¿Inglesa, australiana, pampeana? Heather Garrett dice que su casa en San Antonio de Areco conjuga esas partes de su historia, pero, sobre todo, que tiene el espíritu de quienes vinieron a construir el ferrocarril. Lugares que no conoció, pero que de alguna manera recuerda
Cuando Heather me habla, le cede a su hermana gemela Helen, su socia en el negocio de textiles artesanales H&H Garrett, el rol de la creativa: “Tenía un gusto inigualable y un sentido del color que no he visto en otra persona. Aprendí muchísimo de ella. Hoy siento que los colores me salen más lindos que nunca porque Helen me da una mano. Era mi mejor amiga, mi todo”.
Heather se mudó a esta casa hace dos años, luego de una obra que llevó seis meses solamente porque se topó con la interrupción tremenda de la inundación. Si no, hubiera tomado mucho menos. También habría ganado tiempo si no hubiese demorado tanto en encontrar arquitecto: a muchos, la construcción de chapa los hacía temer poca solvencia antes que una decisión propia. Pero lo cierto es que Heather trajo esta idea de Australia, donde trabajó doce años como petisera, aprovechando que su hermano estaba a cargo de los caballos de polo de una leyenda de los 90: el magnate de los medios australiano Kerry Packer, dueño de Ellerston y fundador de Ellerstina en nuestro país.
Si el viento fueguino no alterara la frágil comunicación desde el lodge de pesca adonde va a trabajar este verano, seguiríamos hablando indefinidamente. Igual, tuvimos suerte: va casi media hora ininterrumpida, algo nunca visto (ni oído), parece. Lo que llego a decirle es que, por más que se instale en el rincón de “la pata práctica”, ella también es una gran creativa. Que yo no hubiera imaginado esa casa ni en mil años, ni esos tejidos, ni ese jardín. Que ese instinto de belleza está, evidentemente, desde siempre dentro de ella.
Texto: Inés Marini