Una distribución abierta, materiales nobles y seleccionados ítems con la firma de grandes diseñadores del siglo pasado definen el compás único de este PH en Palermo, que se reafirma en cada reunión y zapada compartida
Martín Fileni es diseñador gráfico, está al frente de su propio estudio de branding y se luce como músico amateur. La casa que comparte con su novia y su hijo refleja esas facetas: un afiladísimo ojo estético se aplica libremente en espacios abiertos, cómodos y llenos de instrumentos.
La locación que eligió para armar su hogar es un PH de 150m2 cubiertos y 120 de terraza en Palermo Soho, un barrio que siempre encontró inspirador por su movida cultural y trazado ecléctico. Este edificio en particular solía ser una fábrica de zapatos, y en 2005 se reconvirtió en seis viviendas con plantas totalmente diferentes sin perder detalles de carácter ni vibra industrial.
"Tuve la suerte de conseguir el más grande y el de mejor ubicación: es el último PH, alejado de la calle y cerca del pulmón. Como vivir en una casa, y hasta mejor: tranquilísimo. Y ni hablar de que podemos juntarnos a tocar con mi hijo, nuestros amigos y jamás molestar a nadie. Eso es invalorable para todos".
Un estantería blanca es el lugar de la tele, frente a los sillones. En la parte superior se colocaron un mapa de París, una obra de Damián Rilo y ‘Kiss’, de Roy Lichtenstein. Más abajo, dibujos del diseñador Allan Fletcher retroiluminados con una lámpara de brazo móvil.
Siempre viví en casas sinceras, donde el espacio ‘habla’ sin ocultar nada. En el área social, que ocupa la mayor parte, todo está expuesto, y eso le da identidad
"Nada más franco que una cocina. Son el corazón que le da vida a una la casa y detesto que estén ocultas. Por eso decidí que estuviera en contacto directo con el living-comedor".
La cocina se ubicó tras un vano de 4m de ancho y se pintó de negro. Tiene mesada de hormigón revestido con mármol veteado, muebles bajo mesada con puertas de metal desplegado y una estantería de hierro y madera que llega hasta el techo. La mesa de roble de Eslavonia pertenecía a un sastre: tiene 3m de largo y 110 años de antigüedad. La acompañan sillas de origen vintage y clásico-moderno (desde una provenzal hasta el icónico modelo de Verner Panton, en negro) y lámparas galponeras.
La biblioteca actúa como divisor semitransparente entre el área social y la suite. Además, de guardar libros, revistas y discos, exhibe cual escultura a la revolucionaria silla de cartón corrugado ‘Wiggle’, diseñada por Frank Gehry en 1972.
"Usé pino tea reciclada, un poco de hierro negro y mármol. Después, todo blanco: los colores van mutando según se vayan leyendo libros, escuchando discos y viviendo la vida. Lo único permanente es el cambio".
En la suite, cama baja de madera con acolchado blanco. La cabecera se hizo con una placa de MDF retirada un par de centímetros de la pared, lo que permite ocultar detrás los enchufes de los cargadores y las lámparas. Además, se colocaron dos sencillísimos planos de madera a modo de mesas de luz. Para el baño, mesada de mármol ‘Verde bosque’ con doble bacha, espejos y lámparas amuradas.
"Elegí madera natural en los pisos de la planta baja para unificarla con calidez. Puede quedar alguna huella de un pie mojado en el baño o saltar una chispa del hogar, pero suman un poco de historia, de cosa vivida".
"En casa se recibe mucho: nos gusta juntarnos, cocinarles a nuestros invitados. Después de comer tocamos un rato, casi siempre con mi hijo, que es bajista".
La esquina que da a la terraza se destinó a los instrumentos musicales y se convierte en ‘escenario’ cuando vienen visitas. La cortina se baja por completo y sirve como pantalla: cuando los amigos se juntan a tocar, proyectan videos detrás de la banda.
La vista desde la planta baja termina en un muro que se cubrió con una enredadera de hoja caduca para disfrutar de distintos colores según la estación.
"En el módulo que aloja mi espacio de trabajo usé un lenguaje más industrial. Elegí hacer un techo con diseño de vigas y bien bajo para que diera la sensación de ser un auténtico refugio".
El sector se pensó como estudio de Martín, pero también lo comparte con el resto de la familia. Se dividió en tres áreas: el escritorio, con una amplia mesa con tapa de madera y sillas ‘Bertoia’; una mesa ratona angosta combinada con mesitas de arrime redondas en hierro negro; y dos sillones originales diseñados por Hannah & Morrison para Knoll conforman un estar.
El techo del escritorio continúa en el exterior con listones de madera: una semisombra liviana, de esas que invitan a quedarse largo.
El hogar (que es también parrilla) tiene laterales de vidrio templado. Se apoya sobre una base de cemento que sirve como superficie de apoyo y asiento. Es una versión baja que permite disfrutar 100% de la vista.
Plano del depto
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