Un extraño hecho lo trajo de Italia a Argentina: “El país más lindo del mundo”
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1984 lo recibió por primera vez y todo a su alrededor le pareció bastante feo. El italiano, Guido Gazzoli, había llegado a la Argentina por razones laborales y en la atmósfera de Buenos Aires le pareció respirar una infinita tristeza.
Aquella primera impresión se mantuvo hasta que en una noche de insomnio decidió salir a dar un paseo. De pronto, una sensación extraña invadió su cuerpo, sus pies se sintieron ligeros, avanzaban solos, como si conocieran el camino. Alguien parecía estar guiándolo y, sin saber cómo, llegó hasta el Obelisco y la Avenida Corrientes. Las luces lo encandilaron, para luego darle paso a la visualización de decenas de rostros y carteles donde se podía leer la palabra “Libros”.
“Eran las 11 de la noche y mis ojos no podían dar crédito a lo que venían”, rememora conmovido. “Me emocioné como pocas veces. ¡Estaba repleto de librerías como nunca había visto en mi vida! Y, luego, al entrar en el Café La Paz, me encontré con gente de una cultura impresionante, que, al final, me aconsejaron ir a una función de cine de las 7 de la mañana”.
Esa noche, Guido regresó a su hotel exaltado y, por supuesto, no pudo conciliar el sueño. ¡Tantas emociones vividas en apenas unas horas! Entonces, mientras daba vueltas en la cama, se prometió recuperar el tiempo perdido y comenzar a conocer las profundidades de Buenos Aires y la Argentina: “Con claridad, sentí que había encontrado mi segunda patria”.
“Me llamo Alfonsina”: un lazo invisible con la Argentina
Guido cumplió con lo que se había propuesto y durante los siguientes años no solo vivió Buenos Aires con intensidad, sino que recorrió el país en cada una de sus visitas.
Pero fue en el año 1997, también envuelto en aquella sensación extraña de estar guiado, que encontró en las calles de Roma otra pieza fundamental que explicaba su lazo invisible y fuerte con la Argentina: el amor. “Me llamo Alfonsina”, le dijo ella, y el italiano se enamoró.
“Me contó que trabajaba en una compañía aérea, como yo, y que era argentina”, revela. “Mi karma con América Latina se confirmó; nos casamos y hace veinte años vivimos juntos. Con mi amor encontramos a nuestro perro, Garibaldi, abandonado en la Ricchieri y, junto a nuestro gato romano, Blushi, formamos una familia de argentanos”, sonríe.
2006 fue el año en el que Guido se regaló su `pedacito de cielo´ al comprarse un departamento en Buenos Aires. Luego de trabajar 32 años para Alitalia y para diversos medios como periodista, en el año 2008 – al tiempo que le ofrecían un trabajo como corresponsal italiano para Latinoamérica - Guido y Alfonsina decidieron vivir en Argentina.
La vida en Italia: ser periodista independiente no es lo mejor para juntar para el almuerzo y la cena
Guido Gazzoli nació en Milán el 17 de enero de 1955. Su primera infancia fue algo dura, todavía se sufrían las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial, a pesar de que había concluido hacía más de diez años.
En 1959, el pequeño italiano vio a su tierra florecer hasta convertirse en una de las ocho potencias mundiales. Mientras crecía su patria, también lo hacían sus pasiones, aunque el periodismo y los viajes eran, sin dudas, las predominantes, a tal punto que, a sus 11 años, ya “dirigía” un diario semanal que se editaba en su clase y se distribuía en toda la escuela secundaria.
Para el año 1976, colaboraba con varios medios y conducía programas de radio, un rubro que solía tener el monopolio estatal, pero que, finalmente, les había abierto las puertas a las radios privadas permitiendo voces independientes: “Luego entendí que la carrera de periodista independiente no era lo mejor para juntar para el almuerzo y la cena, así que, en 1980, empecé mi carrera en Alitalia, donde llegué a ocupar el cargo de jefe de cabina”.
