La fileteadora porteña Silvia Dotta dice que su obra muestra la belleza de lo simple y cotidiano. Y así tal cual es su casa: un recorrido con mucho color y objetos en desuso transformados en personalísimas joyas
Silvia Dotta se formó como actriz: así conoció a su marido (actor como ella) Fito Yanelli, con quien tuvo a sus dos hijos: Lorenzo de 18 años y Valentino, de 14.
“Cuando nos mudamos a casa, en 2007, justo estaba en eso de cumplir 40 y tuve una crisis profesional. Pero encontré a una nueva vecina, Susana de León, que me mostró el mundo del filete porteño… y no lo solté más. Primero me dediqué a filetear todos los objetos y muebles antiguos que les veníamos comprando a los cartoneros de mi barrio; después, conocí al resto de los fileteadores, aprendí de ellos (sigo aprendiendo), y armamos una asociación, con sede en Balcarce 1053, para preservar esta expresión artística. Hoy organizamos encuentros anuales y, además, logramos que el filete se declarara Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco en 2015”.
Aparte de filetear muebles y objetos por encargo, Silvia está produciendo una muestra que se presentará en octubre en Hendaya (sobre los Pirineos franceses, sobre el límite con España); otra en China, junto a la Asociación de Fileteadores, y ahora está exponiendo su obra en la galería de arte AG (más cerquita, en Recoleta).