Un lugar en donde suceden cosas
Había una vez un italiano llamado Osvaldo Brucco, que se instaló de chico en la Argentina. Abrió su propia agencia de publicidad, allá por los años 50. Se casó con Beba, de origen francés, refinada. En un momento dado, un hombre quedó debiéndoles dinero y la única forma de cobrarle fue tomando como parte de pago un puesto en la costanera. Ese carrito 55 fundaría, en realidad, un imperio: en 1965 se convirtió en Happening, o ese restaurante que hoy, con sus 49 años ininterrumpidos en el mercado, lleva más de 20 millones de platos servidos en su haber. Sí, leyeron bien.
"Su nombre lo dice todo", me explicó Fernando, hijo de Osvaldo y actual gerente del lugar. "En primer lugar, como su nombre lo indica, porque allí sucedían cosas. Pero además, porque mi vieja estaba muy relacionada con el arte. Bergara Leumann, Marta Minujín o Polesello solían pasar noches ahí."
La exitosa dupla amorosa y fundadora combinaba dosis de esfuerzo con dosis de intuición. "Mi viejo entendió la esencia de mamá y la convirtió en plata. Él administraba, ella invitaba, en jornadas que iban de las siete de la mañana hasta bien entrada la madrugada."
En 1977, el restaurante se mudó a su sede de Costanera norte, donde actualmente se encuentra. Osvaldo y Beba decidieron, entonces, sorprender en lo arquitectónico (optaron por una estructura de ventanas apaisadas, innovadoras para la época) y, sobre todo, en lo gastronómico, con la incorporación de cortes desconocidos como la colita de cuadril o el matambrito, en una fusión ítalo-argentina inédita hasta el momento. "Cuando mi hermano Osvaldo se unió a Happening, mis padres se liberaron un poco y empezaron a llevarme seguido de viaje a Europa. Yo era muy curioso. Y elegí estudiar Historia. Aunque tuve que mentirle durante dos años a papá diciéndole que estudiaba Economía en la UCA, como él quería. Cuando se enteró, fue un escándalo. Y me obligó a entrar al negocio familiar."
Fue entonces cuando el clan descubrió que además de amor fraternal, existían también algunos choques. Entonces los hermanos decidieron trazar su propio camino. Primero desarrollaron el Café de la costa. En ese lugar está hoy en día Tequila. "Nos fue pésimo. No iba nadie", bromeó Fernando.
Luego abrieron Gardiner, en un empecinamiento por diferenciarse de Happening, con una cocina más de autor, acorde al refinamiento gastronómico que empezaba a vislumbrarse. "Estábamos Osvaldo y yo solitos, esperando que alguien entrara. Papá se reía. Decía que éramos dos administradores". Pusieron el foco, entonces, en generar equipos de trabajo idóneos para que sus boliches fueran exitosos. Y entraron mozos que hasta el día de hoy siguen en la compañía y Paola Pravato, la institución de las relaciones públicas. Lo que sigue es archiconocido: la apertura de Happening Recoleta, su posterior mudanza a Puerto Madero, la expansión a Santiago de Chile, atendiendo a Borges, Piazzola, Monzón o Boudou, el boom de Gardiner y Tequila, Punta del Este. "Cuando me preguntan por qué no abro sucursales en Miami, Brasil o Paraguay les contesto que es porque tengo sólo una vida. Para nosotros Happening es escalable sólo si es artesanal al mismo tiempo", sentenció Fernando. ¿Pero entonces qué sigue?, le pregunté, intrigada. "No lo sé. Y está bueno. Lo que sí sé es que a donde vaya, nunca cambiaré la forma en que me enseñaron a hacer las cosas", concluyó con una emoción que no tardó en propagarse al resto.
Temas
Más leídas de Lifestyle
“Era un viejito ciego y sordo”. Recibió un pedido de ayuda para un animal atrapado en una alcantarilla y estaba por darse por vencida hasta que escuchó un ladrido
En fotos. Todos los invitados a la boda de Taina Laurino y Georgie Neuss en la Basílica del Santísimo Sacramento
Bebida nacional. Hoy se celebra el Día del Vino Argentino