La Estancia de Cafayate es un club de campo ubicado en pleno corazón de los Valles Calchaquíes, a un kilómetro del pueblo de Cafayate, en la provincia de Salta. Las condiciones del clima del lugar hacen que lograr un jardín sea una tarea compleja. La amplitud térmica entre el día y la noche, un sol ardiente, heladas que pueden llegar a -9º C, vientos muy fuertes y calientes –especialmente en primavera–, un suelo arenoso y lluvias anuales de entre 100 y 200 mm conforman el contexto.
La ventaja es que el agua, tan necesaria para regar, es abundante por debajo de la tierra y de muy buena calidad, como bien lo indica el origen del nombre Cafayate: "cajón de agua" o "gran lago".
Como premisa, el dueño de casa pidió tener un jardín con muchos espacios para disfrutar, un fogón, un lugar de frutales, la huerta, una cancha de herraduras o horseshoe pit (similar a una cancha de bochas), un rosedal y dejar previsto el lugar para una futura casa de huéspedes con garaje. Pero fundamentalmente, quería tener una sensación de oasis cuando estuviera en su casa.
Obra: Jardín privado | Lugar: La Estancia de Cafayate, Salta | Proyecto de arquitectura: Jack Zehren | Proyecto de paisajismo: Verónica Saguier y Damián Ayarza | Superficie intervenida: 3000 m² | Año de ejecución: 2013
El terreno es bastante más largo que ancho, así que la idea fue generar distintos planos con cercos de romero (Rosmarinus officinalis) para marcar los diferentes sectores antes de llegar a la casa. El primer espacio es el huerto de frutales, el segundo, el patio del estacionamiento resuelto con Acacia visco para dar una sombra suave, donde en un futuro entrará también la casa de huéspedes. Finalmente, frente a la entrada, un gran patio con una fuente y el rosedal. Desde este patio se accede al jardín por una pérgola de rosas trepadoras, acompañando el costado de la casa para" bajarle" la altura.
En eje con esta pérgola se construyó el fogón, que le da un punto focal interesante. Una vez en el jardín de atrás, los distintos planos –como fogón, cantero, viñas y los cerros de fondo–completan la sensación de amplitud.
En la zona del césped existen dos árboles nativos, un algarrobo (Prosopis alba) y un chañar (Geoffroea decorticans) ya grandes, que le dan al jardín su buena sombra. Se armaron dos sectores de pasto, con un escalón que delimita cada sector, acentuando un mínimo desnivel existente. Hacia el otro costado de la casa, en la salida de la cocina, se ubicó la huerta en cajones de madera, de 50 cm de altura para hacerla más cómoda.
El fogón y la pirca que sostiene el portón de entrada se construyeron con la piedra del lugar, que es la misma de la base de la arquitectura, vinculando los elementos con un mismo lenguaje. En las caminerías que rodean la casa se utilizó granza beige, como la que se encuentra en los ríos salteños, y en el patio se usó una piedra rosada, como la tonalidad de los cerros.
La plantación ordenada del huerto de frutales y de los cercos de los patios se va aflojando hasta llegar al cantero detrás del fogón, donde su expresión "natural" dialoga con los cerros del valle.
La vegetación equilibra la permanencia de los cercos de romero con la alternancia de los canteros naturalistas, con plantas nativas y adaptadas, de bajas necesidades hídricas y de mantenimiento. Las nativas utilizadas fueron molle pispito (Schinus fasciculatus), Sporobolus maximus, Acacia visco, Aloysia triphylla y el pasto simbol –una gramínea muy usada en cestería en el norte–, entre otras. Todos los elementos del jardín logran dar una sensación de armonía y, a medida que se recorre, se percibe una conexión entre los espacios y con el entorno
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