Andy Clar, creadora de Chicas en New York, la primera comunidad de viajeras de Latinoamérica, revive su historia y el accidente que la marcó definitivamente
- 8 minutos de lectura'
Andy Clar (49) vive deslizándose con elegancia por la cornisa, como un gato con sus siete vidas. A pesar de su sonrisa perfecta, los viajes “a puro glamour” con Chicas en New York y su evidente positivismo en redes sociales, no siempre tuvo una vida color de rosa.
“Muchos piensan que vengo de una familia bien, que tuve dinero para viajar ¡y que hablo muy bien inglés! Pero nada más lejos. Fui a colegio público y en realidad no hablo inglés, ¡pero no por eso voy a dejar de viajar!”, dice y ríe con ganas.
Y agrega: “Mi familia era súper humilde: mi mamá me tuvo a los 19 años y no tenían ni un peso. Crecí en Floresta y empecé a trabajar a los 14 años para comprarme un par de zapatillas, a los 16 vendía disyuntores para autos... Mi personalidad se forjó en esa época. La creatividad me ayudó a hacer cosas increíbles con lo que tenía”, confiesa la experta del multimedio viajero.
Furor por Chicas en New York
Hoy Andy está al frente de “Super”, una agencia internacional de publicidad. ”Pero no soy publicista, no estudié”, se apura en aclarar. La acompaña su marido, Sebastián. “Como todo lo que hago, la agencia nació en el living de casa como algo chiquito y sin presupuesto. ¡Lo mío es pura tracción a sangre!”, define. Así, del mismo modo, fue como nació el mega éxito Chicas en New York.
“Me considero una pionera en comunicaciones de viajes, sobre todo para el mundo femenino. Hace doce años había guías papel y no existían redes sociales como Instagram. Yo empecé con Facebook y, a partir de una nota en La Nación revista la gente flasheó”, asegura. Es cierto: fue furor.
El blog de viajes original, que conquistó a más de tres millones de seguidores, derivó luego en un sitio web que tiene su propio e-commerce (vende de todo, desde libros hasta zapatos), en una agencia de viajes con propuestas innovadoras, dos programas de televisión, un podcast que siempre está entre los más escuchados y dos libros. Ahora, además, acaba de editar un tercer libro, su autobiografía: Bailar acostada.
Su historia con Nueva York, una ciudad tan importante en su vida, está marcada por el azar: “Siempre fui de hacer lo que quería -dice Andy-. Pero fue recién después de mucho tiempo, a los 26 años, que hice mi primer viaje a New York. Lo hice con la indemnización de mi accidente. Me compré un pasaje por descarte... En realidad, yo quería ir a Europa... Aunque mi mamá me contó que mi nexo con Manhattan siempre existió, dice que a mis 4 años cantaba ‘New York, New York’ de Frank Sinatra parada arriba de la mesa”.
El accidente y la idea de no volver a caminar
“Mi accidente”, dice. Se refiere a un suceso que marcó definitivamente su vida. Un colectivo le pasó por encima. “Con las ruedas de adelante y las de atrás”, insiste. Hace unos meses, un reflejo de aquel accidente volvió a postrarla en una cama, esta vez por tres meses, en plena pandemia. Durante esta última inmovilización, comenzó a escribir su autobiografía: “Andy Clar, bailar acostada” (Planeta). Había mucho pasado por contar.
“Tenía 23 años, estaba en Buenos Aires, después de vivir un tiempo Córdoba. Salía de trabajar, en el barrio de Caballito, y al cruzar la calle un colectivo me pasó por encima de las piernas... con las ruedas de adelante ¡y después con las de atrás! Sentí un dolor tan profundo que pensé que era un sueño, estaba consciente pero decidí no mirarme -recuerda-. La mochila que llevaba me protegió la cabeza, me salvó la vida. Me accidenté justo enfrente de una clínica, pero estuve bastante tiempo en la calle. Tirada ahí, pensaba: ¿por qué no me entran? ¿Sabés por qué? Porque no tenía obra social”. Terminó internada en un hospital público, acostada, inmovilizada. Andy era “la única joven en una sala de cuarenta mujeres muy mayores con la cadera rota”.
Hoy se ríe al recordar. “Me había separado de mi pareja de Córdoba y ya tenía novio en Buenos Aires. Pero cuando mi ex se enteró de mi accidente, viajó para visitarme. Así que terminé con dos novios en el hospital. No me vino mal, estaba inmovilizada... ¡necesitaba mucho cariño en ese momento!”.
