Un mercado vintage
Para los pocos de la moda que podemos darnos el lujo de saltearnos la Semana de la Moda de Milán, y descansar unos días antes de que empiece la de París, el lugar donde parecemos todos coincidir es en Paul Bert, Saint-Ouen. Siendo este pasaje sólo una pequeña parte del famoso Mercado de Pulgas de Clignancourt, parece ser el principal en cuanto a asistencia, están casi todos los personajes del mundillo fashion.
No sé si será porque en ese recreo buscamos distraernos de la vorágine de lo nuevo, o porque es un lugar con una mística especial, donde cada puesto parece una nueva etapa en la búsqueda del tesoro, y cada comerciante, un genio salido de una botella, listo para concederte el deseo de la tele-transportación. El mercado tiene dos entradas, una a cada lado de Rue des Rosiers. El Marché six Puces es como una pequeña ciudad, con 14 submercados, algunos cubiertos y otros al aire libre, varios están en grandes galpones y otros en pequeños edificios con muchísimos muebles y objetos de decoración. En algunos se encuentran hasta puertas altísimas del siglo XVI, y habitaciones enteras de boiserie antiguas, listas para ser readaptadas.
Mis favoritos para encontrar ropa antigua, son Chez Sarah en Le Passage, y Clara Lardé, en Serpette, ambas con un inventario enorme de principios de siglo en impecable estado. El mercado abre los viernes a la mañana sólo para los comerciantes, la mayor parte de las transacciones son en L’Usine, y los fines de semana para el público en general. Los lunes los comerciantes reciben a clientes en privado y con cita previa, es el mejor día para revolver el negocio con tiempo, sin gente ni apuros.
Lo primero que hay que saber sobre Clignancourt es cómo perderse, siguiendo el instinto y dejando que la mañana del sábado te lleve sin rumbo por las callecitas llenas de objetos extraños, y observar, maravillarse y pasear. Lo segundo es descubrir qué parte le interesa a uno, para volver el domingo con un destino claro. Con el tiempo se convierte en familiar, y los vendedores en cómplices en la búsqueda del próximo tesoro. Siempre les cuento lo que busco, y ellos, apasionados y hábiles, con el tiempo lo encuentran, y lo esconden hasta mi próxima visita.