A lo largo de los 32 años en la compañía aérea, Guido no solo conoció el mundo profundamente, sino que descubrió en su profesión a la mejor escuela de periodismo: “Tener estadías, a veces largas, en varios países, te da la oportunidad de encontrarte con la gente y sus culturas, tener entrevistas, charlas, y profundizar en experiencias de vida”.
El año 2008, aquel que lo vio elegir Argentina para vivir, fue agridulce. Alitalia encaró su proceso de privatización -terrible para Guido – y miles de trabajadores, incluyéndolo, perdieron sus empleos: “Este suceso me llevó a ser coautor y productor de una película-documental donde denunciamos una operación oculta: Tutti giù per aria (Todos caídos en el aire). Fue un éxito a punto tal, que me llevó a escribir un libro, L’aereo di carta, junto a un excolega”.
Y esos maravillosos cien barrios de Buenos Aires, que brindan la sensación de vivir en un pueblo...
En sus años de exploración intensiva, y aún hoy, Guido supo encontrar en Buenos Aires un rincón en el mundo único, de habitantes siempre predispuestos, que reciben a los visitantes con los brazos abiertos.
Los más de cien barrios porteños atravesaron sus sentidos, maravillándolo en sus particularidades y escenarios pintorescos: “Siento que Buenos Aires es una metrópoli, pero que te brinda la sensación de vivir en un pueblo”.
“Me encantan todos los barrios, en cada uno siento que te adoptan a los pocos días de frecuentarlos. Es una ciudad muy abierta y con una de las ofertas culturales más amplias del mundo”, dice entusiasmado. “No hubo un solo día donde me haya sentido extranjero en Argentina”.
“Y desde que empecé con mis labores periodísticas en la región, la recepción fue maravillosa por parte de mis colegas. Las oportunidades laborales, en mi caso, llegaron sin problemas, me encontré con las puertas abiertas como nunca me había pasado en Italia, donde el ambiente periodístico es, a veces, una casta impenetrable para quien hace periodismo independiente. Muchos colegas ahora son amigos, lo cual me demuestra cada día más que Argentina es mi lugar en el mundo”, continúa.
“Por supuesto, tuve problemas también. No me gustan las preguntas acomodadas, por ello me he ganado unos cuantos enemigos en el ámbito político. Pero, como decía el gran periodista, Indro Montanelli: es el premio con que cada periodista sueña, significa que estás haciendo el trabajo bien”, sonríe.
Una atmósfera que en Roma se perdió, y los problemas de ser el estereotipo portador de Covid
Para Guido, recorrer su barrio de Recoleta siempre significó una caricia al alma. Desde que comenzó a habitarlo, salir a la calle implicó acostumbrarse a un recorrido largo desde el primer día: hoy el italiano conoce cada rostro, y habla con todos los vecinos, “porteros” y los comerciantes en su camino.
“Me encanta porque vivo en una atmósfera que en Roma se ha perdido. Me brinda un placer increíble. Muchos conocen mi labor periodística y me piden información, me señalan problemas o me dan su opinión sobre las noticias del día”.
“Cuando empezó la pandemia, sin embargo, tuve problemas. Especialmente en marzo del 2020. Se había difundido el estereotipo del italiano portador de Covid (debido a que el primer infectado llegó de Italia el 3 de aquel mes), y esto me expuso a situaciones desagradables. Pero, por suerte, el fenómeno pasó rápido y todo volvió a lo lindo de siempre”, dice Guido, quien es también un apasionado de la cocina, una actividad que asegura que lo ayudó a apreciar mejor a una Argentina que considera abierta y sin prejuicios.
“Mucho ruido y pocas nueces” y esa manía argentina de vivir en el pasado
Aun así, vivir en Argentina no significó siempre caminar por un sendero de rosas. A lo largo de los años, el italiano vivió episodios que le trajeron sabores amargos.
Tal vez, fue por el amor hacia su segunda patria y a su afán por explorar los paisajes y las personas, que Guido reveló las oscuridades de una nación contradictoria y de carácter nostálgico.
