Como en cada uno de nuestros viajes para explorar tendencias, buscamos sumergirnos en costumbres y modos de vida distintos para traerles ideas que puedan inspirarlos para trasladar a sus casas. Nada mejor para lograrlo que vivir como un local.
Cuando encontramos esta casa en Airbnb, no dudamos que tenía lo que buscábamos: muros originales que envolvían una restauración respetuosa; un silencio fresco, apenas alterado por las aspas de los reconfortantes ventiladores; un mirador con vista de 360 grados al mar inmenso y las cúpulas doradas al amanecer.
Hubo algo que fue toda una sorpresa inicialmente (desde Buenos Aires, se entiende, porque después de nuestra estadía comprendimos que nos rodeó la generosidad como un halo permanente): la propuesta de disfrutar cada mañana de un desayuno cartagenero bien casero. Obvio, enseguida nos preguntamos si estaría incluido, y hacíamos cuentas (sin mucha idea) del con o el sin. Pero era con. Con jugo de lulo, arepas de huevo, patacones, ensaladas de frutas perfumadas, café de Colombia preparado en el momento.
"Me parece importante ofrecer ese cariñito de bienvenida, ese acto de cortesía, un detalle que te haga probar el sabor local auténtico", nos dice la dueña de casa. "La gente es como amorosa". "¿En general o acá?", le preguntamos. "Eso es de Cartagena".
Acá las casas suelen estar sobredimensionadas, pero en esta, al ser chiquita para los estándares generales, hubiera sido un tremendo error confinar la cocina
Dos maneras de tener luz sin perder privacidad en esta casa a la calle: los "ojos de buey" muy cerca del cielo raso, y el sistema de persianas partidas, que permite cerrar la parte baja para protegerse de las inevitables miradas de los curiosos. Es que acercarse para ver los interiores tienta.
Por su parte, se restauraron las vigas originales del techo, e iluminaron de manera tenue para dirigir la vista hacia arriba y llamar la atención sobre sus líneas. Un efecto sutilmente teatral cuando son las únicas luces encendidas en este gran living con altura de iglesia y sin lámparas colgantes.
"Las ventanas son las originales, y si bien estaban en muy mal estado, se hizo un gran esfuerzo en su restauración porque la ley no permite alterar las fachadas".
Los balconcitos nos dan la sensación innegable de estar en el Caribe, depositándonos frente a las palmeras, un tamiz de luz que se balancea con la brisa y se suma al de las somnolientas persianas.
"De chiquita viví en Cartagena, ya que mi padre era marino y estuvo unos años apostado aquí. La ciudad evolucionó hacia algo turístico, pero a mí me queda arraigado el recuerdo de ir a comprar dulces a la droguería o el cine a cielo abierto. Vivo el presente, pero sintiendo el pasado", nos cuenta la dueña de casa.
"Casi todas las casas tienen un mirador. Por ventilación, por estética, por desahogo, tal vez, quien sabe, por un objetivo defensivo en el pasado. Entonces, de ahí la importancia de ver techos armónicos: todos son de tejas de barro hechas a mano, y las que estaban rotas se restauraron a la antigua usanza".
"La pileta es una incorporación moderna. Pero siempre, siempre, siempre había en las casas un patio central con plantas y aljibe".
Si bien hay bastante misterio con respecto al significado de las aldabas, aquellas con forma de león, dicen, están relacionadas con las familias vinculadas a la Iglesia o a lo militar, lo que en este caso coincidiría con la profesión de sus propietarios.
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