Un mozo encontró una bolsa con 800 mil pesos en un bar de Recoleta y los devolvió: “Para mí fue normal”
Miguel Morales descubrió que habían dejado la exorbitante suma en una mesa y la guardó a la espera de su dueño, que regresó una hora después
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Un mozo de una reconocida cafetería de Recoleta se encontró con 800 mil pesos envueltos en una bolsa de supermercado sobre la mesa, los guardó y se los devolvió al cliente. El admirable gesto es de Miguel Morales, un correntino de 25 años que en 2014 se mudó a Buenos Aires para estudiar un profesorado en matemáticas.
“Trabajo hace mucho con los dueños, pero soy nuevo en el bar. El cliente es habitué de la casa, ya nos conocía y uno lo conoce: sabemos qué consume. Ayer tuve un día como cualquier otro: él pidió el desayuno, lo de siempre. El cliente siempre se pide el desayuno bastante cargado, entonces la mesa queda bastante ocupada porque elige mesas para una persona”, relata Morales en conversación con LA NACIÓN.
El hecho se dio en El Trébol, el tradicional local ubicado en la esquina de Avenida Santa Fe y Uriburu. “Cuando fui a limpiar la mesa me encontré con la bolsa, me di cuenta que tenía efectivo adentro. Fue para lo mí lo más normal: agarré el paquete y se lo entregué a la caja al cajero que estaba en ese momento hasta que el dueño viniera a reclamar. Le hice un chiste encima al cajero, le dije ‘feliz cumpleaños’ y nos reímos”, sostiene.
Miguel asegura que los otros comensales no se percataron de lo que había pasado. “Nadie se enteró. Todavía no sé cómo se filtró esto. Éramos tres personas trabajando: el cajero, el cargado y yo”.
Habían pasado cinco minutos desde que el cliente había salido del bar cuando el mozo se percató de que había dejado los billetes. “El señor habrá estado a media cuadra del local; en ese momento había otra gente en el bar, había bastantes clientes. El dueño demoró como una hora en volver por el dinero”, agrega.
Si bien se conocían de vista, a partir de la actitud del empleado tuvieron un intercambio distinto. “Cuando volvió preguntó si habíamos encontrado algo, le dijimos que sí, dio un gran respiro de alivio y me dijo: ‘Este gesto no se olvida’. Después de que se dio todo, volvimos a hablar. Para mí fue normal, es mi trabajo y ya estamos acostumbrados a estas cosas. Es como si una persona se olvida algo, cualquier cosa”, señala.
Miguel cuenta que desde que vive en Buenos Aires trabaja en el rubro gastronómico y, en el último tiempo, pausó su carrera por la pandemia, la virtualidad y la economía “en sí”. “Yo tuve que decidir entre hacer una pausa, estudiar y trabajar o tener una vida normal, pero no paso necesidades”, sintetiza.
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