Para algunas personas -disculpen los lectores lo impreciso del recorte, pero el universo de las redes sociales es muy amplio- tener muchos seguidores es un objetivo. En Twitter, en Instagram, en TikTok o donde sea: tener un buen número de cuentas que los sigan es una forma de legitimación. No se sabe bien de qué, pero para algo sirve. En algunos casos es útil para hacer llegar un mensaje, en otros para hacer contactos, a veces sirve para pegar un canje y otras -las menos- como vehículo para lograr los verdaderos objetivos. A esa minoría pertenece Alejandro Castagnolo -que no dice mucho con su verdadero nombre porque se lo conoce más como "El Barba", su alter ego por detrás de la cuenta de Instagram @unpapaconbarba- y también al reducido grupo de personas que se anima a empezar un negocio en plena pandemia.
¿Quién se anima a emprender en medio de esta situación?
"Es muy bueno" es un poco el resultado de esta cuarentena. De no saber qué iba a pasar con la empresa en la que trabajo, de que dos de los principales clientes de Ceci, mi mujer, le dijeran que no le iban a poder pagar ese mes. De una noche de insomnio, de incertidumbre, de tener dos chicos chiquitos y no saber qué iba a pasar en el futuro. Pero también de estar mucho tiempo en casa, compartiendo mucho tiempo juntos como nunca antes había pasado, de tener tiempo para pensar y para llevar a la práctica ese proyecto que estuviese muy bueno. Entonces, además de pensarlo y maquinarlo, lo pusimos en práctica.
El grupo de wapp entre vecinos que originó la idea
"Es muy bueno" es un delivery federal de café que no tiene un único proveedor, para cubrir la demanda en el territorio más amplio posible. "Como nosotros vivimos lejos de Capital, no teníamos ganas de pagar un envío exorbitante a los proveedores que mandan desde la ciudad. Tenía que haber forma de acceder al producto sin que el envío cueste más que el producto", dice Alejandro. Todo empezó con un grupo de Whatsapp en el que los vecinos se recomendaban cosas de comercios de cercanía, un poco porque la situación así lo requería, pero también para cuidarlos y que no cierren. Cuando el Barba se quedó sin café no tenía donde comprar uno bueno. Y como todo buen cafetero, sabe que la solución no está en las góndolas de los supermercados. "Si yo iba a conseguir buen café, ¿por qué no ofrecerlo al resto?". El concepto estaba listo.
Las primeras ventas fueron por Whatsapp, algo que funcionó como un involuntario estudio de mercado que les permitió -Alejandro siempre habla en plural- saber lo que la gente buscaba. "Mucha gente que consume buen café no es especialista en café, sólo sabe lo que le gusta y lo que quiere compartir", dice. Y así ese pequeño grupo se multiplicó: en una época en la que salir a tomar un café está prohibido, los clientes querían compartir -al menos- la misma bebida. "Un cliente le quiso mandar a su hermana lo mismo que él tomaba, y le escribimos una carta que él nos dictó por teléfono", cuenta. Cuando Alejandro lo comentó en @unpapaconbarba, empezaron a caer pedidos que no eran de Capital ni del Gran Buenos Aires. Entonces pensamos que si había clientes de todos lados, también podía haber socios en todo el país. Trascendió el grupito de Whatsapp y se abrió el e-commerce de Es muy bueno
En una época en la que salir a tomar un café está prohibido, los clientes querían compartir -al menos- la misma bebida
El trabajador y el influenciador
Alejandro no trabaja de ser influencer, aunque ser influencer le lleve bastante trabajo. Tiene 37 años y hace 20 que se dedica al comercio internacional, por herencia familiar, pero también porque le gusta. Claro que eso es sólo una parte del todo, quizás la menos conocida. El Alejandro trabajador se convirtió en El Barba cuando supo que iba a ser papá. "Durante el primer embarazo de Ceci, me sentí un poco solo en el sentido que no encontraba el punto de vista del hombre sobre lo que es tener un embarazo. La idea al crear Un papá con barba fue contar cómo se vive y cómo se tienen todos esos miedos de tener un hijo primero, y después de verlo crecer. El caos constante de tener una familia. Hoy la cuenta es una ventana de mi casa, y es algo que me divierte muchísimo hacer y que compartimos en familia", dice.
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Al principio no mostraba su cara, porque la idea era que la cuenta sea sobre la vida de un padre cualquiera. No ser él, si no cualquier padre. "Quería mostrarle a los otros que esa preocupación y esos miedos que sentía eran normales". Después, cuando creció en seguidores y lo invitaron a participar de otras actividades -y sobre todo cuando se dio cuenta de que esto le gustaba- se mostró. Aún así, la mayor parte del público que lo sigue es femenino. Su argumento es que "está bueno meterse en la cabeza del hombre, entender al padre, porque soy una especie de "amigo" que les explica a las mujeres lo que va pasando". Otra teoría es más simple y cosificadora: tiene facha.
Para El Barba la exposición de los chicos no es un problema, principalmente porque no considera que los esté exponiendo a nada: "Lo que me parece más importante es enseñarle a los chicos lo que es internet. No se los puede aislar. Me parece mucho más enriquecedor para los chicos y su familia que crezcan sabiendo lo que son las redes y no querer aislarlos de algo que es inevitable". La exposición personal ya es otra cuestión: las marcas lo quieren y él devuelve una imagen lo más transparente posible. "Yo lo veo bastante parecido a un programa de televisión" -dice- "existe una audiencia que está interesada en ver un programa, y al igual que cualquiera, ese programa tiene publicidades; pero la diferencia es que como esto es algo personal, hay que ser cuidadoso, porque la gente en redes busca lo genuino. Si me la pasara pensando en generar contenido y en qué hacer, eso se pierde. Intento hacer mi vida normal, y de ahí van saliendo las fotos, las ideas y las historias".
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Casi 1300 publicaciones en tres años y medio le sirvieron para cosechar 42 mil seguidores, el número que para muchos es el objetivo, pero que para él es sólo el comienzo: no piensa dejar su trabajo, porque el concepto es que todo tiene que ver con todo. ¿Sirve tener tantos seguidores a la hora de abrir un negocio en plena pandemia? "Influyeron mucho los 40k", dice. "Cuando empezó la cuarentena yo expresé mis miedos acerca de no saber qué iba a pasar con la empresa donde trabajo, con el país... La gente se interesó, apoyó, mandó mensajes... Porque al final tener una cuenta así es como tener un grupo grande de amigos".
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