Cuatro lotes, tres volúmenes independientes y los mismos conceptos: nada rígido; todo suelto. Esta familia literalmente creció con su hogar
Todo nació acá, en este suelo del Bajo, a unas cuadras del río. Entonces eran “sólo amigos”, pero él ya andaba buscando un hogar y se compró una típica casa chorizo con cocina, living y una habitación. Fue ahí donde vieron por primera vez esos azulejos rarísimos con dibujos que retiraron con mucho cuidado rescatando apenas una docena. Mientras tanto, se ponían de novios y soñaban con la casillita del ferroviario que vivía al lado. Con esfuerzo, como todo en esta historia, consiguieron incorporarla a su territorio; eliminando la división y reciclando los materiales, se preservó intacta la vieja estructura. Nacían los hijos, la familia se consolidaba y necesitaba más lugar. Un terreno contiguo les permitió ampliar la casa chorizo (la primera); más tarde se pudo hacer el play para los chicos. Y por esas fechas nació Anónimas, la marca de ropa de Flor, que tiene su showroom en la avenida Libertador.
Ellos dicen que se tomaron todo este trabajo por la zona: “El Bajo de San Isidro es como un paréntesis dentro de la ciudad de la furia. Hay pocos barrios, que no sean cerrados, donde puedas llevar este ritmo tan relajado”. Debe haber habido algo de intuición también, como con los azulejos, que en medio de todo volvieron a aparecer como para darles la razón.
Texto: Lucrecia Álvarez.