Marcela Recondo vive con su familia en Oslo. Su hogar es un claro ejemplo de un estilo que ella hizo propio naturalmente, al ritmo de sus vivencias
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Sin verla personalmente. Así compró Marcela Recondo la casa en la que vive con su marido, Chris, y sus tres hijos. La habían visto publicada y sabían que tenía el potencial que buscaban: a 15 minutos del centro de Oslo, dos plantas, ambientes amplios, estructura sólida y vista al fiordo.
Como estaban viviendo en Suecia, les pidieron a unos amigos que fueran a verla por ellos. En Noruega las casas se muestran una sola vez, y luego empieza una puja entre todos los interesados. Después de negociar, Marcela y Chris concretaron la compra. A la distancia, con fotos y plano en mano, Marcela empezó a organizar las reformas, que llevaron tres meses de obra.
La construcción de los años 70 estaba impecable, pero tenía sus puntos débiles: cambiaron el techo de amianto, nocivo para la salud, y los pisos oscuros por unos de roble claro. Después, fue cuestión de encontrar nuevas distribuciones y definir una paleta neutra y luminosa. Esa fue una tarea fácil para la dueña de casa. La decoración es su vocación, aunque cumplió con los mandatos familiares que la llevaron a estudiar "una carrera de verdad" y se licenció en Estudios Internacionales. Ahora que el amor y el destino la habían llevado a un país en el que el diseño de interiores es un elemento primordial en la vida cotidiana, podía seguir el impulso que volvía a despertar con fuerza.
El diseño escandinavo es estético, funcional y nada pretencioso. Está pensado para transmitir calma y armonía a través de tonos neutros, géneros suaves y elementos naturales como madera o piedra
“El tono de la pared del aparador se llama ‘Bleck Sand’, combina beige y gris y cambia delicadamente con el sol. Para el resto, usé el blanco grisáceo ‘Sommersne 1928’ de la firma Jotun”.
El plano de Buenos Aires está hecho por el diseñador sueco David Ehrenstrahle, y Marcela lo compró en Oslo. Tiene datos de paseos, restaurantes y espacios culturales.
ADN del diseño nórdico
Lo primero y más importante que aprendió Marcela sobre el diseño escandinavo es que es atemporal. "Una casa ambientada hace diez años se ve muy parecida una decorada en 2020, y eso se debe a que esta es una sociedad muy poco consumista. Tienen claro que lo sustentable es lo que perdura en el tiempo", nos explica.
Ella puede dar fe de ese principio porque mantiene los mismos muebles que compró cuando se mudó por primera vez a Oslo, donde regresaron después de una breve estadía en Suecia. La mayoría son piezas claras o de madera, que quedan bien en el living, la cocina o los cuartos, tal como vemos en las fotos que ella misma tomó para esta nota.
La elección de los colores fue más meditada. Para ganar luz sin el encandilamiento del blanco, eligió dos tonos versátiles que transmiten una serenidad necesaria para enfrentar el largo y oscuro invierno nórdico (en diciembre amanece a las 9 y oscurece a las 15.30), cuando la vida social y familiar transcurre casi exclusivamente dentro del hogar.
"Lo que más me gusta de mi casa es el tamaño y la distribución. Creo que tiene la cantidad de metros justos como para que todos la disfrutemos sin estar uno encima del otro"
"Durante los días de cuarentena me dieron más ganas de cocinar. Saqué algunos electrodomésticos y destiné este rincón para una pequeña huerta en macetas"
La vida desde acá
La sensación que tuvo Marcela cuando llegó a Oslo fue de calma. Venía con su marido y sus dos primeros hijos del vertiginoso DF mexicano y se sintió a gusto con el clima de tranquilidad que había en la calle. También supo que estaba en el lugar indicado para aprender y poner en práctica lecciones valiosas sobre diseño interior. Enseguida se puso en contacto con reconocidas fotógrafas y estilistas y formó parte del staff de medios especializados en decoración. También tomó cursos de fotografía e inició un blog que ahora derivó en su cuenta de Instagram (@penelopehome1 ) desde donde muestra su casa y el antes y después de la reforma, comparte ideas sobre ambientación y cómo es la vida en Oslo.
Además de llevar el hogar familiar adelante junto con Chris, a quien conoció en Buenos Aires en 2004, trabaja full time en el área de marketing de Signify, el gigante de iluminación surgido de la antigua división de Philips Lighting.
"Ahora que es verano disfrutamos la vista desde el comedor. Podemos sentarnos en el living a escuchar música y a charlar después de acostar a los chicos".
Al fin el sol
Durante el año de pandemia hubo una cuarentena corta sin escuela, algunas semanas de home office y, luego, todo fue volviendo a la normalidad. Marcela y sus hijos, Penélope (13), Máximo (11) y Benjamín (6) salieron de vacaciones e hicieron campamentos en el fugaz verano
Acostumbrada al clima porteño que extraña tanto, cada día lindo se celebra. La falta de luz y el efecto que produce en el ánimo es lo que más le cuesta a Marcela. Lo compensa con una rica vida familiar que transcurre dentro de casa donde todos pueden estar cómodos y tienen lugar para recibir a amigos de los chicos o de la pareja. Además, los fines de semana van a un centro de esquí a diez minutos de viaje.
Aunque ella es de las que hibernan un poco, al resto de la familia, como a la mayoría de los noruegos, nos los detienen las temperaturas bajo cero: aceptan el clima tal como se presenta y salen a hacer deporte o vida al aire libre. Como dicen: "no hay mal clima sino mala ropa".
Notas sobre la vida en Oslo
por Marcela Recondo
- La familia es la prioridad y se respeta mucho el balance entre el trabajo y la vida privada. Nadie te va a mirar mal si llegás tarde o te vas antes para ir al médico o a un acto en el colegio. Al contrario, eso se valora.
- La gente se toma su tiempo para conocerte, sobre todo si sos extranjero.
- El cuidado del medio ambiente es fundamental. Aunque Noruega?es un país productor de petróleo, el combustible y el gas son caros para desalentar el uso del auto. Ahora ofrecen incentivos y promueven los eléctricos. Si entrás al centro con un vehículo convencional, pagás un plus que es como un peaje.
- Se cuidan los espacios públicos. Es común que las familias limpien los lugares que usaron.
- Todos son conscientes de la importancia de reciclar. En las casas, la basura se clasifica. Cuando hacés una reforma, podés llevar los restos de la obra a distintos centros: hay muchos que reciben todo tipo de materiales.
- Hay poca contaminación ambiental y auditiva. Tocar bocina es considerado de muy mala educación.
- Al principio me llamaba la atención cuando veía que la gente encendía velas a la hora de cenar. Los rituales del hogar son importantes.
- Los chicos tienen autonomía total, van y vienen solos y en bici y tienen a sus amigos muy cerca.
- A partir de octubre, la falta de luz se siente. La gente anda medio caída?y de mal humor. Es como un mood generalizado en el que entramos todos los que vivimos acá.
- Un tip: si estás en Noruega nunca pidas agua mineral. La de la canilla es de manantial. ¡Riquísima!
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