Bailar, sin barreras ni ataduras
Andy Clar habla sin filtro de sus “vidas pasadas”. “Incondicionales, mis amigas venían, me cuidaban y me sacaban los piojos. También me maquillaban porque estaba toda amarilla”, recuerda. “Vivía observada por médicos residentes que hablaban de mí mientras estaba acostada en bolas o en mis peores fachas. Una vez vivido eso, ya no tenés vergüenza, no te importa nada”, asegura.
“Aun así, acostaba, yo dirigía toda la situación, lo necesitaba. Incluso cuando me quedé encerrada en un tomógrafo, enyesada hasta el cuello, el humor fue clave. Lloré como loca, sí. Pataleé y estuve triste, pero no me iba a quedar lamentándome aunque me dijeran que no iba a volver a caminar. Porque, después de siete operaciones, creyeron que solo iba a poder mover las manos y la cabeza. Yo agarré a mi mamá de la mano y le dije ‘Voy a volver a caminar, y lo voy a hacer por todas las ciudades del mundo’. Ella pensó ‘Si no podés ni ir al baño... tampoco tenés plata... ¡qué locura!’, pero de alguna manera eso forjó mi destino”.
A Andy también le dijeron que no iba a poder tener hijos, pero ella eligió reírse de la vida. No solo caminó, sino que hoy disfruta a pleno a su hijo Eliseo, de 11 años (el menor de cuatro, contando a Ezequiel, Isabel y Samuel, los hijos de su marido Sebastián).
Las sillitas de Andy
Un año le tomó volver a caminar. “Fue gracias a las sillitas -dice Andy-. Siempre me negué a renguear y sabía que si me quedaba en casa jamás iba a caminar. Un día mi amiga Loly se fue de vacaciones y me quedé en su casa. Pedí prestadas sillas para apoyarme y las puse en fila: desde el baño a la cocina y al living, donde yo dormía, llena de ilusión. Pero me tomó un mes sacar la primera. Daba un paso y me sentaba. ¡Dos meses tardé en sacarlas todas! Después me animé a salir a la calle, pero todas las distancias me parecían interminables. Seis pasos eran quince minutos y cruzar la calle, una eternidad. ¡Paraba un taxi para cruzar la avenida Alem! ¡Era tan ancha que no llegaba! Pero perseveré. Como toda mi vida, pasito a pasito, sacando sillas de a poquito. Lenta pero constante, sigo aprendiendo del accidente”.
Más alto, más dura la recaída
“No se por qué pero siempre sospeché que algo no había quedado bien. Constantemente le decía a mi mamá que me midiera las piernas. Probablemente tenga una pierna más corta que la otra y eso desequilibró toda mi columna (la imagen está en la contratapa de mi libro), pero los médicos jamás lo vieron. El año pasado, en pandemia, me detectaron siete hernias de disco. Fue por el gran dolor que tuve: pasé tres meses con una clavada en un nervio. Terminé tuneando un mat de yoga para poder dormir en el piso. Todo esto me trajo recuerdos y mucho miedo”, cuenta.
Tras una segunda operación de columna (su décimo quinta entrada al quirófano, contando todas las intervenciones a las que se sometió tras el accidente), Andy empezó a escribir su historia. “Lo hice desde mi punto de vista, acostada”, precisa.
“Lo del nervio se arregló, pero el cuerpo envejece y mis hernias de disco no se curan. Hoy estoy empezando un tratamiento nuevo con células madre, porque yo quiero bailar, seguir caminando por en el mundo y necesito moverme”, insiste.
En plena pandemia, Andy realizó Chicas en Argentina en YouTube para mostrar el país “y sumar mi granito de arena para la industria turística que la pasó tan mal”. Mantiene el e-commerce “by Chicas de Viaje” y su podcast, uno de los más escuchados en Spotify.
Está claro: Clar no para. Acaba de llegar de España y en breve se embarca rumbo a Turquía y Nueva York. “¡Vuelvo a New York después de la pandemia!”, exclama. Sin miedos ni asientos de Primera Clase para su columna: “Todo es un riesgo, pero no me voy a quedar esperando. El accidente me enseñó cosas que tienen que ver con mi vida. Vuelvo a aplicar mi fórmula no mágica que me repito una y otra vez: nada en este mundo es imposible”.
Más leídas de Lifestyle
Crímenes, corrupción y rituales vudú. La muerte de ‘Baby Doc’ Duvalier, el tirano que lideró Haití con brutalidad y despilfarro
Parálisis cerebral. Diagnosticado a los cinco años, hoy asiste a la universidad y conduce su auto: “No hay nada que no pueda hacer”
Simple y efectivo. El método infalible que recomiendan los neurólogos para recordar las cosas importantes