Malala y Sebastián estaban buscando una casa con jardín para mudarse con sus tres hijos. Venían de Acassuso, no querían irse muy lejos y empezaron a ver lotes donde pudieran construir desde cero. Así llegaron a Victoria y conocieron la vivienda de los caseros de una quinta lindera. La planta baja había sido destinada a enormes depósitos donde se arrumbaban décadas de abandono. El tamaño y el entorno eran ideales. Le mostraron la propiedad al Estudio Mazzinghi-Sánchez Arquitectos y ellos dieron su visto bueno: la reforma era posible.
Encantados con las historias de Luchi, una señora muy viejita que había nacido y vivido siempre ahí, buscaron preservar las señas de identidad de la construcción original: el techo de tejas, el cielo raso abovedado, los adoquines de la entrada, los portones exteriores, los pisos de pino tea, todas las aberturas y la mayor cantidad de herrajes posible.
Sin imitaciones ni clichés, el Estudio y los dueños (ella, diseñadora gráfica y creadora de White Agency; él, publicista) fueron certeros en la incorporación de nuevos elementos y materiales. Una forma de reciclar el pasado con ojo funcional y contemporáneo.
Los portones de la antigua caballeriza fueron restaurados para separar living y comedor. Conservan la estructura original de pino tea en "V" y los herrajes de la época.
Eterna primavera
Un día miré la pared blanca y me pareció enorme, desangelada. Ahí decidí hacer el mural y pensé en la magnolia de la entrada, que es una de las cosas que me enamoraron de esta casa
Cómo se hizo el mural
"El color óxido de la chapa en la base de los portones reaparece en la chimenea. Para asociarlos, le encargué el cuadro del comedor a mi hermana, que es una genia con los colores", cuenta la dueña de casa.
La búsqueda de algo especial para este baño llegó hasta Córdoba, donde apareció la antigua bacha en mármol ‘rojo Alicante’ que se acompañó con un mural a tono de Florencia Chedufau.
El blanco está presente en todos los ambientes, pero en este es donde se adueña por completo del espacio. La mesa de madera rústica de lenga aporta la cuota exacta de contraste, acompañada por sillas tipo Eames (Falabella), individuales ‘Sauce’, servilletas blancas y repasador (todo, Claudia Adorno). Además, para evitar carpintería negra en una cocina 99 por ciento blanca, se eligió un armónico tono de gris.
Planta alta
Acá se mantuvo todo casi intacto, con los pisos de pino tea, las puertas y los herrajes originales.
"Siempre estoy buscando engamar, me gusta que todo combine, un vicio de diseñadora gráfica, seguramente. Quiero que la casa tenga una armonía".
¿Se pueden dedicar las notas? Se la dedicaría a Luchi, que vivió toda su vida acá. Tenía casi 100 años cuando la conocimos, y estaba chocha de que compráramos la casa y no la tiráramos abajo
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