En el emblemático film estadounidense, un verdadero sicario de la mafia fue quien dio vida a Luca Brasi, el temido matón de Vito Corleone
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En “El padrino” hay una escena, entre tantas memorables, que ocurre al inicio del film. Frente a cámara, Luca Brasi practica nerviosamente un monólogo para agradecer a Vito Corleone por haberlo invitado al matrimonio de su hija Connie. Sentado en medio de la celebración, mientras la fiesta transcurre, Brasi repite sus líneas con determinación. Más tarde, lo vemos en el despacho del poderoso Don Corleone, diciendo con solemnidad: “Don Corleone, me siento honrado y agradecido de que me haya invitado a su casa el día de la boda de su hija. Le deseo que el primer hijo sea varón... Le juro lealtad eterna”.
Luca Brasi, interpretado por Lenny Montana, es uno de los colaboradores más fieles de la familia Corleone. Más adelante, el personaje es asesinado por Bruno Tattaglia y Sollozzo en un club de los Tattaglia, en una escena también inolvidable. Sin embargo, el realismo que Montana aportó a su interpretación no fue producto de su talento actoral ni del azar. ¿La razón? Antes de convertirse en actor, Montana había sido un auténtico sicario de la mafia.
Montana nació en 1926, en Brooklyn, Nueva York, bajo el nombre de Leonardo Passafaro y, como italo-estadounidense, en 1950 comenzó su carrera en el mundo del espectáculo como luchador profesional. Su imponente contextura física, medía casi dos metros y pesaba más de cien kilos, era el ticket de entrada para convertirse en una leyenda de la lucha.
Rápidamente, Passafaro descubrió que tenía un talento natural para dar golpes y entretener al público, y en cuestión de semanas, logró ganar su primer título de lucha libre: New Jersey Tag Team, en el que compitió junto a otro luchador, con un apodo impresionante, Golden Terror. Tenía 27 años.
Su carrera como luchador fue en ascenso y se convirtió en uno de los más populares sobre el ring. Ganó varios títulos de lucha libre como el cinturón del NWA Central States Heavyweight Championship y el NWA Texas Tag Team Championship. Entre pelea y pelea, Passafaro descubrió que podía ganar un dinero extra trabajando otro ámbito, donde su aspecto intimidante era ideal para el puesto: guardia de seguridad en discotecas y bares nocturnos.
Al momento de subir al ring, adoptó varios seudónimos para luchar: Len Crosby, Chief Chewacki, Len Montana y Lenny Montana. Los últimos dos eran un tributo a Bull Montana, un italiano que emigró a Estados Unidos de niño y construyó una exitosa carrera como luchador y actor. Finalmente, Passafaro terminaría convirtiéndose en Lenny Montana. En 1961, se mudó a Florida y comenzó a pelear con un singular atuendo que hizo que lo bautizaran “The Zebra Kid”.
Pero a Lenny le gustaba la actuación y allí puso su foco. Pronto comenzó a presentarse en castings. A finales de los ‘60 obtuvo un breve papel en Cambio de hábito, protagonizado por Elvis Presley y Mary Tyler Moore. Sin embargo, esto no fue lo que atrajo la atención de Coppola.
Cunado sus presentaciones en el ring se volvieron más esporádicas, Lenny comenzó a trabajar con la familia Colombo, una de las “cinco familias” que manejaban el crimen organizado en Nueva York. “La Cosa Nostra” estaba dominada por la familia Gambino, Bonnano, Genovese, Lucchese y Colombo. En El Padrino, esas familias están representadas pero con diferentes nombres a los de la vida real (la familia Corleone, la familia Tattaglia, la familia Barzini, la familia Cuneo y la familia Stracci).
El rol de Lenny en la organización de los Colombo venía de la mano de su apariencia y pasado de luchador: ejecutor y pirómano. En el set de grabación, el actor compartió algunas anécdotas con sus compañeros sobre su vida como matón. Les contó algunos extraños métodos para prender fuego casas o edificios. Dijo que solía sumergir un tampón en querosene, luego lo ataba a la cola de un ratón y lo encendía. Intentando escapar de la llama que llevaba consigo, el ratón corría llevando el fuego por todo el lugar. Otra de las prácticas que reveló en el set consistía en poner una vela encendida frente a un reloj cucú, de modo que, al salir el pájaro del reloj, la vela se derribara y causara un incendio.
Su trabajo lo llevó a la cárcel y cumplió condena en Rikers Island, la prisión más grande de Nueva York, en el Bronx. Tras su liberación fue “recompensado” por la familia Colombo que lo “ascendió” a guardaespaldas de varios miembros importantes de la organización.
“Un regalo de los chicos”
Fue en 1971, mientras Lenny trabajaba como guardaespaldas, cuando conoció a Francis Ford Coppola y Al Ruddy, director y productor de El Padrino.
La producción de El Padrino, basada en la novela homónima de Mario Puzo, tuvo una fuerte oposición de la Liga de Derechos Civiles Ítalo-Americanos, una organización, que llegó a enfrentarse hasta con el FBI, y que, entre otras cosas, negaba la existencia de la mafia.
Las disputas estuvieron encabezadas por Joe Colombo y Frank Sinatra. Colombo sostenía que había una “conspiración” contra los ítalo-americanos. Lejos de moverse en las sombras, Colombo elegió la publicidad. Pero eso es otra historia. Y al autor de “Fly Me to the Moon” tampoco estaba conforme con el personaje de Johnny Fontane (interpretado por Al Martino) que guardaba muchas semejanzas con él, aunque Mario Puzo siempre lo negó.
Finalmente, el productor del filme llegó a un acuerdo con la Liga. Se eliminó la palabra “mafia” del guion y se redujo la presencia de Fontane en la trama. Todos conformes, la Liga respaldó la producción de la película y los Colombo se encargaban de que el pacto se cumpliera yendo personalmente al set a presenciar la grabación, y allí se dio el súbito encuentro.
Cuentan que un día la asistente de Ruddy, Bettye McCartt, rompió su reloj. Y Lenny se ofreció a conseguirle uno nuevo. Una semana después regresó con un “regalo de los chicos”: un reloj antiguo de diamantes con una nota en la que aconsejaba “no utilizarlo en Florida”. Al verlo, Coppola y Ruddy no tuvieron dudas: el papel de Luca Brasi estaba hecho a su medida. Así fue como, sin audición, Lenny Montana llegó a la pantalla grande.
Aunque Lenny amaba la actuación, su falta de experiencia en grandes producciones quedó evidente en las escenas que compartió con Don Corleone, donde el nerviosismo de actuar frente a una leyenda como Marlon Brando se hizo notar. Esa tensión real fue algo que Coppola decidió aprovechar, integrándola en varias tomas, como en la memorable escena en la que Brasi practica repetidamente sus felicitaciones a Corleone, llegando incluso a tartamudear.
Luego de su participación en El Padrino a Lenny lo convocaron para participar en otras películas, siempre en papeles vinculados a la mafia y a su aspecto intimidante. Lenny dejó el mundo de la actuación tras su participación en la película Blood Song (1982), en la que también colaboró como coautor del guion. El filme trata de un psicópata que escapa de una institución psiquiátrica y desata una ola de asesinatos, que culmina en la persecución de una joven con discapacidad, quien anteriormente recibió una transfusión de sangre de él.
En 1992, a los 66 años, murió debido a un ataque al corazón en Lindenhurst, Nueva York.
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