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Cuando esa desafortunada tarde un enchufe en cortocircuito desató las llamas y provocó un incendio, su vida se puso en pausa. El departamento de la ciudad de Buenos Aires que entonces compartía con sus hermanos quedó convertido en cenizas. “Por suerte ninguno de nosotros estaba en el lugar en ese momento. Solo se trató de puras pérdidas materiales. Por angustia no canalizada, me lastimé las cuerdas vocales. El fuego se había llevado mi voz”.
Criada en General Villegas, un pueblo en el noroeste de la provincia de Buenos Aires, Flori Vidonna tuvo una infancia muy feliz y llena de creatividad. “Creo que el pueblo es responsable de eso: la libertad y los vínculos que se generan en una ciudad pequeña son incomparables”. Entonces era la típica chica que tenía todas las hojas del colegio llenas de dibujos y le hacía a sus amigas cartas o carteles en extremo creativos. “Hay una tradición hermosa en Villegas: para todos los cumpleaños de 15 se acostumbra a pintar un cartel con dibujos en la calle de la cumpleañera. Todo se hace de madrugada y como sorpresa. Ahí comenzaron a tomar forma mis primeros murales. Pintábamos personajes como Piolín, la Pantera rosa o Mafalda y siempre me tocaba a mí encargarme de trazar todos los detalles”.
De aquellos años también conserva recuerdos de las mañanas en el colegio María Inmaculada y las tardes en el New Westland School ya que cursaba una suerte de doble escolaridad pero en diferentes espacios e idiomas. “Era muy sociable y amaba encontrarme con mis amigos todos los días. Sin duda, siempre fui un alma muy inquieta y con un espíritu presente, me anotaba en todos los eventos, coros o talleres que se ofrecían, además de participar de todos los shows habidos y por haber. Desde que tengo memoria, disfruto muchísimo de actuar y cantar”.
“Me lastimé las cuerdas vocales”
Cuando terminó el colegio, viajó a Buenos Aires con la idea de estudiar el profesorado de inglés y la carrera de diseño gráfico. Pero cuando tuvo la oportunidad de ver un musical, se enamoró del del teatro. Finalmente nunca empezó ninguna de las dos carreras originales en las que había pensado y se anotó, en su lugar, en teatro musical. Egresó en la Fundación de Julio Bocca; allí se formó como actriz y cantante. Como no había tenido referentes de artistas en su familia, toda la carrera fue muy apasionada y exigente para poder estar a la altura de los que llevaban varios años en la industria. Gracias a ese espíritu, pudo empezar a trabajar ya desde el segundo año de la formación en obras de teatro y musicales y también viajó a formarse a Nueva York.
Sin embargo, no fue hasta sus 21 años que tuvo su despertar creativo. Ocurrió cuando el incendio destrozó el departamento donde vivía y se llevó la voz con la que tantas veces se había subido al escenario a darle rienda suelta a su vocación. “Por angustia no canalizada, me lastimé las cuerdas vocales. Tenía que hacer reposo y el papel en blanco fue mi salvación. Encontré en el papel una nueva forma de expresión, empecé a crear personajes que transitaban todas esas emociones que yo no podía poner en palabras. Me pasaba horas transformando cada proceso en dibujos”.
Dibujar le generaba paz, le aliviaba el alma y, sobre todo, me daba libertad. “En esos momentos me sentía reprimida, con mucha angustia y me costaba poder expresar todo eso que sentía. Poder liberar la mente en cada trazo y entrar en esa fase de libertad creativa fue clave para sanar e iniciar un viaje súper profundo de autoconocimiento”.
“Creía que no iba a llegar lejos”
La ilustración empezó de manera autodidacta. Fanática de reconocidos artistas como Maitena, Liniers, Tute y Quino, sus trabajos le resultaron de inspiración y con los años tomó cursos para crecer técnica y profesionalmente. “Soy una fanática del aprendizaje, siempre fui muy curiosa y todo me divierte, creo que uno nunca está listo y siempre hay cosas nuevas para aprender, así que sigo formándome constantemente de manera digital o presencial”.
Sin embargo, una pieza en su cabeza todavía no terminaba de encajar en el rompecabezas que había armado con sus diferentes aristas profesionales. “Al principio recuerdo perfectamente que creía que por tener varias pasiones no iba a llegar muy lejos. Me sentía en la obligación de elegir una. Pero hoy, a la distancia, comprendo que el hecho de ser apasionada por tantas cosas me hizo más experimentada, me dio más contactos y más alcance. Uno se preocupa tanto por la unidad entre las piezas y lo que unifica todo ese trabajo es el hecho de que es de uno. Hoy cuando miro para atrás, todo me hace sentido, mis facetas interactúan entre sí en cada una de mis obras”.
“Puedo salirme de mí misma y dejar que mis personajes se expresen”
Flori Vidonna se define como artista multidisciplinaria: canta, compone, actúa, ilustra, pinta murales y escribe, de verdad que divido mi tiempo entre todas esas áreas y hoy trabajo profesionalmente de todas. Desde hace más de diez años divide su tiempo entre la performer y la ilustradora. “Me divierte poder transformarme en personajes y canciones en el escenario. Pero, por otro lado, también disfruto de tener la oportunidad de salirme de mí misma y dejar que los personajes sean quienes se expresan por un rato”.
Su incansable trabajo la llevó a ser convocada por una editorial importante para publicar su primer libro ilustrado. Luego vino el segundo y más adelante un tercer libro con postales que se distribuyó en más de 20 países de Latinoamérica y Estados Unidos. “La verdad es que nunca imaginé que mis dibujos llegaran a semejante magnitud, aún me emociono al ver a los rincones que llegan. Sin embargo, cuando inicié este camino y saqué mis primeros libros, me sentía bastante perdida e insegura”.
“Trabajo por mi salud mental y mi paz”
Desde hace nueve años vive en Ciudad de México. “No sé en qué momento pasó tanto tiempo. Llegué originalmente a probar por unos meses. Me eligieron como actriz en un espectáculo que me invitó a quedarme por diez meses y eso se fue estirando. Siempre sueño con volver a la Argentina, soy una fanática de nuestra cultura”. En México también formó su hogar y familia -espera un bebé-. “México tiene una cultura hermosa y una industria artística súper rica y generosa, a los argentinos nos quieren mucho y nos suelen abrir muchas puertas”.
Flori asegura que el dibujo le regaló la oportunidad de ir tras esa vida con la que siempre había soñado. “Gracias a la oportunidad de sentarme a crear, mi vida se llenó cada vez más de arte y hoy no puedo imaginar mis días de otra manera que no sea creando. Por supuesto que esta carrera tiene altibajos que por momentos pueden ser vertiginosos, pero aprendí a convivir con eso y también a entender que batallar con los procesos creativos va a ser para siempre. Trabajo mucho por mi salud mental, mi paz y por no preocuparme por la velocidad, porque creo que la dirección es lo importante”.
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