La arquitecta Karin Dolinka, especialista de la firma Sadepan, nos muestra cómo podemos aplicar el mismo mobiliario en distintos espacios.
En la actualidad, una buena premisa al elegir un mueble es que sea lo suficientemente versátil como para poder adaptarlo a distintas situaciones. Aquí, les cuento cómo utilizar el mismo equipamiento en tres espacios distintos, cada uno con un estilo definido.
En un espacio de trabajo
En la imagen vemos cómo el mueble elegido se incorpora a una oficina donde el escritorio pasa a ser parte del equipamiento estable. El uso, en este caso, es exclusivamente de trabajo, donde los cajones y estantes internos se adaptan para facilitar el guardado de materiales, mientras que la superficie superior da apoyo a objetos utilitarios y la computadora.
Un mueble práctico debe contar con cajoneras de distintas alturas, estantes internos y puertas. Esto brinda una sensación de orden y despojo muy beneficiosa en ambientes pequeños.
En un living
En este ambiente de relax y lectura, el mueble que elegimos ocupa un rol protagónico. Junto con el color de las paredes se logra un juego de contraste interesante. El espacio se transforma en un lugar de esparcimiento y el uso del mueble pasa a ser de contenedor de libros y piezas de recreación, a los que el usuario puede recurrir para despejarse.
En un dormitorio
En un ambiente privado como es el dormitorio, el mueble se transforma en un integrante clave para guardar la ropa, los zapatos y otros accesorios. Aquí nuestro modelo refleja toda su versatilidad porque se ve lo bien que se adapta al entorno, donde todos los complementos de decoración se mimetizan y fusionan con este integrante. La ventaja de esta pieza es que no exige la redecoración del espacio y se posiciona como un comodín ideal para cualquier tipo de mobiliario dentro de la habitación, no sólo por la elección de los colores, sino también por su diseño y tipología.
Karin Dolinka
LA NACION