“El paraíso terrenal no existe en nuestro planeta. Y sí... hay dos cuestiones que me impactaron mal en Argentina: primero esa constante manía, casi mántrica, de vivir pensando en el pasado sin construir futuro; esa mentalidad que hace que al final se repitan los mismos errores, porque, para no replicarlos, hay que mirar hacia adelante empezando, entre todos, a construir algo nuevo”, reflexiona.
“Otro aspecto, directamente relacionado, es que a diario descubrís que Argentina tiene enormes recursos intelectuales, seres con pensamientos maravillosos e ideas increíbles, pero cuando al final de la charla decís: `Ok, vamos a poner en marcha todo esto´, salís dispuesto a empezar y nadie te sigue”.
Argentina: el país más lindo del mundo
Guido tuvo la dicha de conocer al planeta Tierra profundamente. A pesar de que muchos rincones lo han maravillado, la impresión con el suelo austral fue única e inesperada.
“Cuando regreso a Italia, me reencuentro con la emoción de las amistades y la familia, con una belleza natural increíble y las esquinas italianas repletas de historia, pero, aun así, considero a la Argentina el país más lindo del mundo”, afirma.
“En mis estadías en Italia percibo la inmensidad de mi suelo adoptivo, la fuerza de su naturaleza, de norte a sur. Para muchos italianos el `viaje de su vida´ es ir a la Patagonia y descubrir lo maravilloso y desconocido de la Argentina”.
Argentina e Italia: dos hermanos que no profundizan su relación
En un lejano 1984, Guido Gazzoli tuvo una primera mala impresión de la Argentina. Sin embargo, en un evento especial que considera casi esotérico, aquella triste imagen experimentó una transformación tan drástica que, días más tarde, el italiano reveló que había hallado su lugar en el mundo.
Encontrar a su amor argentino, Alfonsina, en las calles romanas, vino a confirmar su inevitable destino: Argentina era su puerto, el punto de partida para su pasión de explorar la Tierra y aprender de ella.
“Hasta el último día de la vida el aprendizaje es continúo”, expresa con calma. “Pero todo este proceso no hubiera sido posible sin el aporte de mis padres a mi educación, y si no me hubieran inculcado los principios de dignidad y solidaridad, y el amor por la lectura, que me lleva a estar rodeado de cientos de libros, allí donde vaya. Tampoco hubiera sido posible sin mis maestros. Todos me han ofrendado herramientas para `encontrarme´ con el mundo y entenderlo mejor”.
“El viaje y mi encuentro con la Argentina han sido una escuela excelente, no solo para el periodismo, sino para enriquecerme como persona y prever cambios que se producirán a futuro”.
“Mi experiencia también me ha llevado a reflexionar acerca de mis dos patrias”, continúa. “La experiencia de vivir intensamente desde hace años dos países como Italia y Argentina, tan similares, me hace concluir que, al final, estamos en frente de dos hermanos que no se conocen y no hacen mucho para profundizar su relación. Es claro que la gran emigración italiana hacia Argentina ha dejado huellas hondas y muchas veces lindísimas, al punto de descubrir tradiciones que se mantuvieron acá y que en Italia han desaparecido, pero esto pasa también en otros países de fuerte inmigración italiana”.
“Desde que me ocupo de ambas naciones a nivel periodístico, descubro casi a diario un mutuo desconocimiento y poco interés en profundizar el vínculo. Y, lamentablemente, las instituciones brindan muy pocas herramientas para solucionar un asunto que acercaría amplias posibilidades de mutuo desarrollo: podría volver real y significativa nuestra hermandad”.
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Argentina Inesperada es una sección que propone ahondar en los motivos y sentimientos de aquellos extranjeros que eligieron suelo argentino para vivir. Si querés compartir tu experiencia podés escribir a argentinainesperada@gmail.com . Este correo NO brinda información turística, laboral, ni consular; lo recibe la autora de la nota, no los protagonistas. Los testimonios narrados para esta sección son crónicas de vida que reflejan percepciones personales.
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