Melisa disfrutaba de su trabajo, de jugar al hockey y de las salidas con sus amigas. Estaba en el mejor momento cuando, de repente, la vida le dio un fuerte cachetazo que la condujo a un antes y un después de la enfermedad.
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A los 18 años, Melisa Biman empezó a estudiar Marketing y para costear sus estudios se inscribió en la bolsa de trabajo de la universidad. Al poco tiempo, la llamaron de una de las empresas multinacionales fabricante de telefonía móvil y al ingresar en esa oficina supo que era lo que ella quería, a pesar de tener que tomar dos colectivos de ida y otros dos de vuelta.
Estaba feliz. Su familia y sus amigos la notaban más radiante que nunca. Disfrutaba de su tarea y del hecho de estar en una compañía pequeña que le permitía crecer. Viajaba mucho por trabajo en la región, a tal punto de tener que utilizar una autorización firmada por sus padres para viajar sola. A pesar de sus solo 19 años, Melisa estaba en el mejor momento de su vida.
“Comencé con las molestias que eran calambres”
Sin embargo, en un abrir y cerrar de ojos se produjo un quiebre inesperado en su vida. De esas situaciones que parecen imposibles que le sucedan a una persona tan joven y con tantos sueños por cumplir. Ni en la peor de las pesadillas Melina hubiera imaginado lo que pronto iba a descubrir.
“Comencé con las molestias que eran calambres, empezaron siendo cosquilleos en la panza que después se transformaron o empecé a identificar que eran como calambres que venían esporádicamente y desaparecían”.
Durante dos meses consultó con gastroenterólogos y clínicos, quienes no supieron identificar ni aproximarse al diagnóstico que tras una ecografía salió a la luz. Hasta ese momento, las molestias, según los médicos, se debían a que estaba estresada.
Un tumor muy particular
Sin embargo, esa ecografía de urgencia arrojó que tenía un cáncer muy particular llamado GIST (Gastro Intestinal Stromal Tumor según sus siglas en inglés), un tipo de tumor que pertenece a la familia de los “sarcomas de tejidos blandos”. Estos tumores afectan al tejido conectivo, cuya función es rellenar o conectar entre sí otros tejidos, como la grasa, los músculos, los nervios o los vasos sanguíneos.
“Creo que no era muy consciente de lo que vivía, tenía 19 años y mi vida pasaba por disfrutar, jugar al hockey, salir con amigos. Me aferré a mi familia cercana y a mis amigos, que fueron mi red incondicional de contención”, rememora Melisa.
El tratamiento, cuenta, fue rápido. Tuvo dos cirugías exitosas en un mes y medio y luego continuó sus exámenes periódicos de control.
De todos modos, no se trató de un trámite ni mucho menos ya que, cuenta, las intervenciones fueron profundas y dolorosas, más allá de que jugó a su favor su corta edad y su apego al deporte y a una vida saludable.
Al poco tiempo de ese mal trago, Melisa retomó sus habituales viajes a la oficina regional de Miami, generó un buen vínculo con el Director Regional de Customer Services y con solo 22 años le ofrecieron la posibilidad de mudarse a la oficina regional para estar a cargo de las comunicaciones del área de Customer Services. Luego de tres años regresó a la Argentina.
Tenía que encontrar su verdadera misión
Sin embargo, más allá de su pronto y ascendente crecimiento laboral, Melisa empezó a sentir que toda esa carrera exitosa que estaba construyendo no terminaba de llenar sus expectativas. Estaba convencida de que a su vida le faltaba algo más. Empezó a rondarle por su cabeza la idea de que todavía no había encontrado su verdadera misión.
Ya habían pasado cinco años de las cirugías cuando una tarde conversando con su oncólogo, Matías Chacón, se le ocurrió fundar AGA (Asociación Gist Argentina), una asociación para brindar orientación y ayuda a pacientes con su misma enfermedad.
La resiliencia y el deseo de superación constante de Melisa, que en la actualidad tiene 38 años, más los aprendizajes vividos, la llevaron en 2023 a transformar la vida de muchas personas. En el marco del Congreso Internacional de Oncología, junto a Matías Chacón, que presidía el Congreso, contactó a la Cámara Argentina de Indumentaria para comentarles una idea para maximizar la prevención del cáncer.
Bajo la premisa de que gracias a la detección temprana el 40% de los tumores pueden evitarse, nació Moda Argentina x la vida, gracias a Claudio Drescher (Dueño de Jazmin Chebar) quién acompaña a Melisa en el objetivo de trabajar en equipo y acercar a la comunidad una remera ¨Que salva vidas¨.
El aporte económico se destina a la formación médica de oncólogos gracias a la AAOC (Asociación Argentina de Oncología Clínica). Moda Argentina x la vida hoy tiene más de las 45 principales marcas de moda argentina que hacen posible la producción y comercialización de la remera difundiendo mensajes de prevención y vida saludable para lograr un país con menos cáncer.
“Siento emoción, nostalgia y admiración por el equipo humano que se encuentra detrás de cada detalle. Entre la industria textil y los equipos médicos, somos más de 2.000 personas que trabajamos apasionados por ayudar y dejar el aporte de nuestro granito de arena en el mundo”.
Melisa está muy contenta y ansiosa ya que el 1 de septiembre de este año lanzarán la segunda edición de Moda Argentina x la vida. A partir de ese día, se podrán adquirir las remeras en tiendas físicas de todo el país de las 60 marcas que participan de esta campaña solidaria que tiene un doble objetivo: el de concientizar en llevar una vida saludable y ayudar a la Asociación Argentina de Oncología en la formación Médica Oncológica.
¿Qué sentís que vino a enseñarte el cáncer?
Todo. Me enseñó que hay casos en los que se puede superar hasta lo más difícil y enfrentar el diagnóstico con una mirada de desafío alcanzable. Me enseñó que los sueños pueden cumplirse, pero que hay que esforzarse y trabajar para lograrlos. Me enseñó que nunca es tarde para ayudar e intentar aportar tiempo para lograr un mundo mejor. No soy la misma que antes del cáncer. Soy quien realmente elijo ser, todos los días.
¿En qué te cambió?
Hay una nena inocente que se preguntaba ¿por qué a mí? y hoy hay una mujer, mamá de dos hijos, que entendió que tenía que vivirlo para hoy ser quien es con mis valores profundos y mirada inspiradora.
¿Qué les dirías a las personas que recibieron un diagnóstico de cáncer?
Que hay que disfrutar cada día y cada momento, que la vida es un abrir y cerrar de ojos, que vivan con pasión, que besen, amen y lo más importante: que encuentren un propósito para vivir, un desafío que los mantenga encendidos.
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