron intensidad y carácter al hogar. Dos meses antes de volver, Carolina y Pablo hicieron un nuevo mantenimiento, pintaron las paredes y volvieron a pulir e hidrolaquear los pisos de pino tea. Al mudarse, decidieron deshacerse de unos muebles muy modernos que pertenecían a su casa anterior y optar por un estilo más acogedor que se alineara con la casa.
“Todo lo que compraba allá era pensando en integrarlo a la vuelta. Después de vivir en Bogotá pusimos el foco en el color y las texturas”, cuenta Carolina, responsable del interiorismo.
Lugar para todos
Como tienen familia grande, Carolina decidió crear dos zonas cómodas para poder recibir mucha gente. El sofá ubicado en el extremo derecho, debajo de la ventana, pertenecía a su primera casa. Lo enfundaron en blanco, más flexible al momento de hacer cambios de color con los accesorios.
"La elección de las obras está basada en el color que le queríamos dar al espacio. Algunas las pintó mi cuñada, Graciela Chalen, y compramos las de Milo Lockett y Carol de Jong cuando volvimos de Colombia".
Ambientes con identidad
Mesa ratona de melamina blanca, silla roja ‘Tulip’ y alfombra (Becara), todo del departamento en Bogotá. En el piso, almohadón de pana verde agua (Huitrú).
Me gusta la mezcla de estilos. La decoración de casa refleja nuestra historia, lo que somos. Y no somos siempre iguales
En el segundo sector del living, dos sillones de cuero marrón frente a una mesa ratona réplica de estilo colonial sobre alfombra de yute (Becara), todo traídos de Colombia. Sobre la mesa, vasija amarilla (Kikely), libro Iconografia dos deuses africanos no candomblé da Bahia, regalo del padre de Pablo, y alfombra de motivos abstractos de 1,50x2,10 (Elementos Argentinos). Al fondo, cuadro de la artista Graciela Chalen.
"El diseño de la casa es muy poco común. Si las tantas escaleras son una desventaja, nos encantaron las ventanas, los cerramientos, los pisos.
Con la intención de tener una mesa integradora y que respondiera a la proporción del comedor, Carolina encargó una mesa cuadrada para ocho comensales en madera anchico y contrastó dos tonos de sillas ‘Tulip’ –en blanco y negro– para aportarle un toque lúdico. Una lámpara liviana -que no obstruye la luz natural- fue el reemplazo perfecto para un antiguo ventilador de techo.
A diferencia del living, no se colocó alfombra en este espacio para dejar al descubierto la riqueza del piso original con sus tablones de pino tea.
Unas pizcas de color
En la cocina se mantuvo el estilo clásico original, pero se le hizo una puesta a punto y se renovaron los electrodomésticos. Aun teniendo vista al jardín posterior, se pusieron macetas con flores de estación en el alféizar para darle una cálida alegría. Además, se sumaron una mesa de mármol de Carrara con hierro (Morph) y sillas ‘Tulip’ traídas de Colombia.
Paisaje local
La pileta se pintó de blanco para que reflejara los tonos aguamarina. En el fondo, gran maceta esmaltada (Coin Vert).
A la paisajista Marcela Brudnick le pedí abundante vegetación perfumada y colorida. Pero siempre siguiendo la línea del Bajo, no quería plantas sin conexión con nuestro entorno
El cuarto de Lucía exigió un uso eficiente del espacio. La cama es un sommier con carro para que pueda invitar amigas. Sobre ella se colocó un cubrecama de piqué con almohadones grandes (Arredo), un almohadón de 50x50cm en lienzo teñido a mano (Pezkoi) y una manta zigzag puesta como pie de cama de 1,40x1,30m (Huitrú).
La mesa de luz es estilo escandinavo y tiene un velador tipo Torre Eiffel traído de un viaje, al igual que las letras. Los juguetes se guardan en bibliotecas escalonadas que compraron usadas en Colombia.
La cama King tiene un respaldar tapizado en lino gris, a tono con el cubrecama. Para contrastar, almohadones bordados o con géneros texturados (todo de Huitrú).
Es un placer tener balcón en mi cuarto. El sol le da directo por las mañanas y, al despertarme, salgo a ver el jardín y el río
"El mueble de baño estaba muy viejo, pero como nos gustaba su estilo, lo mandamos a hacer tal cual era. Esta es una casa con detalles que hay que mantener y cuidar".
Los herrajes y la grifería en bronce del baño en suite son originales y hacen un contraste exquisito con el revestimiento en mármol de Carrara. Sobre el mueble restaurado por Carpintería Delta, velas de soja aromáticas en frascos con tapa (Llumvelas). En el piso, manta con estampa de cruz andina (Huitrú).
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